La disminución de ejemplares pone en riesgo el equilibrio de los sistemas marinos
La mutilación ha reducido en 90% la población de tiburones
La aleta del escualo es la base de platillos exóticos cuyos precios alcanzan hasta 750 dólares
Ampliar la imagen Los turistas que llegan a Panamá pagan miles de dólares para avistar tiburones ballena. La crítica de científicos y grupos ecologistas es que una vez que se obtienen las aletas, los escualos son lanzados al mar, donde mueren irremediablemente
Ciudad de Panamá, 10 de febrero. Grupos ambientalistas de Panamá confirmaron la disminución de las poblaciones de grandes peces de esqueleto cartilaginoso, entre otros el tiburón ballena, y exigieron una ley que prohíba el aleteo en las flotas pesqueras.
Gabriela Etchelecu, directora ejecutiva de la Fundación MarViva, informó que hay evidencias de la contaminación marina y del aleteo realizado en el Pacífico por buques provenientes de países de Asia.
El aleteo consiste en cortar y almacenar las aletas de tiburones capturados y arrojar los cuerpos vivos al mar, lo que implica un enorme desperdicio en la industria pesquera.
La gravedad del problema inspiró una campaña internacional para proteger y buscar sustitutos a los tiburones, a la que se sumaron los actores chinos Jackie Chan y Yet Li, así como asociaciones ecologistas y pescadores de áreas costeras del continente americano.
El aleteo afecta al Corredor Marino de Conservación del Pacífico Este Tropical, un anillo submarino de 211 millones de hectáreas, que se extiende desde Isla del Coco, en Costa Rica, hasta las Islas Galápagos, en Ecuador.
Comida exótica
Las aletas de tiburón son el componente básico de una sopa tradicional, servida a los comensales de bodas en China y en restaurantes de lujo de oriente, que preparan platillos exóticos y reconstituyentes. Una platillo puede costar de 100 a 175 dólares.
Pero el alto precio del producto incrementa la amenaza a especies como tiburón blanco, pez martillo, tiburón azul y tiburón ballena, el pez más grande y dócil de los océanos, que tiene hasta 15 metros de longitud.
Los turistas que visitan Panamá pagan miles de dólares para avistar tiburones ballenas. No obstante, Etchelecu indicó que la progresiva pérdida del recurso biológico es un hecho real que demanda acciones urgentes en el ámbito regional.
Desde 1980 las poblaciones de tiburones se han reducido 90 por ciento en el mundo, según organismos científicos europeos y estadunidenses.
Etchelecu sostiene que la desaparición de especies de elasmobranquios implicaría un grave daño, debido a que desempeñan un importante papel de equilibrio en los sistemas marinos y contribuyen al desarrollo de las pesquerías.
Según registros de comercio, 450 gramos de aleta seca de tiburón tienen un costo de 90 dólares, mientras medio kilogramo de carne del pez comercializada en 50 centavos de dólar, lo que revela una abismal diferencia de precios.
Se calcula que 200 millones de tiburones son pescados anualmente en todo el mundo, de los cuales 50 por ciento mueren a causa del corte y desprendimiento manual de las aletas.
En la actualidad, al menos 15 países han prohibido el aleteo, entre ellos Costa Rica, que tomó la decisión en febrero de 2005 luego de una gran presión de los grupos ecologistas.
Etchelecu recordó que el proyecto de ley 139, en contra del aleteo, fue discutido en un primer debate en Panamá y se pronostica que en abril de este año será aprobado en el Parlamento.
El proyecto prevé multas de 5 mil a 100 mil dólares, sanciones proporcionales a la carga incautada y la confiscación de los artificios de pesca ilegal.
Al respecto, George Novey, director de Recursos Marinos y Costeros de la Autoridad Marítima de Panamá, coincide con la posición de grupos ambientalistas de que es necesario rechazar la práctica de "tiburón visto, tiburón aleteado".
Indicó que, aunque en Panamá no se practique de forma activa el aleteo, existe una disminución en la biomasa del recurso, por lo que es imprescindible dictar medidas para una protección ambiental firme y efectiva.