Fue instalado el consejo consultivo de los festejos del bicentenario del natalicio del Benemérito
Juárez, vigente; no se puede gobernar desde la intolerancia: De la Fuente
Sus enseñanzas no han sido cabalmente seguidas en estos tiempos, señala Heliodoro Díaz
Al recordar a Benito Juárez, los mexicanos requieren tener presente también que no existe cambio perdurable si no es a través de la ley, que no se puede gobernar desde la intolerancia y que la moralidad política es fundamental para tener y mantener la credibilidad ante el pueblo, afirmó ayer el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Juan Ramón de la Fuente, en la instalación del consejo consultivo de los festejos por el bicentenario del nacimiento del Benemérito.
En el universitario Palacio de Minería, el rector rememoró que Juárez García conformó un Estado civil moderno, inspirado en un liberalismo auténticamente mexicano: laico, racional y progresista. Su único dogma, subrayó, fue la Constitución y la legalidad que de ella emana. No hay la menor duda, sentenció: ''Juárez sigue vigente''.
De la Fuente fue nombrado titular del Consejo Consultivo de la Coordinación Nacional de Comisiones y Representantes Juaristas, constituida el 8 de agosto de 2005, que incluye a la comisión del estado de Oaxaca -organizadora de los festejos-, las comisiones especiales del Senado de la República, de la Cámara de Diputados y de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, las comisiones y representantes juaristas de los estados de Chihuahua, Tabasco y Veracruz, así como el Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública.
El pueblo, única fuente legítima del poder
En el acto, Juan Ramón de la Fuente sostuvo que Juárez, demócrata, supo claramente que el pueblo y sólo el pueblo es la única fuente legítima del poder y de la autoridad, que el poder tiene el límite que le imponen las leyes y que éstas no deben perseguir otro fin que el de la justicia. ''Juárez, al restaurar la República, sienta las bases para la consolidación de nuestro estado de derecho, de la democracia en el ejercicio del poder y de la ética en la función pública.''
Al sostener que la obligación de los mexicanos, ''como ciudadanos de la patria amada y transformada por la obra de Benito Juárez'', consiste en reflexionar sobre su herencia y el modo que podemos utilizarla para ser mejores, el rector de la UNAM reflexionó en que las formas cambian de acuerdo con las circunstancias, pero que los verdaderos principios permanecen. ''Por eso -señaló- lo primero es hablar con la verdad, como lo hizo Juárez; la verdad que ilumine la vida republicana; que presida el ejercicio de nuestras libertades; la verdad que dignifique nuestra vida democrática; que fortalezca el prestigio del servidor público y rescate la credibilidad de los políticos, como la de aquellos que acompañaron a Juárez en la Reforma y que dieron tanta respetabilidad a la función pública.''
Luego de recordar las luchas del abogado Juárez García y su preocupación por la educación, la soberanía y el ejercicio de la libertad, incluyendo la creación de la Escuela Nacional Preparatoria -base de la Ley de Instrucción Pública que decretó por primera vez la educación primaria gratuita y obligatoria-, y la Biblioteca Nacional, ambas directamente vinculadas a la actual Universidad Nacional, el rector afirmó que éstos son tiempos de prudencia, ''toda la conveniente, y para actuar con energía, toda la que sea indispensable; nuevos tiempos para un México restaurado en el que todos tenemos una misión, porque la patria nos reserva a todos una responsabilidad con cuyo cumplimiento la servimos y la engrandecemos''.
Esfuerzo, el mejor instrumento del progreso
Finalizó: ''Así podremos todos emular a Juárez, el hombre austero, de carácter definido y reposado, que siempre creyó en el esfuerzo de cada individuo como el mejor instrumento del progreso''.
Heliodoro Díaz Escárraga, diputado priísta y presidente de la mesa directiva en San Lázaro, sostuvo por su parte que las enseñanzas de Juárez García ''no han sido cabalmente seguidas en estos tiempos'', y que la confianza en las instituciones y en las personas que las dirigen están en entredicho. Puso como ejemplo el resultado de recientes sondeos de opinión que reflejan el alto grado de desaprobación de la función pública en los tres poderes: la ineficiencia, la corrupción, la impunidad, el tráfico de influencias, la frivolidad de muchos hombres y mujeres del poder, dijo, alimentan ''el escándalo mediático''.
El senador priísta Enrique Jackson mencionó en su oportunidad que, en estos tiempos difíciles para la nación, ''de incertidumbre, de retos'', es buena ocasión para traer las lecciones de Juárez, y advirtió que el México que viene debe ser el de la moral pública, de gobiernos austeros, de gobernantes tolerantes, respetuosos de la ley, honestos, probos, eficaces, empeñados en reducir la desigualdad, en desterrar la impunidad, en vencer la miseria. De gobernantes inmunes al halago y el servilismo, pero sensibles a la injusticia, el atropello, el abuso del poder, a las carencias. Gobernantes comprometidos con el interés nacional.
Continúa la lucha contra la desigualdad
Ulises Ruiz Ortiz, gobernador constitucional de Oaxaca -presidente de la comisión de ese estado organizadora de los festejos del bicentenario-, manifestó que a dos siglos del nacimiento del Benemérito, continúa la lucha por hacer frente a la desigualdad, el empobrecimiento, la salud quebrantada, la educación trunca, la educación menguada, así como la carencia de techo perdurable. Como Juárez, añadió, no es posible creer en vías fáciles ni recetas doctrinarias, distantes del sentimiento popular para abatir las desigualdades crecientes y las injusticias perennes.
Finalmente, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas Rodríguez, recordó el apotegma juarista, que ya ha adquirido carácter universal: ''El pueblo y el gobierno deben respetar los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz'', y subrayó que los principios de soberanía popular y autodeterminación son requisitos indispensables para la paz interna y externa.