Del entusiasmo por votar a la falta de interés, las reacciones de connnacionales en EU
Los candados burocráticos y el temor desalientan a mexicanos en el extranjero
Nueva York, 12 de enero. Con festivales de la democracia, maratones del voto (vototones, se les llama) y otras actividades impulsadas de Nueva York a Los Angeles, de Oregon a Atlanta, de Houston a Las Vegas, y en decenas de entidades, culminó la primera experiencia de empadronar a los mexicanos en el exterior para que participen en las próximas elecciones de México.
Organizaciones comunitarias, federaciones y clubes, asociaciones empresariales, agrupaciones indígenas y medios de comunicación, entre otras entidades de los mexicanos en Estados Unidos (según el IFE, unas 132 agrupaciones participaron en la distribución de formularios) promovieron el esfuerzo para registrar a los connacionales. El resultado no zanjará el debate de si el proceso "funcionó" o no, o si los mexicanos que migran tienen interés real en ejercer el sufragio, o si "valió la pena".
Nadie discute que los números que se registraron son pocos, o que hubo graves problemas y límites en el esfuerzo coordinado por el IFE, y que la ley promulgada impuso restricciones que tuvieron el efecto de reducir el potencial del voto desde Estados Unidos.
Del universo calculado de unos 4 millones de mexicanos con derecho al voto -aquellos que en algún momento contaban con credencial de elector- que viven en Estados Unidos, sólo se han registrado unos 13 mil (de ésos, más de mil 700 fueron rechazados por no cumplir con los requisitos), aunque se espera que ese número se incremente como resultado los esfuerzos de última hora.
Para algunos de los participantes la baja participación fue resultado no de falta de interés, sino del diseño de la ley y de su implementación. Algunos sospechan que se montó de tal manera para lograr que fracasara.
"Hay una intención mala, de excluir a los que estamos fuera, porque no saben cómo controlar nuestro voto", declaró hoy a La Jornada Joel Magallán, director de la Asociación Tepeyac, la organización social más grande de la comunidad mexicana de esta ciudad. "Esto es consecuencia de no pensar que México es un país binacional", señaló.
Otros argumentan que el proceso es un primer paso y que lo más importante es que ya establece y garantiza, de aquí en adelante, el derecho básico del voto para los mexicanos en el exterior.
Pilar Alvarez Lasso, vocera del IFE para el voto de los mexicanos en el extranjero, declaró en conferencia de prensa aquí esta semana que es importante considerar que ese universo total nunca fue base para armar las proyecciones sobre la participación en este esfuerzo, ya "que no sabemos cuántos tienen su credencial de elector", y que la cifra de 4 millones era un intento por medir "quién podría haber emigrado y haber tenido credencial, pero no sabemos cuántos de éstos han regresado ni cuántos aún cuentan con su credencial".
El requisito de tener en mano credencial de elector es tal vez el factor que ha desalentado más la participación, ya que sólo se puede conseguir en México -los consulados no la pueden emitir-. Eso implica, entre otras cosas, que la mayoría de los mexicanos que podrían participar son migrantes recién llegados a Estados Unidos, o que han regresado y obtenido su credencial. Además, muchos la extraviaron a raíz de sus hazañas para llegar a este país.
Otro requisito para registrarse en el padrón es el comprobante de domicilio, que para muchos indocumentados resulta difícil conseguir, porque viven en las sombras, sin ninguna prueba de que residen en algún sitio o viven con otros o siguen migrando de un lugar para otro, particularmente los jornaleros.
Por otro lado, está el desafío de que aunque exista la voluntad de participar, la condición de millones que viven en las sombras por falta de documentos genera temor de identificarse en este proceso, desde llenar formularios con copias de sus documentos, presentarse en las oficinas de correos para enviar y recibir por correo la respuesta.
Para Alvarez Lasso este esfuerzo -en el cual el IFE ha gastado casi 10 millones de dólares- gira en torno a "poder y querer... No todos pueden y otros no quieren". En entrevistas realizadas por La Jornada durante los pasados meses en Los Angeles, Nueva York y Chicago con diversos individuos y agrupaciones de mexicanos, hubo manifestaciones de entusiasmo y también de falta de interés en el proceso, pero casi nadie mencionó el derecho al voto como una de sus máximas prioridades, en un contexto donde se intensifica el clima antimigrante junto con las urgencias cotidianas que enfrentan todos: trabajo, vivienda, educación, salud.
