Un compromiso histórico
1. Para Platón, Himeros y Pothos eran hijos de Eros. Himeros representa el deseo hacia algo o alguien que se encuentra al alcance de la destreza o del genio humano. Pothos es la añoranza hacia un objetivo que no es alcanzable. Puesto que el objeto de esta añoranza sólo podría ser alcanzado en un mundo mejor, no es extraño que Pothos estuviera asociado con la trascendencia. La idea de la añoranza, del pothos, se encuentra en los trabajos de filósofos neoplatónicos como Plotinus. Sobre Pothos e Himeros lo que se trasluce es una tensión profundamente contemporánea entre propósitos y realidades. Entre las exigencias de la responsabilidad y los deseos de la convicción. Más allá de la circunstancia específica en la coyuntura actual en México, es indispensable reconocer esta tensión y sus posibles desenlaces, sus caminos alternativos. Esto es, asumir los retos y los peligros que se ciernen sobre las democracias contemporáneas, al tiempo que se reconoce que las posibilidades de sortearlos están al alcance del compromiso ciudadano.
2. Esta tensión en la política moderna podría devenir en un deseo ardiente por conocer y experimentar nuevos e innovadores mecanismos de solución de conflictos. Una proclividad a la rectificación para avanzar hacia el objetivo de una mejor convivencia humana. Una pasión.
3. Si buscáramos realizar un ejercicio de construcción de alternativas posibles desde la izquierda, desde el progresismo -como las múltiples iniciativas que se vienen impulsando en los últimos meses en América Latina- habría que inventariar los temores centrales. Tanto de las elites como de los ciudadanos. Las elites económicas buscan estabilidad y certidumbre. La memoria es fresca todavía de lo que la ausencia de ambas significó y aún significa en algunos países. Los ciudadanos buscan seguridad y bienestar. Seguridad frente a las intromisiones del poder estatal o de otros poderes. Bienestar, es decir ausencia de pobreza, desnutrición. Sobre todo oportunidades para progresar junto a sus familias.
4. Pero América Latina es la región con la peor distribución del ingreso del mundo. No es sólo un problema de pobreza o hambre, que en términos absolutos se concentran en otras regiones del mundo. Pero la mala distribución del ingreso conduce a un acceso desigual a otros bienes públicos, como la educación o la cultura. También refuerza una estructura de poder inequitativa que bloquea las iniciativas populares y genera una oligarquía de organizaciones desbalanceando las representaciones de intereses legítimos.
5. Esto se sabe desde siempre. Aunque el debate ha sido interminable entre que viene primero crecimiento o distribución, hasta los ortodoxos reconocen que en América Latina el crecimiento, el bienestar y la seguridad pasan por una mejor distribución del ingreso. En condiciones en que hay una peligrosa acumulación de tensión entre la opulencia que no reparte y la miseria que no retrocede (Lula) el resultado seguro de la falta de políticas de desarrollo activas es el vacío institucional y la exclusión social.
6. Recapitulemos por otro lado sobre las movilizaciones sociales recientes en América Latina en general y en México en específico. No hay un sólo país que en los últimos tres años no haya experimentado expresiones de protesta o descontento popular. La primera consecuencia de la ciudadanía ganada o reconquistada en la última década y media es la presencia de una sociedad activa y vigilante. Estas movilizaciones son posicionamientos ante los cambios a partir de una estrategia anticipatoria de actores sociales que se sienten afectados por el surgimiento de nuevos arreglos institucionales o por el abandono de antiguos.
7. Dada su propia naturaleza, la movilización social puede ser alentada através de mecanismos que facilitan la innovación y la experimentación, y que canalizan el impulso social a partir de acuerdos mutuos basados en una ética de la responsabilidad. Esta ética, que asume los derechos adquiridos como un ejercicio permanente de responsabilidad pública brinda certidumbres a los distintos actores sobre el curso probable que tomarán los cambios.
8. El mensaje de todas estas movilizaciones parece relativamente claro. Se reclama mayor igualdad de oportunidades y se rechaza una visión de justicia redistributiva centrada en acuerdos corporativos. Se demanda participar en la toma de decisiones y en su puesta en marcha. Su principio unificador es una visión ampliada de la noción de soberanía popular, que funde el principio de la igualdad con el principio del sufragio. Supone diversas formas de expresión de autonomía de los actores sociales. En esta perspectiva el principio de justicia se articula con el principio de democracia. La libertad, el concepto clave, implica una equitativa participación en las diversas instancias de la sociedad y del Estado. Este es el inicio de un compromiso histórico entre dos grandes familas del pensamiento político que frecuentemente se confrontaron planteando opciones excluyentes. Hoy Patricia Mercado, candidata del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina, continuará a partir de su registro ante el IFE y acompañada por muchas mexicanas y mexicanos, una construcción política de ese compromiso histórico.