La mala labor del silbante Gilberto Alcalá contribuyó para la igualada
Toluca se repuso de un marcador adverso y empató 3-3 con Monterrey
El árbitro marcó dos penales inexistentes, uno por bando, y pasó por alto otro cometido a Guillermo Franco
Los Rayados se mantuvieron dos veces arriba del marcador
Ampliar la imagen Paulo da Silva (3), del Toluca, meti� gol en la porter�de su equipo FOTO Ap Foto: Ap
Toluca, Edomex, 15 de diciembre. El árbitro Gilberto Alcalá robó el protagonismo a los jugadores y con decisiones erráticas y polémicas definió el 3-3 entre Toluca y Monterrey, en un partido intenso y emotivo, del que los Rayados se fueron con un sabor amargo al no poder mantener dos veces la superioridad en el marcador.
Sin embargo, la ventaja del primer partido por la final del torneo Apertura 2005 es para la Pandilla, que el próximo domingo tendrán el apoyo incondicional de sus seguidores en busca de su tercer título. Para obtener el cetro ambos equipos están obligados a conseguir la victoria.
Alcalá, quien al medio tiempo había salido bajo fuerte silbatina y sonoras mentadas, al final se fue bajo las bendiciones de los fanáticos del Nemesio Diez, que ya daban por perdido el encuentro.
Los aficionados mexiquenses finalmente llenaron el pequeño estadio de La Bombonera y vivieron un duelo ríspido, vibrante, que respondió a las expectativas de una final y los mantuvo al borde del nerviosismo.
Un fuerte abucheo recibió al Monterrey, que hoy jugó con uniforme blanco, mientras una gran ovación surgió cuando los Diablos Rojos saltaron a la cancha.
Los yerros del silbante
Y el silbante empezó a errar desde el primer minuto al marcar como penal una jugada entre el portero Hernán Cristante y Joel González, en la que el Chícharo demostró sus dotes de clavadista e impresionó a Alcalá.
Esperanzados, los fanáticos alentaron con el grito de "¡portero!", pero Cristante sólo tocó el disparo de Luis Pérez y no impidió el 1-0 que empezó a helar el infierno.
Nadie se reponía todavía de esa tempranera anotación cuando cayó el 2-0, apenas al ocho. Fue en llegada por izquierda de Pinheiro y el centro llegó a segundo palo, donde el argentino Carlos Casartelli anotó con una barrida.
El cerrojo escarlata se empezaba a desmoronar y en las tribunas se propagó, sin mucha fe, el ya clásico "sí se puede".
Contrario a lo que ha sido durante el torneo, el guardameta regio Christian Martínez tuvo acertadas intervenciones y en dos ocasiones salvó a su portería en lances milagrosos.
Pero Martínez nada pudo hacer al 31, cuando Vicente Sánchez ingresó sin marca y lo fusiló con potente disparo para marcar el 2-1 que regresó el alma a los torcedores locales.
Sólo dos minutos después a Alcalá le temblaron las piernas y el silbato y no se atrevió a marcar un claro penal sobre Guillermo Franco. Fue una especie de compensación.
Otro golpe para la visita fue la salida del Cabrito Arellano, quien no pudo reponerse de su lesión.
La fortuna le siguió sonriendo al Toluca al 46, cuando Sinha realizó desequilibrante acción individual por el centro y mandó pase filtrado a José Manuel Abundis, quien había ingresado de relevo, y éste logró el 2-2 que hizo regresar la fiesta al Nemesio Diez.
Para el complemento disminuyó el ritmo del encuentro y los jugadores compartieron imprecisiones, además de un leve conato de manotazos y empujones.
Autogol de Da Silva
El Monterrey recobró la ventaja al 60, con desborde del batallador Pinheiro, y que Paulo César da Silva metió en su propia portería en un intento por despejar.
Entonces dominaron los cánticos de los porristas visitantes, quienes aplaudieron con los brazos en alto mientras los fieles de casa se sumían en las frías gradas.
La Pandilla mantuvo el control del balón y a seis minutos del final el Chícharo González pudo definir el encuentro, pero un gran lance de Cristante evitó la puntilla a su equipo.
Ya se sabe que después del error viene el tanto en contra y esta vez fue por culpa del árbitro, quien se puso la camiseta roja al minuto 85. Alcalá marcó como penal una supuesta falta de Ricardo Martínez sobre el juvenil Carlos Esquivel.
Rodrigo Díaz, quien había ingresado a la cancha con gritos desaforados de "¡Rengo-Rengo!", envió dos tiros que el portero Martínez logró rechazar, pero el argentino contrarremató y con dramatismo el balón ingresó a la puerta visitante para definir el 3-3 que deja, como se dice, la moneda en el aire.