Algunos señalaron que la decisión del IFE de no permitir que los candidatos hicieran campaña en este lado de la frontera también suprimió una participación mucho más alta como la que muchos esperaban al promover esta iniciativa.
A pesar de todo, dicen algunos de los promotores, algo nuevo y dramático nació con esta experiencia. "En Atlanta se presentaban mujeres indígenas de Hidalgo, trabajadoras pobres para registrarse, para llevar más formularios a sus compañeras; fue francamente conmovedor. Acudieron trabajadores de Michoacán y Zacatecas. Sólo por eso todo este esfuerzo valió la pena", expresó a este diario Primitivo Rodríguez en entrevista telefónica desde Atlanta.
Ahí, con seis estudiantes mexicanos de preparatoria y universitarios -todos sin credencial de elector, ya que llegaron cuando eran niños- promovieron el registro de sus connacionales frente a la Plaza Fiesta, un gran supermercado mexicano. La radio latina local, como en otras ciudades de este país, convocó a la gente para que participara.
Rodríguez informó que había muchos que acudían para expresar que "la política vale madres: si en México los políticos no nos hacían caso, menos aquí", o que otros no tienen interés en participar, igual que en México, donde 50 por ciento de los votantes se abstienen, "pero eso no es lo sorprendente; lo que sorprende son esas mujeres indígenas de Hidalgo, los trabajadores que expresan un sentir amplio de que sí queremos participar", comentó.
La vocera Alvarez Lasso señaló que vale recordar que ésta es una primera experiencia en la cual el IFE no sólo estaba encargado del proceso electoral en México, sino tenía que incidir en un universo completamente nuevo, con desafíos enormes por la distribución de la comunidad mexicana en Estados Unidos; aprender cómo manejar proyectos de difusión en el mundo de los medios estadunidenses y armar un padrón absolutamente nuevo, de características y dimensiones antes desconocidas.
"Se trata de una curva de aprendizaje", dijo. Por tanto, manifestó, "no es despreciable" el resultado hasta ahora, ya que sólo se ha contado con poco más de cien días para realizarlo y debería ser considerado "una experiencia fundacional".
Puntualizó que 85 por ciento de las solicitudes a escala mundial provienen de Estados Unidos, con California en primer lugar (con poco más de mil), seguido por Texas y la zona de Chicago, en Illinois. Sin embargo, únicamente poco más de mil solicitudes se enviaron desde California y cientos de lugares como Nueva York, lo cual provoca interrogantes sobre el proceso.
El cónsul general de México en esta última ciudad, Arturo Sarukhán, informó que a partir del corte de la semana pasada su consulado había repartido 26 mil 150 formularios, pero que en los tres estados bajo su responsabilidad sólo se habían recibido 113 solicitudes del estado de Nueva York, 62 de Nueva Jersey y nueve de Connecticut.
Hubo fallas de origen
Para Magallán, de la Asociación Tepeyac, el proceso tenía una falla desde su concepción en el Congreso. "Dar sólo 105 días para hacer algo tan nuevo... pues pareciera que no lo deseban hacer bien", dijo. Desde hace meses él y otros críticos, que a la vez participaron en el impulso del registro, señalaron que la falta de coordinación inicial con agrupaciones mexicanas aquí, la falta de apoyo financiero para permitir que estas organizaciones desarrollaran actividades para promover el empadronamiento, y el diseño del proceso en sí limitaron de manera severa el potencial de participación. "Es como si prefirieran excluirnos", insistió.
Mientras tanto, la vocera del IFE informó que las próximas fases del programa son conformar el padrón de los mexicanos en el exterior para el 15 de abril. Después de eso, y hasta mediados de mayo, se enviarán las boletas por correo a los incorporados al padrón, las cuales tienen que ser devueltas a México y llegar antes del primero de julio. El 2 de julio, a las 18 horas, las mesas instaladas empezarán a contabilizar los votos desde el exterior.
Al avanzar este proceso continuará el debate tanto en México como en Estados Unidos sobre si su resultado muestra que a la gran mayoría de los mexicanos que residen aquí ya no les interesa la política electoral en México o si la escasa participación fue culpa del proceso.