ASTILLERO
Las faldas, de nuevo
Complicidad (cuando menos) declarativa
Lupas inducidas contra medios críticos
NECESITADO DE CAMARAS y micrófonos porque los candidatos presidenciales le han ganado espacio mediático, el Presidente de México hizo ayer declaraciones a un programa de televisión con las que rozó los linderos de la complicidad jurídica respecto a presunciones delictivas familiares y porfió en la peligrosa instigación desde el poder contra el periodismo que no le satisface.
DESEOSO DE APARECER ante la gran masa televidente como un buen hombre que ha logrado hacer lo posible como gobernante, aunque los resultados no hayan sido los esperados, Vicente Fox fue entrevistado por Carlos Loret de Mola en Primero Noticias, el espacio informativo matutino del principal canal de Televisa. El recuento de amables autojustificaciones fue pronunciado el mismo día en que debería rendir su informe la comisión legislativa en tramposa vía de liquidación (gracias a arreglos entre PAN y PRI) que ha investigado los negocios de los hijos de la esposa del Presidente.
COMO SI FUERA un simple ciudadano a quien las pasiones conyugales cegaran ante la sugerencia de pifias cometidas por el ser amado, el jefe del Estado mexicano reincidió en la descalificación de un proceso institucional generado por uno de los tres poderes republicanos, el Legislativo, para investigar los indicios insistentes y documentados de que, en la más tradicional vertiente de la corrupción mexicana, el familiar de un poderoso hubiera organizado formas de enriquecimiento mediante tráfico de influencias, conflicto de intereses e inclusive asesoramiento y financiamiento directo del patrono (en el caso, patrona). En lugar de respetar y alentar el libre desahogo de ese proceso indagatorio, el amoroso Presidente prefirió exhortar a quienes consideren estar frente a hechos sahagunescos de alta corrupción a que ya prueben sus acusaciones y dejen de ''estar inventando cuentos e historietas''.
CON TALES POSTURAS jurídico-pasionales, el Presidente promueve que, conforme a los usos y costumbres de la política mexicana, esa ilegítima declaración de inocencia sea entendida como una orden hacia órganos constitucionales de investigación, como la PGR, que hoy está formalmente a cargo de un obedientísimo notario guanajuatense cuyo despacho aparece además involucrado en maniobras del mismo sahagunismo filial, o de otro tipo de funcionarios que, alentados por el jefe-esposo-padre putativo, se sientan obligados a guardar secretos o a obstruir pesquisas.
LA IMPROCEDENTE DECLARACION matrimonial de inocencia fue rematada con un giro que muestra cómo el Presidente de México no atina a distinguir entre Estado y familia, entre bienes públicos y haciendas personales pues, según su generoso criterio, las acusaciones contra dos ciudadanos sin cargo, fuero ni representación pública, como son Manuel Bribiesca Sahagún y Marta Sahagún, deben ser desdeñadas simplemente porque los sospechosos de fechorías forman parte de su familia y él, el Presidente de los Estados Uncidos Mexicanos, el Primer Padrastro del País, le tiene ''plena confianza'' a su familia en general, y en particular a la ''parte'' que por su nueva esposa le fue abonada de cuatro años y medio a la fecha.
APARTE DE LAS implicaciones de contubernio que podrían fundamentarse a partir de esas exculpaciones familiares, el Presidente de México insistió en culpar a ciertos medios de comunicación de machacar sobre el asunto, convocando a los ciudadanos a instalar una especie de observatorio (y hoguera de leña verde) que permita saber ''quién y por qué (...) están todo el día sobre el tema, dando portada a ese caso, y por qué y quiénes son los que señalan''. Y, para que el castigo público no vaya a equivocarse de destinatarios, el marido ofendido aportó una pista a los integrantes de ese hipotético tribunal público: los malosos son ''un par de medios de comunicación''. Nada más le faltó elogiar de nueva cuenta su máximo logro sexenal, el ondear guerrero, jurídicamente demandante, publicitariamente vengativo, de las mandonas faldas conyugales.
ASTILLAS: Saúl Manuel Albor Guzmán ([email protected]) dice que, con independencia de nuestras preferencias políticas, los mexicanos no deberíamos caer en mitos, pues ''tan malo es el mochismo como el juarismo''. Asegura que en la derecha hay mucha ignorancia respecto a la historia patria, pero ''lo mismo sucede con la izquierda'', en particular respecto a Benito Juárez, a quien se glorifica sin haber leído sobre ''el Tratado McLane-Ocampo, la intervención estadunidense en Antón Lizardo, el golpe de estado en Paso del Norte, la eliminación de porfiristas a pistoletazo limpio; tan ridículos son algunos jaliscienses como este comité para conmemorar al buda zapoteco (esto, en palabras de Bulnes que, ojo, no era mocho)''... Daniel Arroyo Rojas ([email protected]) petroleramente reprocha: ''Mi querido Julio, he leído en tu columna varios artículos relacionados con la Iglesia, que demuestran tu ateísmo y tu tirria a todo lo relacionado a Dios. ¿Qué tanto te preocupa si para ti Dios no existe, si según tú nadie pela a las autoridades religiosas? No te preocupes por lo que hable el obispo Onésimo o el cardenal Rivera. No lo hacen en nombre de la Iglesia, sino a título de hombres terrenales que son''... María del Socorro Valero Cázarez ([email protected]) reporta (inclusive con fotografías) que el domingo, estando de visita en el Museo de Historia Natural de Tamaulipas, Tamux (encuentro, en lengua huasteca), de Ciudad Victoria, vio un área de ese edificio gubernamental ''arreglada como si fuera a haber un banquete de bodas. Un rato más tarde, ya habían colocado pendones de 'Roberto sí puede'. Se trataba de un acto de campaña de Madrazo. ¿Qué eso no es un delito electoral?''... Y, mientras López Obrador destina 18 millones de pesos a Televisión Azteca por Las Otras Mañaneras, y The Wall Street Journal da cuenta de la creciente fuerza de los Legionarios de Cristo en las elites mexicanas, y Olegario Vázquez Raña se queda con Excélsior, y así demuestra que el presente ha sido su sexenio más exitoso, ¡hasta mañana!
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