Los muros y las murallas de la historia
El muro de Cisjordania. Como parte muy importante del conflicto entre Palestina e Israel, no se puede dejar de considerar la construcción del muro que están erigiendo los israelíes desde hace un año en Cisjordania para separar ciertos territorios palestinos, de manera que según el Mosad , que atiende los servicios secretos externos de Israel, así como el Shin Beit lo hace con la seguridad interna, les proporciona la seguridad que necesitan los judíos de Israel. El muro, que costará 2 mil millones de dólares, tendrá mil kilómetros de longitud y ya lleva 180 construidos, dejará aisladas las principales ciudades de Cisjordania como son Jenin y Naplusa, a 50 kilómetros al sur dentro de las áreas de control palestino; Tulkarem -que ya está encerrada en la parte terminada del muro-, Kalkilia y Salfit. La única ciudad que queda cerca de la margen occidental del río Jordán es Jericó, y también Ramallah en la zona central, donde asentaron su cuartel general la Autoridad Nacional Palestina y Yasser Arafat.
Quedarse en Kalkilia, que ya está completamente amurallada, ha sido un acto de resistencia para los palestinos. Con 85 mil habitantes, ha quedado bajo un gran cerco de concreto con una sola entrada vigilada por soldados israelíes. Las huertas de olivo han quedado al otro lado del muro y los granjeros no pueden acceder a su tierra, por lo que han perdido buena parte de los recursos hidráulicos de la ciudad y se les ha confiscado más de 30 por ciento de las tierras cultivables; la desocupación en Kalkilia es de aproximadamente 70 por ciento. Los palestinos que aún resisten la presión israelí habrán de emigrar y seguramente abandonarán sus tierras, que serán ocupadas por Israel.
Jerusalén la vieja, la ciudad santa de árabes musulmanes y católicos, como de los propios judíos, está al norte del muro en construcción y quedará encerrada. Cerca hay algunos asentamientos de judíos y la muralla continuará aislando los asentamientos israelíes de las áreas bajo control palestino, para llegar así hasta Hebrón, que está rodeada también de asentamientos israelíes cerca ya del mar Muerto y de la frontera sur con Israel, en el extremo de Palestina. Para poder construir el muro, según se explica en El País Semanal, los soldados israelíes han arrancado de tajo más de 50 mil olivos en producción.
La ciudad de Tulkarem, en la frontera con Israel, cerca del extremo norte de Cisjordania, entre Jenin y Naplusa, será la próxima en quedar encerrada con sus 150 mil habitantes. La primera parte del muro, hecho de enormes bloques de concreto hasta de ocho metros de altura para separar a esta ciudad de Israel, ya está terminada, y se construye la muralla del este, por lo que muy probablemente en unos días más Tulkarem quedará encerrada con las plantas de producción de aceite más importantes de los territorios palestinos. En la actualidad, tanto la industria del aceite de olivo como la de la construcción y la cantería han ido parando, y el desempleo alcanza ya a 85 por ciento de la población.
Bartha es una de las ciudades que también se han convertido en emblemáticas tras la partición del Estado palestino por acuerdo de la ONU en 1948, al proclamarse el Estado de Israel. Actualmente unos 4 mil vecinos que viven en Bartha del este hacen ondear la bandera palestina y la otra parte de la ciudad ya se considera israelíe por lo que izan la bandera de Israel en lo que fue una sola ciudad antes de 1948.
De poco ha servido el gran muro que levanta Israel a todo lo largo de Cisjordania para contribuir en algo al conflicto entre árabes e israelíes. Es cierto que la importancia religiosa para árabes, judíos y cristianos es un ingrediente de trascendencia para mantener vivas las pasiones que hoy por hoy se ven irreductibles desde que bajo el dominio del imperio otomano fue ocupado mayormente por los árabes hasta nuestros días. Por otra parte, desde el acuerdo entre Israel y Palestina (28 de septiembre de 1995), el ejército israelí se retiró de seis de las siete más grandes ciudades palestinas en Cisjordania y de 460 pequeñas ciudades y villas, aunque todas estas medidas pacificadoras parecieron nulificarse desde que en junio de 2002 el primer ministro israelí, Ariel Sharon, decidió iniciar la construcción del "muro de seguridad" con el propósito de "prevenir la entrada de terroristas palestinos a Israel como una reacción de defensa propia".
A partir de entonces, organizaciones internacionales y algunos estados se han opuesto a la construcción del muro divisor. En julio de 2003, Condoleezza Rice expresó críticas a nombre del gobierno estadunidense a esos métodos excluyentes, y a pesar de ello y de la oposición internacional a la construcción Sharon declaró que "el muro contribuye a la seguridad y nos conduce a nosotros a la paz".
En agosto de 2003, George W. Bush afirmó que el muro amenaza la paz e incluso advirtió que Estados Unidos expresaría su desacuerdo recortando fondos a Israel; días después la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas recomendó detener la construcción, que viola la Convención de 1996 del Libre Movimiento de los Pueblos, firmada por Israel. El 8 de diciembre de 2003, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución pidiendo a la Corte Internacional de Justicia pronunciarse respecto a las consecuencias legales de la edificación del muro de Israel en Cisjordania.
En nada ha contribuido el muro para pacificar las organizaciones radicales palestinas que desde la Franja de Gaza han decretado el final de la tregua con Israel, iniciando el 2 de enero de 2006 con la quema de un local de Naciones Unidas en Gaza por vender alcohol.
El brazo armado de Al Fatah, que preside Mahamud Abbas, declaró que "la tregua está muerta; Israel la mató antes de que expirara con su ocupación y asesinatos. La fórmula es bombardeo por bombardeo y objetivos civiles por objetivos civiles", declaró el portavoz de las brigadas de los Mártires de Al Aqsa, por lo que lo dicho por Sharon, respecto a que por medio del muro se conduciría el conflicto Israelo-Palestino a la paz, no tiene ninguna validez en absoluto.
Tal parece que la lección es la inutilidad de los muros y las murallas que han hecho historia: desde la de China, que se prolongó por más de 2 mil años; el de Berlín, que fue una espina irritante durante 28 años desde la posguerra, y más recientemente el muro de Cisjordania. No solamente no han cumplido sus propósitos de defensa ni de seguridad interna, sino mucho menos los de lograr la paz mediante complicadas y costosas acciones que sólo han contribuido a dividir a los pueblos y a exacerbar los conflictos que las más de las veces tienen su raíz profunda en la grandísima asimetría social que se refleja en sus paredes.
En esta serie de tres artículos, hemos tratado de describir la ambivalente posición que diversos presidentes estadunidenses han asumido a lo largo de la historia, en lo que a dichos muros se refiere, habiendo fracasado generalmente en relación con sus propósitos originales. Se podrían agregar otros muros de carácter virtual, como la llamada cortina de hierro de la Unión Soviética, que tampoco sirvió de nada para evitar el colapso estrepitoso que sufrió antes de terminar el siglo XX. Quisiéramos terminar expresando nuestros votos por que Estados Unidos no vuelva a cometer otro error histórico lanzándose a la aventura, condenada de antemano al fracaso, de levantar absurdamente un obstáculo entre nuestros pueblos, que tampoco habría de resolver los problemas de fondo del actual movimiento migratorio, cada vez más numeroso, de mexicanos que se lanzan a la violación de la frontera actual, en busca de trabajo remunerativo y de un futuro que frecuentemente se ve frustrado con la pérdida de la vida misma, ante un rifle de la Border Patrol, y que bien quisiéramos muchos mexicanos evitar que siguiera sucediendo.