Jornada de autoelogios que hizo recordar el zedillismo
Se presenta en el IFE la imagen idílica de la ultraderecha
Mucha, mucha política, ninguna propuesta económica concreta en favor de los pobres o de los ricos pero, a cambio, numerosos autoelogios que si algo consiguieron fue evocar la gastada fórmula zedillista de "él sí sabe cómo hacerlo", fue todo, en realidad no tanto, lo que ofreció ayer Felipe Calderón al recitar, declamar, vociferar de memoria su primer discurso como candidato del PAN a la Presidencia de la República.
Ante poco más de 2 mil personas reunidas en la fría explanada del IFE, la mayoría de las cuales acudió individualmente en su propio automóvil, por lo que a las 11 de la mañana había en la zona un embotellamiento digno de un mitin un poco más grande, Calderón -traje negro, corbata cereza, rostro de pocos amigos, escoltado en todo momento por su esposa (cuyo nombre, al igual que la de Vicente Fox, también empieza con "eme" y acaba en "ita", Margarita)-, encarnó la imagen idílica de la ultraderecha que representa: la de una especie de Francisco Franco del siglo XXI, vestido de civil, o en su defecto, la de un José María Aznar sin bigote.
Para disimular el hecho, sin duda inquietante, de que el partido del actual Presidente de la República fue incapaz de establecer acuerdos con ninguna fuerza política para apoyar la candidatura de Calderón, Manuel Espino llegó al IFE con el cuento de que "venimos a registrar la alianza del PAN con la sociedad mexicana", y para los que acaso no entendieran ese elevado concepto lo tradujo varias veces al referirse a "la alianza del partido con la gente".
Si el domingo pasado, al registrar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, el dirigente del PRD, Leonel Cota, exigió al presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, "imparcialidad" en los comicios del 2 de julio, Espino declaró ayer por lo contrario que el PAN tiene "confianza total" en ese organismo, tal vez porque Ugalde, como se ha denunciado y no desmentido, en fecha reciente hizo proselitismo ante diplomáticos en favor de Calderón.
Una vez que firmó los papeles que lo acreditan como abanderado del PAN, y en compañía de tres ex secretarios del gabinetazo foxista -Santiago Creel, Alberto Cárdenas y Josefina Vázquez Mota, que también subirían al escenario en el mitin de la explanada-, Felipe Calderón recordó con modestia que él participó "en el diseño y en la reforma del IFE" para contribuir a ciudadanizarlo -como si la rebelión del EZLN no hubiera influido de ningún modo en ese pequeño detalle-, y aprovechó el viaje para arremeter contra "quienes hacen del desafío a las instituciones una actividad permanente para saciar sus apetitos (porque) en el fondo buscan someter la convivencia al autoritarismo", primera de varias frases en apariencia autocríticas y alusivas al fallido desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Minutos después de la ceremonia formal con las autoridades del IFE, el flamante abanderado y su inseparable esposa subieron a la tarima donde aparte de los ex secretarios de Fox, los líderes más importantes del PAN, los candidatos panistas a las gubernaturas de Jalisco y de Guanajuato, prominentes empresarios y una legendaria atleta a quien un chistoso describió como "trepadora profersional" -Karla Wheelok, primera mexicana que ascendió a la cumbre del Everest-, el michoacano habló como un Maximiliano recién llegado a un país que nunca hubiese rozado siquiera con el pétalo de una decisión política.
De ese modo, como si no estuviera junto a Cárdenas Jiménez, el ex titular de Semarnat que autorizó la demolición del cerro de San Pedro y la contaminación con cianuro del valle de San Luis Potosí, habló de "un México donde podamos frenar el deterioro de nuestro medio ambiente".
Después, como si no estuviera junto a Creel, que le robó más de mil 500 millones de pesos al Fondo de Desastres Naturales de Gobernación, o como si no militara en el partido de Diego Fernández de Cevallos, Federico Döring, Marta Sahagún y los hermanos Bribiesca, que gozan todos ellos de impunidad absoluta, afirmó que la de él es "una opción comprometida con los valores de la honestidad y de la ética personal en el desempeño de los cargos públicos".
Luego, como si Fox no hubiese gobernado a México, o como si olvidara que en el sexenio 2 millones de mexicanos se han ido a Estados Unidos a razón de 400 mil por año, la emprendió, en involuntario aunque desafortunado verso, contra "quienes ignoran que la migración es causada por décadas de demagogia y corrupción". Pero el tiro que más estruendosamente le salió por la culata fue cuando intentó caracterizar al populismo y le salió un retrato hablado del Fobaproa: ''No invitamos a una aventura demagógica que ya quebró al país, condenó a los mexicanos al destierro por hambre y canceló el futuro de varias generaciones gracias a las políticas de quienes en nombre de los pobres dejaron a más de la mitad de los mexicanos en la pobreza".
Al Felipe Calderón, desde ayer candidato presidencial del PAN, sólo le faltó señalar por su nombre al Felipe Calderón presidente del PAN, que en 1998 llamó a sus diputados a aprobar el Fobaproa.
-¿No le pareció un discurso muy autocrítico? -le preguntó este reportero al muy poderoso empresario Samuel Kalisch, de la extrema derecha de Chihuahua.
-Me pareció realista, pero tendríamos que analizarlo con más calma -respondió.