Sitian los Reyes el Centro Histórico
Videojuegos, la elección de 93.8 por ciento de los niños mexicanos: Profeco
Cientos de personas abarrotaron las principales calles del Centro Histórico, tiendas comerciales y departamentales, así como bazares instalados en algunas explanadas delegacionales en busca de los juguetes que la madrugada de este viernes Melchor, Gaspar y Baltazar dejarán en sus hogares.
Las compras de último momento hicieron imposible caminar por Eje Central, Meave, Corregidora, Correo Mayor, Anillo de Circunvalación y San Pablo, donde el comercio ambulante ofreció todo tipo de juguetes: muñecas, autopistas, carros de control remoto, bicicletas y hasta consolas de juegos de videos, con un disco original y nueve copias, "probadas y garantizadas" por 2 mil 500 pesos, producto que tiene gran demanda.
De acuerdo con el estudio Cómo se divierten los niños, elaborado por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), 93.8 por ciento de los niños mexicanos prefieren un juego de video y sólo 49 por ciento desearían un balero tradicional. El juguete fabricado en el país difícilmente puede competir con productos "más sofisticados", reconoce la Asociación Mexicana de la Industria del Juguete (Amiju).
Su presidente, Miguel Angel Martín, menciona que para ello se requieren aplicaciones de sistemas eléctricos o electrónicos, aunque algunas empresas nacionales comienzan a "dar los primeros pasos" en el diseño y elaboración de juguetes o juegos que necesitan inversión en tecnología.
Los productos nacionales están hechos para durar varios años, pero los chinos, que son malos en ese renglón por sus componentes de mala calidad, tienen presentación llamativa, "de la que carecen nuestros productos".
Los resultados: un crecimiento "moderado" en el sector el año pasado de entre 6 y 6.5 por ciento, que "permite ver la luz" después de la caída que sufrieron en la década de los 90 con la apertura comercial "tan repentina y para la que no estábamos preparados", señala, aunque la mayoría se inclinó ayer por la adquisición de productos asiáticos, más accesibles a su bolsillo.
El traslado se realizó, principalmente, por las líneas 1, de Observatorio a Tacubaya, y 2, de Tasqueña a Cuatro Caminos, donde la afluencia de usuarios, con grandes bolsas o cajas, superó las expectativas del organismo y los elementos de vigilancia y seguridad adscritos a estaciones como Pino Suárez, Zócalo, Allende, Bellas Artes, Hidalgo, Revolución y Merced tuvieron que "controlar" el acceso.
La entrada o salida de vagones se convirtió en un martirio y provocó la interrupción de las puertas de acceso en diversas ocasiones y, por ende, el retraso del servicio y mayor concentración de pasajeros en andenes. "Las filas de gente con bicis, pelotas, patines eléctricos o del diablo no para desde mediodía, y todos esperan turno para avanzar, pues les sale más barato viajar en Metro que en autobús", señalaron agentes de la policía auxiliar.
Los trolebuses y autobuses que circulan en Eje Central también tuvieron mayor aforo de pasajeros, cuyos bultos voluminosos apenas pasaban por la puerta y entorpecían el paso hacia la parte intermedia de descenso. La misma situación se observó en los microbuses y autobuses, que resultaron insuficientes ante la creciente demanda, al igual que los taxis, aunque varios operadores "acordaban" la tarifa a cobrar según lo "estorboso o grande que eran los juguetes y los pocos carros que circulaban".
Sin embargo, como cada 6 de enero, las compras de última hora salieron más caras a los Reyes, porque no encontraban lo solicitado o, si lo hacían, era a un costo mayor, tanto en los comercios establecidos como en el ambulantaje.
Lo anterior no impidió que los productos fueran adquiridos, para que "los niños no pierdan la ilusión de esta fecha", decían los compradores, mientras otras familias estimulaban la tradición mediante fotografía en el Monumento a la Revolución y el envío de cartas en globo o por correo certificado.