El alto crecimiento demográfico debilita el tejido social, señala el especialista

La migración, catalizador de violencia en ciudades fronterizas: Rodolfo Tuirán

Prostitución y narcotráfico, fenómenos asociados al desplazamiento poblacional, afirma

La estadía estacional de personas en algunos puntos, presión para los servicios públicos

ALMA E. MUÑOZ

El elevado crecimiento demográfico de las ciudades fronterizas del norte y del sur del país provoca un debilitamiento del tejido social, por lo que no es casual que allí ocurran los más altos índices de violencia y delincuencia, de acuerdo con un estudio de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), elaborado por el ex subsecretario de Desarrollo Urbano y Ordenación del Territorio Rodolfo Tuirán.

Menciona que en ambas zonas se asocian un conjunto de fenómenos que tienen que ver con la prostitución, el tráfico humano y el narcotráfico, entre otros, y que normalmente acompañan a los grandes desplazamientos de población.

Señala, además, que en las dos fronteras se localizaron alrededor de 240 asentamientos precarios, es decir, con deficiencias en servicios, que representan 10 por ciento de los 2 mil 420 que hay a nivel nacional. De acuerdo con el análisis, elaborado para la puesta en marcha del programa Hábitat fronterizo, aquellas áreas tienen un elevado crecimiento demográfico por la atracción migratoria que, al menos en el norte, provocó que las comunidades pasaran de ser pueblos de 3 mil o 4 mil habitantes en los años treinta y cuarenta, a ser ciudades con cien mil, 500 mil o más, y que, según proyecciones del Consejo Nacional de Población, tienden a duplicarse en los próximos 30 años.

En cambio, en el sur la mayor parte de las ciudades sirven de plataforma para ingresar al país como parte de la ruta de migrantes indocumentados centroamericanos a territorio estadunidense. Allí la tasa de crecimiento es ligeramente superior a la media nacional -fijado en 9 por ciento- y se prevé que su población se incrementará en poco más de 200 mil habitantes durante el lapso referido. Ello significa que la frontera norte podría alcanzar alrededor de 12 millones de pobladores y la sur 800 mil.

Tuirán Gutiérrez planteó en su estudio que la población migratoria del norte provoca una "presión" para los servicios públicos, especialmente por el tiempo estacional que emplean las personas en estudiar la manera de llegar a Estados Unidos. "Estamos hablando de siete días en el caso de Mexicali; seis en Piedras Negras y Reynosa, y cinco en Tijuana y Aguaprieta"; a ello se suma el tiempo promedio que los deportados por las autoridades migratorias del país vecino se mantienen en las ciudades, que es de casi ocho días en Ciudad Juárez, de siete en Matamoros y Mexicali, y de seis en Tijuana. Además, la población flotante normalmente no es considerada al momento de asignar presupuestos para las áreas urbanas.

A diferencia de la frontera sur, en esa área la pobreza no es tan marcada. A nivel nacional, la miseria provoca que uno de cada tres hogares tenga condiciones deficientes y la mayoría de aquellas ciudades fronterizas está por debajo de la norma. Mexicali y Chihuahua, de acuerdo con el ex funcionario, son las de menor pobreza en el país, con 10 por ciento de viviendas en esas circunstancias.

Más específico: de 82 mil 10 manzanas contabilizadas en la frontera norte, 13 mil 461 no tienen hogares pobres. En la frontera sur, de 8 mil 913 sólo 900. Esto da una idea de la serie de deficiencias que se tienen, principalmente en la segunda zona, en dotación de servicios, infraestructura y equipamiento. Por ello, para el ex subsecretario resulta necesario fortalecer las acciones en materia de tejido o capital social, porque la velocidad de crecimiento demográfico implica que en esas áreas del país "las instituciones sean cuestionadas" y emerjan los más altos índices de violencia y delincuencia, especialmente en la zona colindante con Estados Unidos.