Ese país puede ir más lejos e impulsar el crecimiento de AL, sostuvo el funcionario
Rato celebra con Lula el fin de la asistencia del FMI a Brasil
Aconsejó dar autonomía operativa al Banco Central y perseverar en políticas de ajuste
Brasilia, 10 de enero. El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, celebró el martes con el presidente Luiz Inacio Lula da Silva el fin de ocho años de asistencia del organismo financiero a Brasil, y prodigó consejos para perseverar en las políticas de ajuste, cuestionadas desde dentro del gobierno.
Brasil le pagó el mes pasado al FMI los últimos 15 mil 500 millones de dólares del paquete de 30 mil millones otorgado en 2002 para ayudarlo a superar la crisis financiera generada por la desconfianza de los mercados ante la llegada al poder de Lula, un ex sindicalista de izquierda.
Ese pago, efectuado el mes pasado, anticipó vencimientos que se extendían hasta fines de 2007 y permite a Brasil vivir por primera vez sin asistencia del Fondo desde 1998.
Lula llegó a declarar que esa medida le permitiría a Brasil ''ser dueño de su propio destino'', aunque siempre insistió en la necesidad de mantener la ortodoxia financiera aplicada desde que llegó al poder en 2003.
Pero Rato afirmó que quería ahora ofrecer su ''contribución como socio'' de los debates sobre las orientaciones de Brasil, y tras felicitar al gobierno de Lula por sus esfuerzos de estabilización macroeconómica, dijo que éstos debían ir ''más lejos''.
Evocó la necesidad de tres medidas: autonomía al Banco Central, ampliación de la tasa de ahorro y supresión de barreras comerciales.
''Brasil dejó atrás un largo periodo de inestabilidad macroeconómica'', y ''no habrá más décadas perdidas, crisis de la deuda o megapaquetes'', declaró el jefe del FMI en un discurso en el palacio presidencial de Planalto, junto a Lula y el ministro de Hacienda, Antonio Palocci.
''Pero aún hay varios desafíos a vencer para que el país alcance su vasto potencial de crecimiento sustentado'', aclaró, insistiendo en que Brasil ''puede ir aún más lejos y dar un fuerte impulso al crecimiento de toda América Latina''.
''En ese contexto sería muy bueno que hubiese progresos en el objetivo del gobierno de dar autonomía operativa al Banco Central, lo que aumentaría la credibilidad de su sistema de metas de inflación'', sostuvo Rato.
Lula reconoció en su discurso que ''aún queda mucho por hacer'', pero evitó mencionar la espinosa cuestión de la autonomía del Banco Central, por la cual nunca mostró entusiasmo.
Puso en cambio en su agenda ''la promoción de inversiones en infraestructura, la creación de un ambiente de negocios más favorable y la simplificación de la estructura tributaria''.
Rato también preconizó medidas para ''aumentar el ahorro y dirigirlo a la inversión productiva'', y urgió a ''una reducción de las barreras comerciales'', indicando que ''todas las partes deberán hacer algunas concesiones en diversas áreas'' para la conclusión exitosa de la Ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio.
Lula replicó en su discurso que ''un comercio internacional verdaderamente libre'' supone ante todo ''menores restricciones de acceso a los mercados de los países desarrollados, en particular para los productos agrícolas''. Añadió que Brasil no cejará en sus esfuerzos hasta que ''la realidad del libre comercio como trampolín del desarrollo se imponga al discurso del libre comercio como disfraz del proteccionismo selectivo, que pospone ajustes inevitables para unos pocos''.
Rato prevé que Brasil crecerá este año 4 por ciento, más que en 2005 (con un aumento de cerca de 2.5 por ciento del PIB), pero menos de lo que prevé el ministro Palocci (en torno al 5 por ciento).
En cualquier caso, el Brasil de Lula se convirtió en ejemplo para el Fondo. No así la Argentina de Néstor Kirchner, que también canceló por anticipado su deuda de 9 mil 500 millones de dólares con el FMI, pero que no recibirá la visita de Rato, aparentemente por no haberlo invitado.
En una entrevista con el diario O Estado de Sao Paulo, Rato explicó que ''no es realista'' decir que los dos países llegaron al mismo resultado por caminos diferentes, dado que Buenos Aires declaró en 2001 una moratoria de su deuda pública. Argentina ''enfrenta un problema que Brasil ya no enfrenta, que es el de la integración a los mercados internacionales. Esas comparaciones son injustas, porque ignoran la tremenda crisis que vivió la sociedad argentina'', sentenció Rato.