Magia y numeralia de Mariano Ramos
Para celebrar el cumpleaños de su esposa, Diana Morales, hermana del ex novillero Rogelio Morales, el maestro Mariano Ramos se levanta, como todos los días, al amanecer, y corre una hora, hacia delante y hacia atrás, antes de entrenar de capote y muleta con los muchachos que impulsa. Después va a la Central de Abastos y compra costillares de res y gordos y jugosos pollos, que él mismo ayudará a dorar sobre la parrilla y servir a los invitados en el patio de su casa de Coyoacán donde conserva las cabezas del último novillo de su carrera y del toro de su confirmación en Las Ventas de Madrid.
Con mil 200 corridas en su haber y 34 años de alternativa que celebró este año en una placita del norte, Mariano tiene 54 de edad y una energía que lo mantiene alerta y esbelto, pero no le permite sentarse a charlar con los amigos en el banquete, a grado tal que el maestro Leonardo Páez le hace ver, con paradójica exactitud, que "el colmo de un hiperactivo es ser figura de la fiesta brava y tener que quedarse quieto en la cara del toro".
Hombre de excepcional poderío con la muleta y de una intuición fuera de lo común para entender el carácter de cada res que salta a la arena, el maestro Mariano Ramos posee el récord más envidiable entre la gente de su oficio: nunca ha recibido una cornada (sus peores lesiones son un puntazo en la axila y la fractura de un dedo meñique) pero, quizá en justa y equilibrada compensación, jamás aprendió a matar haciendo la suerte como exigen los cánones.
Pero si bien su legendaria deficiencia con la espada le ha significado la pérdida de cientos de orejas y decenas de rabos en todas las plazas del mundo, su amor por los animales que no tienen cuernos lo ha hecho adoptar, hasta ahora, 79 perros y gatos vagabundos, a muchos de los cuales curó y dio en adopción, mientras a los menos los retuvo a su lado y llegada la hora los enterró en un cementerio creado por él ex profeso.
Mariano Ramos es una de las figuras más importantes del tercer tercio del siglo XX mexicano, pero vive desterrado de la Plaza México por el cacique de Mixcoac.