Concurso: el mausoleo del Fobaproa
Fabricar plutonio es una actividad muy cara. Para producir las 34 toneladas de plutonio que tiene en su poder Estados Unidos, se necesitaron 800 mil millones de dólares. ¿Por qué esconder todo ese material en lugares remotos? Porque la alta toxicidad y peligrosidad del plutonio exige su confinamiento en sitios apartados. Pero si el riesgo que rodea el manejo de esa sustancia hubiera estado a la vista de la ciudadanía estadunidense, quizás nunca se hubiera elegido la alternativa de producir, almacenar y utilizar plutonio en sus arsenales.
Por eso un grupo de expertos en desechos nucleares organizó en 2001 un concurso para identificar el mejor proyecto que permitiera deshacerse del plutonio de la manera más visible posible. Por supuesto que se trata de una gran ironía, pero el despliegue de creatividad y sentido del humor fue muy educativo. El objetivo era lograr que la gente tuviera presente el desperdicio colosal y el riesgo que representó producir tal elemento radioactivo.
En México no tenemos plutonio, pero sí poseemos algunos desastres de fabricación doméstica que reclaman atención urgentemente. Por eso alguien debe organizar un concurso para la construcción del mausoleo del Fobaproa. Y es que el Fobaproa, al igual que el plutonio, es un desastre de alta peligrosidad que ha costado mucho dinero y se ha mantenido en una especie de secreto parecido al del confinamiento del plutonio. Hasta las principales instituciones del país se hacen pato cuando se trata el tema.
El IPAB-Fobaproa tiene en sus estados financieros un rubro extraordinario en su columna de activos: "Recursos a ser asignados vía Presupuesto de Egresos de la Federación a largo plazo: 644 mil millones de pesos". Es un componente de lo que la Secretaría de Hacienda llama "requerimientos financieros del sector público".
Para el IPAB-Fobaproa el presupuesto de egresos debe asignarle esa cantidad "a largo plazo". Mientras llega esa fecha, el Congreso federal asigna alrededor de 28 mil millones de pesos al IPAB para que pueda pagar "la parte real de los intereses" de los pagarés del Fobaproa. El componente inflacionario no se está cubriendo y debe ser capitalizado en los términos de los pagarés originales.
En resumen, la carga fiscal del rescate bancario va a mantenerse a largo plazo, comprometiendo la política fiscal de cualquier gobierno que acepte los términos del fraudulento e inconstitucional rescate bancario.
Convocar a un concurso nacional para el mejor diseño del mausoleo del Fobaproa podría ser un catalizador para que la ciudadanía conozca mejor las obras de sus gobiernos. El efecto educativo sería notable, sobre todo si se presenta otra vez una crisis macroeconómica que necesite de la intervención pública en una operación de salvamento bancario. Se trataría de un instrumento de toma de conciencia sin paralelo.
En el concurso del mausoleo del plutonio organizado por la revista The Bulletin of the Atomic Scientists participaron arquitectos, diseñadores, científicos y artistas con muchas buenas ideas. El ganador fue un proyecto diseñado para recordar a todos que el plutonio no debe esconderse cerca de comunidades sin poder político. Estaría ubicado en el centro de Washington, DC y consistiría en una plataforma circular, no muy elevada y cubierta de pasto. En una de sus orillas la plataforma estaría alzada, como si alguien estuviera levantando una alfombra para esconder la basura debajo de ella. Las cápsulas de plutonio estarían debajo de la plataforma y todo el mundo recordaría lo que Estados Unidos ha escondido abajo de la alfombra.
La idea podría adaptarse en el Zócalo. Una plataforma, no muy elevada, forrada de césped, con su esquina sudoriental levantada, como si fuera una alfombra. Esa sería la entrada al mausoleo y en la bóveda principal del subterráneo, celosamente guardados en cápsulas de cristal, estarían los pagarés originales del Fobaproa. También se podrían tener algunas galerías dedicadas a los principales protagonistas del fraude del Fobaproa. Por lo pronto, Ernesto Zedillo, José Angel Gurría y Guillermo Ortiz tendrían cada uno su nicho privilegiado en este proyecto. Para darle un toque menos acartonado, las galerías podrían contar con un despliegue multimedia e interactivo (quizás rastreando por satélite a cada uno de estos individuos). Habría salas más pequeñas (por ejemplo, la sala Arrigunaga) para conferencias y seminarios. Se podrían abrir nuevas salas para otros desastres financieros, como los Pidiregas.
Para evitar ser acusado de centralismo, el proyecto podría llevar los pagarés a las masas. Por ejemplo, cada clínica deteriorada, proyecto habitacional en ruinas o escuela derruida podría tener una cápsula blindada con un pagaré del Fobaproa en su interior. Eso serviría para recordar los efectos "a largo plazo" del rescate bancario.
El plutonio puede ser mezclado con uranio y el resultado, la mezcla de combustible óxido, puede ser quemado en reactores civiles. Aquí se rompe la analogía plutonio-Fobaproa porque para deshacerse de los terribles pagarés del Fobaproa se necesita una decisión política, más que un nuevo despliegue de ingeniería financiera. El mausoleo tendría la virtud de recordar al próximo presidente que su política fiscal seguirá comprometida si sigue escondiendo el problema de los pagarés del Fobaproa bajo la alfombra.