DESFILADERO
Ramona
Muere la segunda gran protagonista del 94
Mujeres, una laguna en el discurso de AMLO
Bush se tambalea; Fox y Derbez, catatónicos
CUATRO SON HASTA ahora las lagunas que esta página ha identificado en el discurso de campaña de Andrés Manuel López Obrador: las mujeres, los jóvenes, la cultura y los subsidios agrícolas. El pasado 17 de diciembre, una lectora escribió desde la ciudad más norteña de la frontera grande las siguientes palabras con la esperanza de que se las transmitiera al candidato presidencial de la izquierda:
"Después de leer los 50 compromisos, me pareció inaudito que en el siglo XXI -vaya, me anonadé, me quedé con la boca abierta, los ojos cuadrados, la respiración agitada, la mente inquisitiva y todo lo demás- no exista una sola mención a las mujeres como sector social subordinado y falto de mucha legislación todavía para encaminarse hacia la equidad. La respuesta que me dieron las representantes de AMLO aquí en Tijuana es que éste había nombrado a muchas mujeres en su gabinete en el Distrito Federal. Pero desgraciadamente, esto sólo destaca la falta de comprensión del problema como un fenómeno no sólo de representación, sino de desigualdad socioculturalmente amparada en todas las estructuras y mecanismos de producción y reproducción social. Que en 50 compromisos no se haya podido contemplar algo que debió haber estado como una declaración de principios antecediendo todo, dado que las mujeres somos más de la mitad de la población, me deja con serias dudas acerca de un programa político que, por lo demás, tendría que apoyar sin pensarlo ni un ápice."
Y firma EM, cuyo nombre reduzco a iniciales porque no le pedí autorización para publicar sus ideas, pero las doy a conocer porque éste será el único espacio a lo largo de la campaña y después del triunfo que estará a disposición de los lectores de Desfiladero para mandar mensajes a López Obrador. ¿Cómo podría sintetizarse en 10 puntos la plataforma del próximo gobierno federal para las mujeres? Se aceptan propuestas, breves y concisas, y cuando haya material suficiente para integrar una muestra representativa se desplegarán aquí.
EM apunta que las mujeres constituyen más de 50 por ciento de los habitantes del país, pero la diferencia numérica no es apabullante (lo que no atenúa ninguna observación, sólo aporta un dato duro). Según el censo del INEGI de 2000, en México vivían 97 millones 500 mil personas, de las cuales 49.5 millones eran del género femenino y 47.5 del masculino. Hoy, cuando los cálculos estimados por la ONU suponen que somos 106 millones, ¿cabría deducir que la cantidad de mujeres ascendió a 54 millones y la de hombres a 52?
Sea cual sea la cifra, dolorosas noticias procedentes de Chiapas informan desde las últimas horas de la tarde de ayer sobre la muerte de una mujer extraordinaria, la comandanta insurgente Ramona, dirigente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que marcó la etapa inicial de la rebelión indígena del sureste, primero cuando desplegó la bandera mexicana con el subcomandante Marcos en la catedral de San Cristóbal de Las Casas (obligando a Manuel Camacho a saltar de su asiento y colgarse del lábaro), y después cuando llegó al Distrito Federal, el 12 de octubre de 1996, para inaugurar el Congreso Nacional Indígena (CNI).
Ramona, como todo mundo sabe ahora, estaba enferma de los riñones y, por tanto, condenada a morir en las montañas clandestinas alrededor de Oventic, donde no tenía la menor posibilidad de recibir un trasplante, pero tampoco de lavarse las toxinas de la sangre mediante el procedimiento clínico de la diálisis. Cuando la conoció en la casa de don Samuel Ruiz, contigua a la catedral de San Cristóbal, la doctora Alejandra Moreno Toscano, principal colaboradora de Camacho en aquel tiempo, quedó hondamente impresionada por la entereza moral de esa mujer tan chiquita y tan grande.
En un libro que nunca fue publicado, pero del que ofreció adelantos en una revista semanal, la doctora Moreno Toscano relató que al saber de la enfermedad de Ramona, con autorización de Camacho -entonces, recuérdese, comisionado nacional para la paz en Chiapas-, le ofreció atención médica inmediata, gratuita y del más alto nivel, pero la respuesta de la dirigente tzotzil fue tajante: "Nosotros nos levantamos en armas para que todos nuestros pueblos tengan salud, no para que me curen a mí". Y, fiel a sus palabras, volvió a San Andrés Larráinzar a seguir luchando hasta la muerte.
La más temible
En el verano de 1996, Marcos puso en marcha una nueva campaña política para potenciar al muy joven CNI y, de paso, lograr que Ramona llegara a la ciudad de México y recibiera en transplante un riñón que iba a donarle su hermano, quien gracias a estudios de laboratorio había comprobado que era compatible con la pequeña e invencible guerrera. Ernesto Zedillo estaba vendiendo a Europa y Japón la deuda contraída con el gobierno de Clinton en 1995 y necesitaba dar una imagen de estabilidad política absoluta; Marcos blofeó con que vendría personalmente al DF y, para frenarlo en seco, el hombre del "no cash", como se llamaba al tecnócrata de Los Pinos, accedió a que una delegación de "hasta tres comandantes indígenas" realizara el viaje en lugar de él.
