Usted está aquí: lunes 19 de diciembre de 2005 Capital CIUDAD PERDIDA

CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Priva en el PRD la ley de los cuates y las cuotas

Tribus, cuento de nunca acabar

Sociedad urgida de cambios

HACE RATO, por no decir siempre, en el PRD, después de las batallas principales, los jefes de las tribus se sientan en torno a una mesa de negociaciones para hacer el recuento de los daños, y para repartir de la manera menos clara lo que queda del botín.

POR MAS que la experiencia les diga que ésta no es la forma de fortalecer el partido, al fumar la pipa de la paz, los jefes tribales buscan asegurar sus territorios y, si se puede, extender su poderío hacia campos ajenos, aunque esto debilite al propio partido.

EN ESE punto todo se olvida. Borrón y cuenta nueva. Va de nuez. Los odios se disimulan, las ofensas mutuas se guardan debajo de la cama y los rencores se tornan apenas en caras serias que terminan, casi siempre, con abrazos y estrechones de mano, en un ambiente donde el que pierde se aguanta y jura venganza para la próxima.

EL PRD, entonces, pasa a un segundo término. A nadie le importa la suerte de la organización y se piensa, no sin razón, que una de esas tribus se adueñó del sol azteca.

ASI SE ha seguido, puntualmente, hasta ahora, la liturgia amarilla, pero ahora, en su necesidad de sobrevivir frente a la derechización galopante que ha sufrido el país con el gobierno de Fox, el PRD encontró, en esa cosa amorfa que se ha dado en llamar "sociedad civil", la puerta de escape a los vicios reiterados, si se vale la expresión, que no les permitía salir de la monótona lucha interna.

EN LAS pasadas elecciones para elegir al candidato a la jefatura de Gobierno, la lógica de las tribus terminó derrotada. Alguien más, muchos más de los que militan en el PRD, pero creen en la izquierda, depositaron su voto y, supuestamente, borraron las líneas divisorias que marcó durante mucho tiempo el interés grupal.

POR ESO, hoy, las negociaciones no pueden, no deben seguir el mismo camino. La gente del Distrito Federal le exige romper con el camino que les enseñó el cacicazgo, para privilegiar, ahora sí, la personalidad de trabajo y honestidad de cada uno de los hombres y mujeres que postulen para los encargos que pudiera darles la elección de 2006.

NO ES posible ir, una vez más, al reparto por cuotas, al cobro de facturas o a las venganzas. La mira del PRD está mucho más allá de la costumbre viciada y eso es, precisamente, lo que reclaman quienes recientemente votaron. Sólo deben ser postulados los mejores. Ya no hay lugar para las cuotas.

POR LO pronto, después de horas y horas de discusiones, no hay acuerdos o los mínimos, la ley de los cuates y las cuotas, van por delante, mientras el reclamo de la gente por un cambio definitivo al partido de su preferencia no se escucha entre los líderes, que siguen pugnando nada más por sus intereses.

LA OPORTUNIDAD de plantear los cambios que se demandan los no perredistas de izquierda tiene que definir nuevas estrategias, formas diferentes para representar a esas voces.

EL CAMINO no parece fácil a la luz de la necedad, por ejemplo, de la CID, o de la mezquindad de Nueva Izquierda, pero alguien tiene que tomar las riendas y la oportunidad se abre con muchas posibilidades de triunfo para Marcelo Ebrard. Ahora será cuestión de ver qué tanto puede profundizar en los cambios que se requieren.

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