La velada fue una exaltación del teatro, el cine, su alegría de vivir
En su primer aniversario luctuoso, homenaje a Ofelia Guilmain en el Palacio de Bellas Artes
A un año de su deceso, la actriz Ofelia Guilmain recibió el pasado lunes un homenaje en la sala principal del Palacio de Bellas Artes, que fue una exaltación al teatro, al cine, a su alegría por la vida, a su gran facilidad de sumar amigos. No hubo dolor por su ausencia física, sino que su recuerdo fue vivo e hizo sentir que vale la pena pisar el planeta, pero más si se hace al lado del arte.
Guilmain fue, sobre todo, actriz de teatro; interpretó los papeles de Hécuba, Medea, Fedra, Lisístrata, Elisia y Celestina, Laurencia, Jimena, Dora Lamont, Lady Macbeth, Madre Coraje; a las reinas Catalina de Aragón, María Tudor, Ginebra, Clitemnestra, Isabel de Inglaterra; fue la voz de Garfias, Paz, Alberti, Sabines y Pita Amor, de Castellanos y, por supuesto, León Felipe.
La coordinación general y guión estuvo a cargo de Carlos Pascual y la lectura de textos sobre la obra de Guilmain fue en las voces de Ignacio López Tarso, Diana Bracho y Margarita Sanz; el piano y la guitarra de Enrique Tovar; el espacio e iluminación de Xóchitl González; el vestuario de Pedro Kóonik, y la producción ejecutiva de Alethia Andrade. La dirección, de José Solé.
Fue una noche que concitó a familiares y amigos, quienes escucharon a la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Sara Bermúdez, decir: "Ofelia Guilmain llegó con su familia al Puerto de Veracruz un abrasador día de verano de 1939, a los 20 años de edad. Un numeroso grupo de republicanos iniciaban su largo exilio en suelo mexicano (...) Siempre fue doña Ofelia, una mujer que hizo capaz de hacer creer que el público imaginara que García Lorca había creado a Bernarda Alba sólo para ser interpretada por ella".
Recibió un reconocimiento su hijo, el actor Juan Ferrara
Entregó un reconocimiento del CNCA al hijo de Ofelia Guilmain, el actor Juan Ferrara, quien sincero expuso que no llevaba nada para leer preparado, pero agradeció la distinción y el homenaje. "Ella estaría feliz de estar aquí con todos sus amigos".
El director general del Instituto Nacional de Bellas Artes, Saúl Juárez, expuso: "Nos hemos reunido hoy para recordar a una de las más brillantes y queridas personalidades de la escena, doña Ofelia Guilmain. A pesar de haber nacido en Madrid, de haber visto a la España de la Guerra Civil y de haber vivido los tiempos de conflicto, mientras participaba en aquellas famosas guerrillas del teatro, Ofelia Guilmain nace para nosotros aquí, en este escenario. Es 1940 y la joven actriz debutó con la Mujeres".
El titular de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), Víctor Hugo Rascón Banda, expresó: "Esta noche se escuchan los pasos en el escenario de una actriz que pisaba fuerte. Esta noche se escuchan las voces de mujeres griegas que llegan de otro tiempo.
"Esta noche resuenan como ecos del pasado las voces de reinas, esclavas, amantes, aldeanas, monjas, mujeres de la guerra y de la paz, emperatrices, mujeres enamoradas, madres, abuelas, novias, mujeres tiernas, asesinas y que matan a sus hijos por despecho, reinas destronadas...". Todo eso y más fue Ofelia.
Después del protocolo inició el programa-homenaje. Se recreó el inicio de Ofelia Guilmain, niña, quien soñó con ser actriz. Siguió una escena de Medea, donde la voz de Ofelia se escucha firme, fuerte, maestra. Ignacio López Tarso entró al escenario en medio de un gran aplauso, y dijo: "Ofelia Guilmain, con una canción y un poema bajo el brazo marcho al frente de batalla. Era integrante del Retablo Rojo. Iban -los actores y poetas y escritores- en un camión y se detenían en un pueblo, en un mercado.
"Iban, Ofelia entre ellos, cantando y bailando, con espíritu trashumante con el que hemos nacido los actores, herederos todos del Mester de Juglaría".
Margarita Sanz expuso otra faceta, la ligada al cine -en la que Ofelia se consideraba una intrusa-; "algunas (películas eran) verdaderos churros, mejores que los del Moro, en la más pura tradición oroliana". Pero tuvo su redentor: Luis Buñuel, a quien Ofelia llamaba el de los "ojos saltones".
La actriz Margatrita Sanz rememoró el primer encuentro de Guilmain con tierras mexicanas, y la cara tonada de Siboney, de Lecuona, que hizo a Ofelia amar a Veracruz y su danzón.
Exhausto, Carlos Pascual estaba, no obstante, feliz. Su libro El retablo rojo, biografía de Ofelia Guilmain, le llevó dos años de trabajo. Sirvió de base para elaborar los textos leídos en el homenaje, esa noche, en Bellas Artes.
En entrevista, indicó que Guilmain es, en una palabra, "extraordinaria. Yo debuté con ella hace 21 años, en Querido León Felipe. Siempre escuché sus historias; así nació la idea del libro -ahora publicado en editorial Océano-. Su última obra fue Los árboles mueren de pie. Falleció el 14 de enero de 2005, pero yo le leí algunos fragmentos".