Pero entonces Marcos cerró el episodio con broche de oro: anunció que la delegación estaría formada por una sola persona, "el arma más temible del EZLN", y ésta resultó ser la comandanta Ramona. De tal suerte, acompañada por diputados y senadores de la Cocopa en el único avión que abordó en su vida, Ramona voló al DF, inauguró el CNI en el auditorio del Centro Médico, habló en el Zócalo ante más de 50 mil personas, y luego, bajo los cuidados de Javier Elorriaga y un grupo de amorosas y diligentes mujeres, desapareció de los medios y de los ojos del mundo para internarse en un hospital del sur de la ciudad de México y comenzar una nueva vida con el riñón de su hermano.
Aquella fue una de las jugadas políticas más geniales de Marcos y la historia la conservará intacta en sus libros. Según tracendidos de aquel momento, Zedillo había reaccionado igual que la doctora Moreno Toscano, ofreciendo a Ramona la ayuda médica del gobierno federal. Cuando los zapatistas, como era de esperarse, rechazaron de nuevo la oferta, se produjo una breve polémica interna acerca de lo contradictorio que parecía que un movimiento revolucionario optara por la medicina privada y pagara el costoso tratamiento con sus recursos, en vez de exigir la atención de la medicina pública vista como un derecho ciudadano. Imperaron, se dijo entonces, razones de seguridad personal.
Ramona convaleció en una casa de monjas en algún lugar del DF y volvió a Oventic, no bien se sintió fuerte, algunos meses después. Muy vagas fueron desde entonces las noticias referentes a su persona. El trasplante le permitió vivir una década más, pero la muerte la alcanzó al fin sobre la carretera entre San Andrés y San Cristóbal, así como en 2004 había segado la existencia del inolvidable don Amado Avendaño, quien por no pedir ayuda a Pablo Salazar Mendiguchía fue trasladado a Comitán en pos de un remedio imposible y, al regresar desde allá hasta la capital coleta, expiró, igual que Ramona, en el camino.
Esta es la segunda protagonista de la gran batalla de 1994 que se extingue, mientras el subcomandante Marcos, ahora autorrebautizado como delegado Zero -en aparente homenaje a Edén Pastora, el ex comandante Cero de Nicaragua, que hoy milita en la derecha-, inicia su recorrido por el país tratando de reconstruir el Frente Zapatista de Liberación Nacional y haciendo revelaciones sorprendentes, como la de anteayer en la plaza pública de Chiapa de Corzo, donde aseguró que le "ofrecieron hasta la Secretaría de Gobernación a cambio de que firmáramos la paz de 1994", tema que pondrá de cabeza a los historiadores del movimiento y despertará, tal vez, más preguntas que respuestas.
El noño y el muro
Arranca el año en un contexto internacional favorable a las apiraciones descolonizadoras de América Latina. Brasil y Argentina han liquidado su deuda con el Fondo Monetario Internacional, provocando ira y frustración en Washington; la socialista Michelle Bachelet se prepara a ganar las lecciones presidenciales del día 15 en Chile; el presidente electo de Bolivia prosigue recabando apoyo político y económico de Cuba, Venezuela y, ahora, España, y la candidatura de López Obrador, siempre al alza, fortalece las expectativas de un bloque económico antimperialista en nuestra región.
Esto sucede mientras George WC, derrotado militarmente en Irak (todo es cosa de tiempo), atraviesa dos crisis políticas de gran envergadura que le pueden y le van a costar la cabeza: el espionaje contra miles de ciudadanos estadunidenses, por el cual tendrá que ser llevado a juicio, y la estafa con sobornos a cargo del cabildero Abramoff, que involucra a toda la elite republicana y ha salpicado ya la oficina oval de la Casa Blanca.
Bush se tambalea y su aliado más firme en Israel agoniza cuando trataba de lavar su imagen de asesino compulsivo; la ultraderecha alemana, ahora en el poder, lanza un ataque desde la televisión contra Cuba, acusando a Fidel por el asesinato de Kennedy. Blair va en picada, Berlusconi perderá las elecciones a finales de marzo y en España los fascistas no levantan cabeza. El frente interno de Occidente se desorganiza y sus dirigentes caerán en graves contradicciones, y, catatónicos y esperpénticos, analfabetas de la táctica y de la estrategia, Fox y Derbez gesticulan boquiabiertos frente al muro de la frontera norte, que si algo nos permitirá desarrollar en el próximo sexenio será una política exterior más firme y reivindicativa frente a Estados Unidos.
No es verdad que todo sería igual en América Latina si hubieran llegado al poder los contrincantes derechistas de los actuales presidentes de Brasil, Uruguay, Argentina, Chile y Venezuela. Tampoco es verdad que nada cambiará si el 2 de julio en México el pueblo derrota y entierra al PRIAN.
(Aviso: el nuevo buzón de esta plana es el que aparece aquí abajo.)