Católicas
por Derecho a Decidir
La juventud ante la vulnerabilidad del VIH
La juventud
de hoy vive tiempos de cambios, revoluciones tecnológicas, desarrollo
de la cibernética y la robótica, innovaciones en tratamientos
médicos, así como una apertura a la libertad de expresión
en los medios de comunicación; todo esto nos pudiera dar la
idea de que tenemos los elementos para poder tener una vida saludable
y un ejercicio integral de nuestra sexualidad. No obstante nos enfrentamos
a la presencia de una de las más complejas pandemias, la del
VIH/sida, frente a la cuál no podemos ser ajenas. Ante ello,
nos encontramos en una situación de clara vulnerabilidad, un
hecho que alimenta las condiciones adversas de la vida que todas y
todos enfrentamos y nos deja desvalidos ante el ejercicio de nuestra
sexualidad. Hay que entender la vulnerabilidad como un estado de indefensión
condicionado por la cultura, la edad, la pobreza, el sexo, el origen étnico,
las oportunidades para tener o no acceso a sistemas de salud eficaces.
Todos estos factores, así como el nivel educacional y la estructura
familiar son determinantes básicas que pueden incrementar el
nivel de vulnerabilidad.
También existen otros factores que nos ponen a las jóvenes
y los jóvenes en una situación de riesgo: desde el acceso
a la información y la sensibilización a la misma, hasta
los tabúes y prejuicios que rodean a nuestra sexualidad, así como
la moral sexual tradicional que impide que se reconozca a los jóvenes
como sujetos morales capaces de tomar decisiones responsables en el ejercicio
de su sexualidad. El enfoque de género, que considera a los hombres
y las mujeres como sujetos históricos construidos cultural y socialmente
y que se traduce en relaciones de poder asimétricas entre ambos,
también nos ayuda a entender cómo esta asimetría
pone en desventaja a las mujeres en los aspectos de negociación
y uso consistente del condón.
En la actualidad todavía la mayoría de familias tiene miedo
de proporcionar la información adecuada a sus hijos e hijas, por
el prejuicio de que los jóvenes se vuelven promiscuos; pero deben
saber que ésta es una herramienta imprescindible para evitar los
contagios por VIH/sida. La influencia del marco moral de las familias
no inhibe necesariamente el que los jóvenes tengan relaciones
sexuales; en cambio sí contribuye a que se cuiden menos. Un ejemplo
de este hecho lo proporciona una encuesta preliminar realizada a jóvenes
de 15 a 17 años en la que es muy claro que la influencia de las
ideas familiares en el autocuidado de los jóvenes tiene relación
con la vergüenza que les provocaría comprar un condón
en una farmacia: una tercera parte de ellos dice que sentiría
vergüenza al comprarlo y de estos, el 44 por ciento cree que le
faltaría al respeto a su familia por tener relaciones sexuales
antes del matrimonio.
De los jóvenes que han tenido relaciones sexuales con su novio
o novia actual o anterior, el 50 por ciento considera que es imposible
que él o ella les haya infectado de VIH u otra infección
de transmisión sexual y la razón principal que dan es que "lo
o la conocen bien". (Un 56 por ciento de los jóvenes lo declara
así). Esto nos lleva a pensar que los jóvenes privilegian
la confianza por encima de su seguridad.
En el tema de la vulnerabilidad hay tres elementos clave que se vinculan
con la falta del autocuidado entre los jóvenes: las ideas inculcadas
en la familia, la vergüenza y la culpa. A estos factores habría
que agregar la falta de información y las propias ideas sobre
la moral sexual que tienen arraigadas los jóvenes. Parecería
ser que, en efecto, las jóvenes y los jóvenes manejan información
incompleta o imprecisa sobre factores de riesgo, especialmente en relación
con el VIH/sida, pues un 58.7 por ciento no sabe o considera poco probable
o casi imposible la infección por tener sexo oral.
Ante esta situación, la propuesta de Católicas por el Derecho
a Decidir insiste en que para incrementar la prevención del VIH/sida
es necesaria, en primer lugar, la educación integral para la sexualidad
desde los primeros años de la enseñanza básica.
De la misma manera, es necesario promover el respeto y la comunicación
en las relaciones de pareja, para que las mujeres no se vean afectadas
por las relaciones inequitativas de poder tradicionales que están
causando un escandaloso aumento de mujeres monógamas infectadas.
Si bien un alto porcentaje de los jóvenes ha solicitado información
a sus maestros sobre el uso del condón (53.5 por ciento) y sobre
el VIH/sida (63.1 por ciento), la mayoría considera que les hace
falta información y educación sexual para tener una vida
sexual sin riesgos (65.4 por ciento lo considera así).
Finalmente, mientras abrimos todos estos diálogos entre padres,
madres, docentes y jóvenes, es radicalmente importante que la
promoción del uso del condón no se detenga por ninguna
causa, ya que es la única herramienta científicamente avalada
para la protección del VIH.
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