Toros planeadores
Cual carretillas para toreo de salón, los toros de Germán Mercado parecían lo más cercado al toro ideal soñado por los toreros. Con el estilo de Trojano, el toro indultado por El Juli el año pasado, todos los de Germán dejaron de estar cómodos a sus matadores. El quinto, de preciosa lámina en berrendo y calcetero. Algunos; primero, segundo, tercero, quinto, literalmente planeaban. Les faltó la casta que si tuvo Trojano y débiles rodaban por el ruedo. Ni se diga de tirar cornadas.
Toros forzados por la cálida imaginación poética de su nobleza. El espíritu se encontraba enlazado al de los toreros. Embrujados jirones legendarios y mágicas huellas evocadoras, se unían en el hilvanar de sus embestidas en círculos de esmalte en la estallante policromía del buqué seco de su melancólico acontecer, en la tarde primaveral, asoleada y fría.
Espléndido fue el primero, en el que se confundía la suavidad con la debilidad con el que no se acopló Jorge Gutiérrez. Soñado fue el tercero, al que no le encontró la distancia José María Luévano, viéndose descentrado y dejándolo inédito. Eso sí, lo despacho de una estocada en todo lo alto.
Mas, con el quinto resucitó El Zotoluco. Un turo que se rajaba y al que metió en la muleta y a dar cátedra, aprovechando el estilo incomparable del burel de preciosa lámina. La muleta a la mano izquierda. Sólo tres pases naturales ¡pero que pases naturales! Hondura y torería, relajación total. Tres pases naturales deletreados y bien rematados que marcaban elegante ritmo al compás del pase del desdén que levantó a los aficionados de sus asientos a los gritos de torero, torero, que aún debe estar escuchando el torero. Tres pases naturales en los que murió y vivió la agonía del torero; Natural, muy natural rematados con riñonuda estocada.