ASTILLERO
Enchilada concreta
Sueños gastronómicos
La cruda realidad
Interpretación de caricatura
EL 5 DE SEPTIEMBRE de 2001 (a seis días de que la historia mundial tomara un nuevo giro a partir de las Torres Gemelas), un guanajuatense exportador de jardineros se presentó como gran chef en el restaurante Casa Blanca -especializado en carnes asadas y hamburguesas como máximas complicaciones culinarias- y, frente a una audiencia asombrada de que el cocinero se asumiera como gerente, planteó sin mayor aderezo que había "llegado la hora de dar a los migrantes y sus comunidades el lugar que les corresponde", y que -¡oh, cuán grande y valiente era entonces el gastrónomo mexicano!- "debemos y podemos llegar a un acuerdo migratorio antes de fin de este mismo año, que nos permita antes de que terminen nuestros mandatos que no haya para entonces mexicanos indocumentados en Estados Unidos, y que aquellos mexicanos que ingresen a este gran país lo hagan con papeles".
EL BRASERO MEXICANO de los braceros no parecía entonces estar para bollos, sino más bien para enchiladas completas ("whole enchilada or no-thing", decía el gato diplomático con que Fox pretendía sacar las castañuelas migratorias del fuego gringo). Tiempos eran en los que el encargado provisional del changarro Los Pinos se creía llamado a representar papeles de gran nivel en el escenario mundial, líder universal con botas, guía sideral made in Mexico. Pero nada de lo soñado fue realidad. La política internacional se desfondó, el amigo George W. no soportó los engaños en la ONU a causa de la guerra contra Irak, la bandera nacional se convirtió en pendón de guerra contra hermanos latinoamericanos y, en especial, contra Cuba y Venezuela, y la famosa enchilada completa quedó cuando mucho en chilaquiles o totopos, hasta llegar al terrible momento actual, en que la larga tortilla enrollada que Fox deseaba le ha sido catafixiada por centenares de kilómetros de muro: de la enchilada completa a la enchilada concreta; del relleno sabroso al cemento armado. Tragedias de la comidilla internacional, mientras el migrante de sí mismo celebra en tierras guanajuatenses el día internacional de los espaldas mojadas, reprochando a los gringos que estén tomando decisiones a sus espaldas, sin tomarlo en cuenta, como si él no fuera el gran cocinero aquel de los contradictorios sueños enchilados (todavía el viernes pasado, en uno de esos lances política y sicológicamente inexplicables, el mismo Fox decía: "el día de hoy, allá aprobaron la construcción de muros, y poner más presión en la frontera" y enseguida (subrayado y con negritas a cargo del lector): "yo estoy confiado en que esto sea señal de que ya estamos muy próximos a que salga la aprobación de la iniciativa que realmente nos interesa" (ni modo, habrá que recurrir a la señalización tradicional de las historietas de caricaturas: !!!!!!!!)
ASTILLAS: Juan José Salazar Em-barcadero ([email protected]) disiente de lo escrito aquí en entrega anterior respecto de que Rosario Robles es "el personaje clave en la historia de la mayor descomposición de la izquierda en el país". El amable lector pregunta: "¿Y Bejarano? ¿Y Sosamontes, Jesús Orgega y el clientelismo tan priísta que ejercen hoy todas las tribus perredistas? No me parece que Rosario haya sido la culpable". Menciona los asuntos de la leche Betty, los terrenos y créditos de la Unión Popular Nueva Tenochtitlan y los comerciantes ambulantes controlados por una "hermana de Padierna". Por ello, dice, "entre Rosario y Bejarano me quedo con Rosario. ¿Autoridad moral? No sé si la tenga Rosario, pero seguro que Bejarano no. ¿Por qué juzgar a Rosario por sus errores? ¿Se perdona la corrupción y no la natural pendejez humana? ¿Cuántos políticos tienen segundo frente y no se les cuestiona? ¿Juzgamos la hormona, pero no la neurona? Si AMLO ganó el DF no fue por el trabajo político de él; fue por la gestión de Rosario"... En cambio, Eugenia Medinilla ([email protected]) considera que si Robles "tuviera sangre en la cara ya se habría largado de México; antes la admiraba y ahora la desprecio profundísimamente; soy una de las mujeres que se sintieron avergonzadas con su actuación como mujer política que no supo marcar prioridades entre su vida privada y su trabajo, y que afectó a tanta gente (...) En cuanto a Cárdenas Solórzano, creo que es un decrépito envidioso, que no entiende que su momento ya pasó. Lo hemos querido, seguido y respetado mucho por muchos años, pero si ahora no apoya a AMLO ya puede irse al partido que quiera con su séquito de perdedores, que ni quien lo vaya a pelar. Y de pronto me viene a la memoria aquello de que había pactado con la carroña salinista para que no ventanearan a su hijo Lázaro de los enjuagues que tuvo con Ahumada, ¿será así?"... Eduardo Ferrusca ([email protected]), estudiante de periodismo, señala: "no manches. Te la pasas criticando al buen Fucks (...) pero no desinformes. Jamás he visto en Astillero lo poco rescatable que tiene el desgobierno del cambio ni un seguimiento a las contadas cosas buenas que ha hecho". Y añade: "se acaba el sexenio, mismo que criticas por el asalto a la libertad de expresión, llámese La Jornada San Luis (tu periódico), Proceso... hiciste una marcha y la propuesta se llevó a la cámara; eres, digamos, como un gurú para mí por tu excéntrica y chistosa manera de ironizar los sucesos, pero ¿qué le aportas tú al periodismo que tanto defiendes?" Ferrusca llama a esta columna a ser más crítica respecto de López Obrador: "no se vale que todo esté bien en él; neto que no, aunque sé que de vez en cuando le avientas sus pedradas, pero son de fantasía"... Y mientras las tendencias bolivianas en favor de Evo Morales confirman la propensión latinoamericana a gobiernos cargados (mucho, poquito o casi nada) a la izquierda, y mientras la final del futbol mexicano muestra cuán necesaria es una reforma profunda al arbitraje profesional (¡bravo, Monterrey y su gran entrenador, Miguel Herrera!), ¡hasta mañana!
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