Usted está aquí: lunes 16 de enero de 2006 Política Madrazo se roba a Benito Juárez para su campaña

Arturo Montiel, ausente; Elba Esther Gordillo, despreciada

Madrazo se roba a Benito Juárez para su campaña

JAIME AVILES

"¡No más auditorías incómodas!", exclamó Roberto Madrazo después de registrar su candidatura a la Presidencia de la República ante el Instituto Federal Electoral (IFE), y de inmediato prometió a las cuatro o cinco mil personas que lo escuchaban al rayo del sol: "Elevaremos a rango constitucional la transparencia y la rendición de cuentas y, en congruencia, el próximo miércoles presentaré mi declaración patrimonial y espero que mis adversarios hagan lo mismo".

Vestido de negro, con una meliflua corbata azul bikini, el tabasqueño que sólo ha estado en Tabasco para encabezar el gobierno estatal y hacer de esa entidad la segunda más pobre del país, no cabía en sí de contento y no ocultaba su euforia. Minutos antes de pronunciar su discurso en la plazoleta del IFE y poco después de presentar los papeles que al fin lo acreditan como abanderado del PRI, en una especie de jugada beisbolera, como quien se roba la segunda base, se había apoderado de "la figura señera" de don Benito Juárez para usarla desde ayer como símbolo de su campaña.

Rodeado por una docena de jóvenes, a la que se agregaron los líderes del Revolucionario Institucional, Mariano Palacios Alcocer, y del Verde Ecologista, Jorge Emilio González, sobrino del Doctor Simi, así como los ex gobernadores de Hidalgo y Tamaulipas, Manuel Angel Núñez Soto y Tomás Yarrington, y por supuesto sus numerosos hijos y desde luego su cuarta y actual esposa, doña Isabel de la Parra, que estaba guapísima en su vestido lila, Madrazo criticó al presidente Vicente Fox, sin mencionarlo por su nombre, debido a que éste, según él, "ha usado la transparencia y la rendición de cuentas para atacar adversarios políticos y destruir prestigios".

Era, por supuesto, una alusión a la jugada sucia que acabó con las aspiraciones presidenciales del ex gobernador mexiquense Arturo Montiel, cuya fortuna fue balconeada en los medios por Madrazo, y por quién si no, pero que el tabasqueño atribuyó al gobierno panista, cosa que no le sirvió en absoluto para conseguir que Montiel acudiera ayer a la ceremonia, dejando claramente asentado con su ausencia que no lo perdonará jamás.

A su otra enemiga íntima, la profesora, que no maestra, Elba Esther Gordillo Morales, Madrazo le lanzó los dardos de su desprecio cuando agradeció la participación de "los jóvenes, los sectores, los campesinos, los obreros, los empresarios, los académicos, los deportistas y... los maestros". Horas antes del inicio del acto, citado a la una de la tarde, brigadas anónimas pero ligadas tal vez con las huestes de la señora Gordillo habían estado repartiendo en los alrededores del IFE un volante con el siguiente texto:

"¡Cuidado, no te dejes engañar! No votes por Madrazo. Tu familia y el país te lo agradecerán. Roberto Madrazo es un individuo peligroso. Roberto Madrazo es un embustero y mentiroso. Roberto Madrazo es un ladrón y corrupto. ¡Soy priísta y de ninguna manera votaría por Madrazo! ¿Y tú? Atentamente: presidentes electos de comités seccionales del PRI en el DF."

Las duras palabras del impreso contrastaban con las dulces notas de los corridos y las quebraditas que ensordecían la explanada del IFE. Todas las melodías, desde luego, alababan las "virtudes" del candidato priísta: "Madrazo es un hombre de corazón, será el presidente de nuestra nación", rimaba una, en tanto otra, encima de la famosa armonía que incita a viajar a Tabasco -"ven, ven, ven"-, exhortaba en la voz de un trovador de cumbias: "¡Vamos a darle duro Madrazo, un madrazo duro!"

Los que no podían faltar

En el auditorio del IFE el tiempo no había transcurrido. Allí estaban, intactas, sólo un poco más decrépitas, las momias de entonces: Rafael Rodríguez Barrera, Federico Ortiz Arana, Rosario Green, Jorge de la Vega Domínguez ("la victoria de Carlos Salinas de Gortari es contundente, legal e inobjetable"), Pedro Ojeda Paullada ("dejé de beber porque quiero ser el sucesor de José López Portillo"), Gustavo Carvajal, Ignacio Pichardo Pagaza, Eduardo Andrade y Carlos Jiménez Macías. No podía faltar la banda del Verde Ecologista, con la joven senadora Gloria Lavara al frente, y mucho menos el dúo formado por Enrique Jackson y Emilio Chuayffet, este último perseguido por las moscas que lo acompañan a todas partes desde que auspició la matanza de Acteal en 1997 y fue un decidido promotor del desafuero y de todo lo que huela a excrecencias en la política nacional.

Mientras ellos se acomodaban en las butacas, y Ulises Ruiz llegaba retrasado, y Beatriz Paredes lucía un vestido más chillón que la corbata del que iba a ser registrado como candidato, por la parte de atrás del edificio, bajo las ventanas de la sala de prensa, acaso sin saber que no pocos reporteros la observaban, llegó Isabel de la Parra, actual esposa de Madrazo, enfundada en su vestido lila, con el pelo teñido de rojo y abundante maquillaje en el rostro que no lograba ocultar su palidez espectral.

En silla de ruedas, acompañada de una enfermera que sostenía una botella de suero, convaleciente de su enésima intervención quirúrgica, la hermosa mujer fue trasladada hasta la tarima donde aguardaría a su marido para estar a su lado en lo que Madrazo llamaría su "primer acto de campaña". Una vez colocada en el templete, con una belleza trágica, levemente evocadora de la imagen de Eva Perón, se puso de pie y apoyada en su bastón cuando le faltaban las fuerzas de las piernas, rompió a palmear muy sonriente al ritmo de las cumbias en honor de su consorte.

Y cuando todo terminó y ella se vio obligada a esperar que la gente desalojara el templete, llamó a su esposo y le susurró algo al oído. El candidato acató la sugerencia de buen grado y al momento le hizo señas a Palacios Alcocer y al Niño Verde, que se acercaron a él para alzarle las manos en señal de victoria. Después, mientras Madrazo se retiraba entre los saludos de sus seguidores y su esposa desaparecía detrás de bambalinas, alguien desde el sonido local pidió una ambulancia y toda la gente volteó hacia el sitio donde estaba la señora De la Parra. Esta continuaba caminando paso a pasito y los paramédicos auxiliaban a una anciana tendida en el suelo por culpa de la insolación.

 
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