¿LA FIESTA EN PAZ?
Lo irrompible no se rompe
PAIS DE TRAGACAMOTOLOGOS o, si se prefiere, de uno tan noble y alegre como indiferente a las embestidas del enemigo, en México se posee una fórmula infalible para enfrentar las dificultades: el nohaganolismo, incluso cada vez que demuestra fehacientemente que le asiste la razón.
ANTE LAS VIOLACIONES, hace años, al convenio taurino hispano-mexicano de 1990, ratificado en 2005 por las asociaciones de matadores y subalternos de ambos países -"los rejoneadores no hacen número con los toreros de a pie"-; frente a la insultante desatención de las promoto-rías taurinas al acuerdo que regula las relaciones de toreros y subalternos, suscrito legalmente por los representantes de los gremios de uno y otro país, los directamente involucrados hacen como que hacen sin que a la postre hagan nada, como no sea sancionar a algunos diestros y enfriar, por parte de la asociación de matadores, las relaciones con la peonería mexicana, no por chambista menos obediente a las empresas.
¿TRAS ESTA IMPOTENCIA qué se esconde? Desde luego bastante más que la justificada cuanto frustrada indignación de unos matadores con años de explotación y ninguneo a cargo de las empresas, ojo, no sólo de la Plaza México sino del resto del país. Desde siempre, la de los toreros como una agrupación explotable por naturaleza, ya que su valor es inversamente proporcional a su conciencia gremial. Desunidos siempre han sido vencidos, como si frente al toro hubiese quien pudiera sustituirlos.
DETRAS, LOS EMPREZAFIOS taurinos, ese segmento de grandes consorcios que a su nula pasión, profesionalismo e imaginación por la fiesta de los toros añaden una desvergonzada falta de rigor de resultados financieros, prueba evidente de que sus utilidades son extrataurinas.
¿IMAGINAS, LECTOR, QUE Televisa o El Palacio de Hierro se manejaran con los mismos criterios "empresariales" que Promotora Plaza México SA o Espectáculos Taurinos de México, SA? Acertaste, en seis meses, no en seis años, quedaban fuera del mercado por ineptos.
SIN EMBARGO, ESOS emprezafios, ese atajo de dóciles operadores de sus neotaurinizados patrones, aún tienen cara para advertir que "quedan en libertad de contratar a los toreros que sean de su interés en la conformación de sus carteles, independientemente de las sanciones que les impongan sus agrupaciones". O lo que es lo mismo: "Diestros, agrúpense y firmen convenios, que mis intereses están en otro lado, no en engrandecer un espectáculo".
BASURITA DE LIDIA o lo que la mayoría de los ganaderos amigos del duopolio manda. Novillotes para las figuras y toros hechos para los que apenas torean, como ayer en la México. Autoridades, del partido que sea, espantadas con el petate de Televisa, y más en materia taurina. Un público indiferente y una crítica especializada sobre todo en someterse. Por eso lo irrompible no se rompe. No es la fiesta que merecemos; es la que podemos.