Editorial

El avance del narcotráfico en México

En la recta final de este sexenio la violencia derivada del narcotráfico se ha agravado y extendido más allá de la zona fronteriza con Estados Unidos, como demuestran las agresiones contra elementos policiacos registradas en los días recientes en Guerrero y Michoacán. Esta situación pone de manifiesto la peligrosa fragilidad de la seguridad pública en el país, la falta de una respuesta contundente y adecuada por parte de las autoridades y la facilidad e impunidad con la que operan los cárteles de la droga en México.

Uno de los hechos de violencia ocurridos ayer se dio en el puerto de Acapulco, donde al menos cuatro personas fallecieron y tres más resultaron heridas luego de un tiroteo entre policías municipales y presuntos agentes de la Agencia Federal de Investigación, enfrentamiento en el cual los atacantes utilizaron a plena luz del día y en la vía pública armas de uso exclusivo del Ejército, como fusiles de asalto AK-47 y granadas de fragmentación. De acuerdo con la Procuraduría General de la República (PGR), el director de la Policía Municipal, Pablo Rodríguez Cruz, fue una de las víctimas mortales, mientras Víctor Hugo López, subdirector de la misma corporación, fue lesionado, así como dos civiles. En la misma entidad, un helicóptero de la PGR que realizaba labores de fumigación de plantíos de estupefacientes fue derribado por supuestos narcotraficantes en la sierra cercana a Zihuatanejo, aunque el piloto fue rescatado por otra aeronave de la procuraduría.

En tanto, en Michoacán, tres policías municipales de Aguililla murieron el miércoles pasado tras ser emboscados por un grupo de cinco desconocidos. Además, en Zamora, un joven de 24 años fue ultimado por un comando de seis personas. Con este crimen, las ejecuciones en esta entidad suman un total de 29 en lo que va del año. Y en Nuevo Laredo, dos policías municipales fueron agredidos el viernes por varios sujetos que se dieron a la fuga, sin que se tengan pistas sobre su identidad y paradero; uno de los agentes resultó con una herida leve.

Si bien el último incidente ocurrió en una de las ciudades más castigadas por el narcotráfico, los dos primeros dejan entrever que las mafias están extendiendo sus actividades a estados del país que antes no sufrían este flagelo, al menos no con la intensidad actual. Este incremento de los ataques revela que las estrategias gubernamentales para combatir a las organizaciones criminales han fracasado, en especial el programa México Seguro, en el cual las autoridades pusieron todas sus esperanzas para reducir los índices de violencia y que no ha logrado su cometido.

Por otra parte, el gobierno federal ha sido incapaz de transmitir confianza a la ciudadanía ya que no hay un balance de la lucha contra la delincuencia organizada y la gente desconoce las acciones emprendidas en tal sentido. De hecho, este desconocimiento ha desembocado en la percepción generalizada de que el gobierno está perdiendo la batalla contra el narcotráfico, el cual, a su vez, aparece como más fuerte que nunca.

Ante este panorama, no es de extrañar que la relación de México con Estados Unidos resulte perjudicada, ya que a los ojos de la Casa Blanca las autoridades mexicanas adolecen de debilidad y de falta de control de su territorio a la hora de confrontar a los cárteles. El reciente caso de un grupo de presuntos soldados del Ejército nacional, protegiendo el ingreso de un cargamento de mariguana a suelo estadunidense, no hace sino reforzar esa imagen del gobierno federal. De esta manera, mientras las autoridades no enfrenten con decisión el avance del narcotráfico, la seguridad nacional del país seguirá en riesgo y la relación bilateral con Estados Unidos estará determinada por las recriminaciones de Washington en esta materia.