Usted está aquí: lunes 19 de diciembre de 2005 Política ONG buscan revertir bajas cifras del voto en el exterior

Rechazan que esta primera experiencia sea un fracaso

ONG buscan revertir bajas cifras del voto en el exterior

ALONSO URRUTIA

Cuando falta menos de un mes para el cierre de registros para los residentes en el extranjero que vayan a votar en julio próximo, las 200 organizaciones mexicano-estadunidenses anuncian una nueva fase en su activismo: concretar el mayor número de inscritos, otorgando asesoría para llenar los formatos e incluso, con autorización del Instituto Federal Electoral (IFE), trasladar los sobres sellados hasta buzones del organismo en la frontera, para sustituir el correo certificado.

Federico Zaragoza, de la Fundación México, quien conformó uno de los primeros comités promotores del voto, sostiene que las organizaciones se han puesto en contacto con el IFE y "nos han autorizado este procedimiento para trasladar las solicitudes a los módulos en la frontera. De Phoenix a Nogales hay menos de una hora, y quizá podamos con trabajo voluntario desplazar unas 30 mil solicitudes"

Para estas organizaciones, las descalificaciones a la primera experiencia del voto de los mexicanos en el extranjero son injustas. Raúl Ross, residente en Chicago y dirigente de la Coalición por los Derechos Políticos en el Extranjero, resume: "no se entiende que éste es un proceso que no puede evaluarse en una primera experiencia ni puede valorarse sólo cuantitativamente".

La importancia central de este proceso es política, porque es un elemento que podría ampliar los alcances de la relación entre migrantes y el país. Quizá esto puede detonar un mayor impulso a la participación de los migrantes en los programas de combate a la pobreza, o el denominado 3 por 1 para apoyar la construcción de infraestructura o el apoyo a programas productivos en zonas expulsoras, plantea Zaragoza.

"O qué, si en México hay un abstencionismo que en ocasiones ha superado el 50 por ciento, ¿van a reconocer que fue un fracaso y cancelarán las elecciones?", cuestiona Ross. De ese nivel de absurdo son las descalificaciones al voto de los migrantes, pues se omiten todos las complicaciones que hay para que la gente realice todo el trámite: "no es lo mismo enterarse en México cuando se tiene que votar con campañas del IFE a través de los tiempos oficiales, que hacerlo en Seattle, sin publicidad la mayor parte del tiempo", agrega.

Costo elevado

Ross deplora los cuestionamientos de políticos y académicos contra la actuación del IFE y su falta de difusión: "no tienen idea de los millones de dólares que hubiera implicado sostener tres meses de publicidad en Univisión. De haberlo hecho, se hubiera disparado el costo del voto fuera del país de una manera que se hubiera cuestionado mucho más este proceso por el costo".

Por lo pronto, el IFE ha comenzado a enviar cartas a aquellos mexicanos residentes en el exterior que enviaron su solicitud sin cumplir todos los requerimientos legales para ello. Por ahora, según la revisión de la Unidad del Voto de los Mexicanos en el Extranjero se han enviado 482 misivas, que representan alrededor de 25 por ciento de las solicitudes que han llegado al IFE y que ya han sido revisadas.

Zaragoza, residente en Phoenix desde hace algunos años, sostiene que las causales de que las cifras hasta ahora sean muy bajas son diversas, empezando por "las mismas complicaciones derivadas por la ley, pues nos gusta hacer leyes con cantidad de candados por tanta desconfianza que hay acumulada durante años".

De entrada advierte que los mexicanos que pudieran votar no serían los 4.2 millones que ha estimado el IFE, sino "cerca de 11 millones, sólo que se nos negó la demanda de establecer un periodo de credencialización que alentara la participación; nunca lo aceptaron".

Ross arremete también contra quienes aseguran que el voto desde el extranjero no es una prioridad para quienes residen fuera del país. Es un planteamiento "tramposo", considera el dirigente. "A quien quiera que se pregunte en México si su prioridad es comer o votar, buscar empleo o acudir a las urnas, no tendrán dudas en su respuesta y ésta no será la política."

Ambos dirigentes sostienen que la ausencia de campañas políticas es otro elemento inhibidor del voto. Zaragoza reprocha que en 2000 los candidatos sí pudieron ir al extranjero para reunirse con las organizaciones, cuando no había el derecho a votar. "Ahora que se tiene, no hay posibilidad de realizar campañas, lo cual es absurdo".

Zaragoza señala que este proceso puede ser el detonante para que en un futuro inmediato se promuevan reformas a escala estatal para que puedan votar en las elecciones para gobernador o para alcaldes en sus comunidades de origen. Si aportan recursos para sus comunidades, pueden tener el derecho a elegir a quienes gobiernan.

 
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