Usted está aquí: martes 3 de enero de 2006 Mundo Guerra sin fin

Robert Fisk

Guerra sin fin

Este fue el año de la "guerra contra el terror" -esa repugnante expresión que todos repetíamos como pericos después del 11 de septiembre de 2001- y ésta pareció ser tan eterna como alguna vez dijo George W. Bush que sería. También se percibió como una empresa nada exitosa. ¿O es que alguien, después de los bombardeos a Afganistán, el derrocamiento del talibán, la invasión a Irak y las sorprendentemente trágicas secuelas, puede decir hoy que se siente más seguro que hace un año?

Nos hemos dedicado a aplastar los derechos humanos que tanto les predicamos a los rusos -y a los árabes- durante la guerra fría. Probablemente hemos debilitado fatalmente todas las previsiones que quedaron plasmadas en tratados y convenciones que firmamos al terminar la Segunda Guerra Mundial con el fin de hacer del mundo un lugar más seguro. Y encima nos ufanamos de estar ganando la guerra.

¿Dónde, por ejemplo, está el terror? En las calles de Bagdad, de seguro. Aunque tal vez se traslade a nuestro glorioso Occidente, si seguimos con esta locura. Pero el terror está también en las prisiones y cámaras de tortura de Medio Oriente. Es en estas mismas cárceles a las que hemos estado mandando alegremente a prisioneros amarrados durante los últimos tres años. Que el secretario del Exterior británico, Jack Straw, afirme que no estamos enviando a hombres a ser torturados es la más extraordinaria -más bien absurda- declaración hecha desde que se habló por primera vez de la "guerra contra el terror". Si no van a ser torturados, como el desafortunado canadiense enviado a Damasco desde Nueva York, entonces ¿cuál es el propósito de mandarlos a cualquier lugar?

¿Cómo se supone que hemos de "ganar" esta guerra si ignoramos todas las injusticias que hemos inflingido a una parte del mundo de la que provenían originalmente los aeropiratas del 11 de septiembre? ¿Cuántas veces han hablado de "democracia" Bush y Blair?

¿Y cuántas, (muy pocas) han hablado de "justicia", de corregir los errores históricos, o de poner fin a la tortura? Nuestras víctimas más importantes de la "guerra contra el terror" están, por supuesto, en Irak (lugar en que hemos perpetrado buena parte de dichas torturas).

Pero lo raro es que guardamos silencio en cuanto a los horrores que el pueblo de Irak está padeciendo. Ni siquiera sabemos -o no se nos permite saber- cuántas personas han muerto. Sabemos que sólo en julio pasado mil 100 iraquíes murieron a causa de la violencia. Ese es el terror.

¿Pero cuántos han muerto en otras ciudades de Irak; en Mosul, Kirkuk, Erbil, Amara, Fallujah, Ramadi, Najaf, Kerbala y Basora? ¿Serán 3 mil sólo en julio? ¿O 4 mil? Si estas estimaciones son correctas hablamos de entre 36 mil y 48 mil muertos en el año que pasó; y con esto, se vuelve conservadora esa cifra que calculaba 100 mil muertos entre 2003 y 2004 que fue tan ridiculizada por Blair ¿no es cierto?

No hace mucho, según recuerdo, Bush nos explicó que algún día todos los árabes desearán tener las libertades que hay en Irak. No puedo imaginarme a un árabe hoy que desearía tan mala fortuna, mucho menos ante la naturaleza cada vez más sectaria de las autoridades iraquíes, por muy electas que sean.

El año 2005 permitió a Ariel Sharon lograr su objetivo de convertir su guerra colonialista en parte de la "guerra contra el terror". También permitió que la violencia de Al Qaeda fuera popular en más países árabes. Jordania se agregó a Egipto. Pobres de quienes ahora estamos atrapados dentro de la enorme maquinaria militar inmiscuida en Medio Oriente.

Los iraquíes a veces me preguntan por qué están las fuerzas estadunidenses -aéreas o terrestres- en Uzbekistán, o en Kazajastán o en Turquía, Jordania (o en Irak), Kuwait, Qatar, Bahrein, Omán, Yemen, Egipto y Argelia; (existe una unidad especial estadunidenses en una base cerca de Tamanrasset, que coopera con el mismo ejército argelino que estuvo involucrado en la matanza de civiles en la década de los 90).

De hecho, con sólo una ojeada al mapa puede verse a los estadunidenses en Groenlandia, Islandia, Gran Bretaña, Alemania, la ex Yugoslavia y Grecia, donde nos unimos con Turquía. ¿Cómo fue que surgió esta cortina de hierro, desde los hielos nórdicos hasta las fronteras de Sudán? ¿Con qué propósito? Estas son las preguntas claves que deben ser del interés de cualquiera que esté tratando de entender la "guerra contra el terror".

¿Y qué hay de los atacantes con bombas? ¿De dónde vienen estos ejércitos de suicidas? Todavía estamos obsesionados con Osama Bin Laden. ¿Está vivo? Sí. ¿Es relevante? Muy probablemente no, porque él creó a Al Qaeda. El monstruo ya nació. El desperdiciar nuestros millones buscando a personas como Bin Laden es tan inútil como arrestar a científicos nucleares después de que se inventó la bomba atómica. El daño ya está con nosotros.

¡Ay! Mientras no atendamos los problemas reales en Medio Oriente, o tomemos en cuenta su sufrimiento y su injusticia, Al Qaeda seguirá con nosotros. Mi año 2005 comenzó con una enorme explosión en Beirut, a sólo 400 metros de distancia de mí, que mató al ex primer ministro Rafiq Hariri. Continuó el 7 de julio con una bomba que hizo volar dos trenes detrás de mí en la línea de Picadilly. Oh, este peligroso mundo en que vivimos.

Supongo que en estos días todos tenemos que hacer nuestros propósitos personales. El mío es que no voy a permitir que el 11 de septiembre de 2001 cambie mi mundo. Bush debe creer que 19 asesinos árabes cambiaron su mundo, pero no les voy a permitir cambiar el mío. Espero estar en lo cierto.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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