Usted está aquí: miércoles 1 de febrero de 2006 Cultura Fortunato Ramírez enarbola el violín para impedir la desaparición del son huasteco

ENTREGA DE PREMIOS NACIONALES

Fortunato Ramírez enarbola el violín para impedir la desaparición del son huasteco

FABIOLA PALAPA QUIJAS

Desde niño Fortunato Ramírez Camacho, de Ahuatlán, Querétaro, ha estado rodeado de la música tradicional huasteca.

A los 16 años empezó a tocar la guitarra con su padre, un violinista de huapangos; posteriormente otros violinistas lo invitaron para presentarse en varios lugares hasta que formó su propio trío, en el que ahora toca el violín.

Con cerca de 15 casetes grabados y un disco patrocinado por Desarrollo Cultural de la Huasteca, Ramírez Camacho obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2005 en artes y tradiciones populares, porque con su música y violín intenta impedir que el son huasteco desaparezca.

Lleva más de 51 años en la música y recuerda el día que conoció, en Ahuatlán de Guadalupe, en la Sierra Gorda, al autor del Querreque, Pedro Rosas, quien lo llevó a Ciudad Valles, San Luis Potosí, para enseñarle los sones tradicionales.

''Me animó mucho para seguir en la música. Como en esos tiempos aquí no se oía radio, tuve que sacar unas piezas que había aprendido con otros músicos.

''Rosas me ponía a tocar y me decía: 'a esa pieza le faltan tres partes, a esta otra le faltan dos', pues acá cuál radio, no había nada para aprender", detalla Ramírez.

Tres meses tomó clases con el maestro Rosas, quien le sugirió que se comprara un tocadiscos portátil de cuatro baterías. ''Compra tus discos y ahí estudias tú solito", le decía.

''Se me hizo fácil aprender, porque me gustaba mucho el violín; con mi padre tocaba el violín. En la casa yo estudiaba con su violín, pero anduve como 10 años de guitarrero de otros violinistas y cuando agarré el violín dejé la guitarra para trabajar con mi trío", relata el músico.

En sus inicios trabajó con el trío Tamazunchale, inclusive tocó el violín con el Negro Marcelino: ''Ahí me anduve, ya después toqué el violín y conseguí mi jaranero y guitarrero".

Fue integrante de diversos grupos hasta que formó Fortunato y sus Cometas, y se ha presentado en varios estados. Su influencia en la región es amplia; la gente lo conoce en Tamaulipas, Veracruz e Hidalgo. En la Huasteca ha sido impulsor de tríos, entre los que destacan Los Jilgueros.

Disminución de estudiantes

Con nostalgia, el músico recuerda que antes todos los versos que llevaba el huapango eran de amor y ahora todo mundo pide letra con doble sentido. ''La gente me ha pedido que cante de esa música", señala.

Para que se conserve el son huasteco, Fortunato Ramírez enseña a tocar violín y la quinta huapanguera (guitarra), pero en años recientes el número de estudiantes ha disminuido.

''Casi ya no hay jóvenes o niños que quieran aprender a tocar. A los chavos ahora les gusta la música que traen de Estados Unidos y ya no quieren oír huapangos; ellos son quienes nos están dando la baja."

Sin embargo, no pierde la esperanza de que sean los niños quienes se inscriban en sus talleres, así que pronto comenzará uno en la Purísima de Arista. Asegura que si ve a uno de los pequeños realmente interesado en tocar el son huasteco le regalará uno de sus seis violines.

Fortunato Ramírez comenta que todo lo que tiene es gracias a su violín, ya que es fruto de su trabajo y, aunque se ha llegado a sentir cansado, seguirá tocando. ''Todo lo que tengo es el destino que Dios me dio."

 
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