Hoy es siempre
Hacía mucho que no llegaba un zenzontle a mi ventana. Hoy lo hizo uno y pensé, ¿cómo habrá sido un zenzontle hace 100 o 500 años? Y tras deglutir la saliva que provoca una pregunta tan tonta, me respondí: Exactamente igual. Su color de otoño. El repertorio de voces que, como su nombre de origen náhuatl indica, suman cuatrocientas. Su actitud de flecha en el eje cola-pico. Célula por célula, sin clonación ni coloración de feria, es el mismo zenzontle que Humboldt estudió, o Linneo clasificó, o el rey Nezahualcóyotl cantó.
Y me pregunté si de verdad el tiempo pasa. Ya la misma duda es una sonsada, pero la respuesta que obtuve en el aire fino de la mañana alarmó la conciencia que aún poseo de mis facultades mentales: A veces, el tiempo no pasa.
Y entonces consideré algo más: en México siguen siendo frecuentes momentos, días enteros, en los cuales uno podría estar allí hace 55 o 250 años, o más. Resquicios en el espacio-tiempo sin botellas vacías de cocacola, celofanes de color eléctrico, sin rastros de "modernidad" visible.
Tal es de por sí la vida de los campesinos. Los últimos humanos para quienes no resulta anacrónico hacer lo que hacen y vivir de lo que da la tierra. Sobrevivientes porque viven de sobrevivir.
Recordé una vez en los Altos de Chiapas, décadas atrás. Debió ser un pueblo del Tenejapa que no se llamaba todavía municipio autónomo Lucio Cabañas y ni quien lo previera. Iban los indios con sus banderas desplegadas, de un rojo seco, grandes y en agitación untuosa. Un grupo de hombres en chuj y mujeres de pechera escarlata meticulosamente labrada con hilo.
Los enmarcaba el panorama silvestre de las laderas. Y eso ¿cuándo ocurría? ¿En el siglo XX o en el XVIII? ¿Eran esos indígenas ellos mismos, sus antepasados o su descendencia en las lejanías del futuro?
No importa qué dios o motivo los impulsaba, abanderados y alegres a mitad del campo sobre sus ágiles huaraches de cuero. En ese momento eran ellos mismos en un presente intacto.
Si conservara un daguerrotipo, o una polaroid de colores chillones, cabría fechar la imagen. O si fuera una toma digital y te la estuviera transmitiendo en vivo vía satélite a la comodidad de tu hogar.
Estas son las ideas que puede provocar un zenzontle en un hoy sin tiempo, que ocurre siempre.