La nueva temporada incluye 12 actos que ofrecen una celebración a la vida
Saltimbanco, homenaje del Cirque du Soleil a los artistas de la calle
Garrochas y esculturas humanas, malabares con nueve pelotas, la fuerza bruta elegante y coordinada, la interactividad graciosa de los payasos... espectáculo de virtudes milenarias
Ayer comenzó la nueva temporada del espectáculo Saltimbanco, de Cirque du Soleil, compuesto de 12 actos: Juggling, Diábolo, Boleadoras, Bungee, Duo Trapeza, Rusian Swing, Double Wire, Clowns, Solo Trapeze, Chinese Poles, Hand to Hand y Adagio, distribuidos a lo largo de dos horas que se perciben cortas por la intensidad de cada uno de ellos.
En la función-ensayo del pasado jueves, primero aparecieron los payasos, quienes hicieron de las suyas con algunos integrantes del público. Uno aventó palomitas de maíz a un joven que esperaba que sólo una roseta cayera en su boca abierta.
Una muchacha fue cargada por otro payaso y así fue paseada a lo largo de un pasillo. Luego quiso hacer lo mismo con un joven, pero éste estaba gordo. Era la sencilla gracia de un payaso.
En Adagio, tres artistas -hombre, mujer y niño- unieron sus cuerpos y formaron esculturas. El maestro de ceremonias alzó la mano y mostró una charola. Destapó el platillo principal: una silla amplia y cómoda en miniatura, símbolo del trono del saltimbanco, artista de la calle, a quien el Circo del Sol rinde homenaje.
Mástiles chinos: 20 artistas trepan por garrochas, se cruzan en el aire. Sus manos se adhieren como si fueran arañas. Una proeza de fuerza a ocho metros de altura. Doble alambre: una equilibrista china sube por una cuerda inclinada. Se auxilia de una sombrilla. Desliza la llanta de un monociclo sobre la delgada cuerda. Brinca de una a otra. Los hilos se balancean. ¿Caerá? Trastabilla. Una señora se tapa la boca. Otra más grita. Unos más sólo voltean y se sonríen.
Sin límites
María, de Rusia, ejecuta uno de los actos más asombrosos: malabarea con tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, ¡nueve! "No hay límites y cada vez busco sumar una pelota más", comentó en entrevista. Al malabarear forma figuras. Hay un patrón en el movimiento de las pelotas. Cuando son ocho las controladas, sus manos se vuelven imanes. Muchos esperan el error. Parece imposible tanta coordinación y concentración. Sale airosa. María ha triunfado.
Columpio ruso: el escenario se convierte en un patio de juegos. Desde un columpio se impulsan acróbatas que giran en el aire y caen de pie en un colchón. Son piruetas de primer mundo. Diábolo: un yoyista chino presume lo que vemos en varias esquinas de México. Acá hay hasta tragafuegos. Y pensar que la mayoría de los automovilistas no les dan ni un quinto.
Mano a mano: dos gemelos muestran la fuerza bruta. Se contorsionan y cada vez se preparan para levantarse uno al otro con la energía de su brazo. Las venas se hinchan ante el esfuerzo. Los dientes se aprietan, los ojos se saltan. La fuerza bruta, pero elegante y coordinada. No faltó la dama que les gritó "¡papuchos!"
Nadie sabe la potencia de un cuerpo. En el Circo del Sol la fuerza puede radicar en la pierna de una mujer, que logra llevar la punta del pie a lo alto y casi atrás, a la altura de la nuca. Puede residir en las manos que se asen de un mástil. Parece fácil subir hasta la estructura que pende de la lona.
La fuerza del ser humano es infinita. Aquí, la potencia se aplica para mostrar el arte circense y sus virtudes milenarias. ¿Cuántos artistas de circo han divertido a jeques, califas, reyes, presidentes?
Un clown (payaso) de apariencia infantil busca la interactividad. Fracasa con el primer elegido. Lo regresa a su asiento. Le dio pena. Escoge a otro. Este sí funciona y se convierte en parte del espectáculo.
En el Bungee cuatro figuras giran a gran velocidad. Suben y bajan raudos, jalados por unos largos resortes. Una ópera resuena. Sus trajes blancos los semejan con aves. Forman figuras caleidoscópicas. Un gran cierre.
El Circo del Sol estará hasta el 29 de enero en la Gran Carpa Santa Fe. Durante 2005 lo vieron en México más de 400 mil espectadores, en el DF, Guadalajara y Monterrey. Con Saltimbanco ofrecen una celebración a la vida, un antídoto contra la desesperación por la violencia. Lo bello como solución.
Música para el arte
La música en vivo aporta frescura y viveza. El maquillaje, laborioso y sugerente, une gestos, expresividad. Las máscaras sugieren misterio, clandestinidad, personalidad.
"Aquí la música está hecha para el arte. Es difícil porque la canción no siempre es la misma", comentó el bajista Víctor Hugo Guardado (de 23 años de edad, de Guadalajara), primer músico mexicano contratado por esta compañía.
Por su parte, María Markova, la bella malabarista rusa, expuso que su acto tardó en perfeccionarlo dos años. "Hasta el momento he podido manejar nueve pelotas. Entrenando creo que podría sumar una más.
"Estar en el Circo del Sol es una gran experiencia. Me presento en el escenario dos veces al día ante unos 2 mil 500 espectadores."
Definió a Saltimbanco como un espectáculo basado en los artistas de calle. Es un homenaje. "No puede hablarse, en el circo, de qué es lo moderno. Aquí cada uno presenta cosas diferentes. Yo he trabajado en el Circo de Moscú. Del público mexicano pienso que está loco".
Circo del Sol, hasta el 29 de enero en la Gran Carpa Santa Fe. Martes, miércoles y jueves, 20 horas; viernes y sábado, 17 y 21, y domingo, 13 y 17 horas. Boletos en taquillas del inmueble, Sistema Ticketmaster, Mixup, Discolandia, Liverpool. Teléfono 5325 9000.