¿Feliz año?
No se trata de echarle a perder el Año Nuevo a nadie, pero aun en esta época de fiestas decembrinas, en la que como en ninguna otra proliferan noticias sensacionalistas y listas interminables: las "frases del año", las fotos (que inevitablemente incluyen catástrofes superadas); las mejores películas, la "persona del año" (que en 2005 Time discurrió dividir en tres: Bill y Melinda Gates y Bono, el cantante de U2) y otras trivialidades semejantes, no deja de sorprender que en un bar de postín en Chicago, el Reserve Club -le digo el nombre para que ni se le ocurra visitarlo-, un ex joyero convertido en cantinero con ínfulas, que se hace llamar "diseñador de bebidas", inventó una con el título no muy original de Ruby Red (rubí rojo, o rojo rubí, si prefiere la vena poética), que tiene un precio de 950 dólares; sí, leyó bien, 950 dólares por un coctel que el malandrín sirve en copa de martini, y que a la tasa de cambio de hoy costaría 11 mil pesos.
El exótico brebaje no es una poción mágica, ni contiene afrodisiacos o líquidos rejuvenecedores, tampoco promesas de vida eterna. Sólo proporciones más o menos iguales de vodka sabor naranja, coñac, jugo de naranja, jugo de granada y un pequeño trago de champaña (de la mejor, naturalmente). Pero si el creador está dispuesto a difundir la receta, ¿qué justifica los 950 dólares? Bueno, pues un ingrediente fuera de lo común: en el fondo de la copa el excéntrico cantinero añade un rubí legítimo para que lo descubra, a menos que se lo trague accidentalmente, la mujer amada; la bebida fue obviamente "diseñada" pensando en el sexo femenino.
Sólo ha vendido tres: la primera a un forastero con pinta de exitoso hombre de negocios, que se sentó discretamente a conversar con su acompañante, una mujer joven, en la esquina más apartada del lugar, y las otras dos a fantoches locales que pretendían impresionar a su pareja y al resto de la concurrencia. Dice el "diseñador" que, no obstante los festejos, la escasa demanda lo obligará a ofrecer en Año Nuevo una versión para pobres, sin la joya, a 120 dólares el trago.
Todo eso mientras Bush continúa eliminando "terroristas" en Irak e interviniendo ilegalmente los teléfonos y correos electrónicos de miles de personas (aunque debamos reconocer que, obligado por las encuestas, haya aceptado errores propios y bajas civiles en números inferiores a los reportados por fuentes internacionales fidedignas).
Yo le otorgaría a Harold Pinter el premio a la "frase del año". Desde su lecho de hospital el Nobel de Literatura, afectado de cáncer, resumió la política exterior estadunidense con una frase memorable: "tienes que aplaudir a Estados Unidos, porque disfrazado de fuerza promotora del bien universal ha ejercido a escala mundial una deliberada y meticulosa manipulación del poder". ¡Salud!, señor Pinter, aunque no sea con una copa de Ruby Red.
Pero volviendo al Reserve Club de Chicago, para que se atraganten con sus bebidas exóticas, las últimas cifras sobre la pobreza confirman que la mitad de la población mundial, 3 mil millones de seres humanos, sobrevive con menos de dos dólares diarios, y que un millón 700 mil niños morirán sin remedio en 2006 porque las potencias han sido incapaces de eliminar la pobreza. Por increíble que parezca, Bush, antes que Kofi Annan, reconoció esta injusticia, declarando inusitadamente que a un mundo así no se le puede pedir ni justicia ni estabilidad, y miren quién lo dice.
Pero Bush no dijo, porque seguro lo desconoce, que en su país la brecha entre ricos y pobres es más amplia que en cualquiera otra de las naciones industrializadas. Las cifras, de cualquier manera, son insuficientes para expresar la humillación que sufren los pobres. Mire que frente al sufrimiento de los damnificados de Katrina en Nueva Orleáns, Le Park Meridien de Nueva York, encerrado en esa frágil pero reluciente burbuja de cristal en la que viven los que tienen todo, ofrece en esta alegre temporada una tortilla de huevo preparada con langosta y 10 onzas de caviar beluga malossol. ¿El precio?, mil dólares. Auténtico desayuno de campeones que en nuestro país sólo podría pagar el Niño Verde: ¿recuerdan sus fastuosos desayunos en el George V de París?
Pero mejor evitamos el tema de la política mexicana. No me malentienda, me tiene sin cuidado la tregua del Instituto Federal Electoral. Callo por hartazgo, para no arruinarme la vida ni desgraciarle el Año Nuevo a nadie.
Y mientras los bares en Chicago y Nueva York ofrecen bebidas decadentes para bobos, y hamburguesas marinadas en coñac y hierbas aromáticas, las izquierdas en América Latina continúan revirtiendo sistemáticamente el proceso neoliberal y globalizador de la última década para instalar gobiernos populares que ganan votos con la simple promesa de retomar la opción por los pobres: Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia, Uruguay.
Regreso a Harold Pinter: si no asumimos el compromiso de programar la realidad en que vivimos en nuestra visión política, seremos incapaces de rescatar el valor más preciado, "la dignidad del hombre". Le deseo paz, felicidad y prosperidad, a pesar de todo.