MELON
Las fiestas de antaño
ANTES QUE NADA, permítame, mi enkobio, desearle un cúmulo de parabienes no sólo en esta época, sino el resto de su existencia. Además, una sugerencia por el mismo boleto, en caso de que no se le ocurra qué regalar, hago de su conocimiento que están a la venta dos paquetes de tres discos, uno en Discos Musart y el otro en Sony BMG, completamente de ganga. Así que contribuya con este humilde sonero.
ESTA EPOCA ME pone triste; todo ha cambiado y, por supuesto, la escasez de trabajo para los soneros se acentúa, lo cual no sucedía. Esta temporada era de bonanza para el gremio y, lógico, esperada con ansiedad.
HABIA LUGARES PARA todas las clases sociales, al alcance de todos los bolsillos. Sitios donde éste, su asere, actuó en diferentes ocasiones. Vienen a mi memoria el Casino Militar y el Bugambilia en dos posadas de "maca la cachimba", compartiendo tarima con la orquesta de Luis Arcaraz y su servilleta, formando parte de la Orquesta Latina de Chucho Rodríguez, lo que para éste, su nagüe, fue un lujo y un logro invaluable.
EN LA ORQUESTA de Luis Arcaraz había elementos de gran calidad y enorme profesionalismo: Vicente Flores, Chilo Morán, Daniel Flores, Cuco Valtierra, El Arabe, Pilón, Vitillo, Tino Contreras y mil perdones a los que me faltaron, pero el alka seltzer (alzheimer) no me suelta. Esas noches mis oídos se dieron un banquete doble, porque la orquesta de Chucho tenía lo suyo, y en qué forma. Cada orquesta en su estilo era toda una garantía.
CON CHUCHO RODRIGUEZ la sección de metales estaba integrada por Mezcalilla, Memo Aragón, Picalagua y El Chino Jaimes, quien más tarde grabaría Cerezo rosa con Pérez Prado, que fue todo un hit mundial. En los trombones, Romeo y El Apo, todo un personaje que nos dejó anécdotas a granel; en los saxos, Toño El Ojón, El Pocho, El Siete Basulto, Lucho Candela y El Torito. La sección de percusiones: Jorobado Borda, El Ruso y El Rango; en el bajo, Chiquis, y al piano, Luis González Pérez, el inolvidable Viejo.
SI USTED, MONINA, no escuchó esta orquesta, trate de conseguir sus grabaciones, ya que quedaron para la historia. Me atrevo a decir que a 50 años de distancia no ha salido algo mejor en nuestro medio sonero. Puedo nombrarle, mi yeneka, Esta noche corazón, Sin razón ni justicia, Cinturita, Estás frizao, cantadas por Tony Camargo y Beny Moré.
CON LA ORQUESTA de Chucho hice mi primera grabación como solista para la marca Musart, y durante dos o tres años viajé por casi toda la República cantando y gozando del apoyo de esa banda.
TAMBIEN HICIMOS TEMPORADAS en teatros de revista, así como programas de televisión producidos por Elías Smeke y actuaciones en todos los salones de baile de aquella época. Inauguramos El California e hicimos una gira por la costa del Pacífico, precursora de la que relató José Alfredo Jiménez en su Caballo blanco, pues también salimos de Guadalajara y llegamos hasta Ensenada.
QUISIERA PODERLE DESCRIBIR con exactitud el sonido y calidad de esa orquesta. Este, su enkobio, era presa de una emoción indescriptible tan sólo de escuchar la rúbrica que era Cosas del ayer, canción de Chucho que tuvo gran aceptación. Según reza la leyenda, la escribió en Veracruz en un viaje que hizo con el Son Clave de Oro, cuando pertenecía a este inolvidable grupo que hizo historia.
HABLANDO DE ESA EPOCA que muchos llaman "de oro" del son cubano en México, lo notable es que la orquesta de Chucho Rodríguez, al quien apodaban Caramelo, haya destacado entre tantos buenos exponentes que coincidieron en nuestro DF, como la orquesta del Caballero Antillano Arturo Núñez y los conjuntos que llenaron de jícamo, biancomo y saoco los cabarets de aquellos tiempos.
HACE MUCHO TIEMPO que no sale un exponente sonero con calidad de exportación, que pueda compartir tarima con lo que venga de otros lares, lo cual antaño impidió de 1945, año en que llegó el Conjunto Matamoros con Beny Moré, a 1954, cuando arribó la Orquesta América, la importación de orquestas de otros países.
PUEBLA POR ALGUN tiempo tuvo uno de tantos grupos con el nombre de Veracruz, que contó con el sabor y sapiencia de Cheo Marquetti; en el puerto de Veracruz, el son del mismo nombre de Víctor Olivares Valeque y el Anacaona, de Federico Sánchez, pusieron a gozar al público del puerto. Por fortuna pude gozar gran parte de esa época a la cual dedico una lágrima furtiva. ¡Vale!