Encuentro de los pueblos mixe, zapoteco y chinanteco con el delegado Zero
Los zapatistas nos enseñaron a revalorar nuestro sentido del futuro
El siguiente es el texto íntegro del mensaje leído por representantes de los pueblos indígenas de la sierra de Oaxaca en su reunión con la delegación zapatista, en el contexto de la otra campaña.
Guelatao de Juárez, Oaxaca
8 de febrero de 2006
Subcomandante Insurgente Marcos.
Autoridades municipales y comunales.
Representantes de organizaciones comunitarias y regionales.
Hermanos y hermanas:
Desde aquel doloroso amanecer de 1994, los pueblos indígenas de la Sierra de Oaxaca, nos unimos a la voz zapatista del ¡Ya basta! Nos unimos porque más allá de las realidades que compartimos, nos une una historia común y sobre todo sueños y aspiraciones de una vida justa y digna. En aquellos tiempos, conmovidos, en nuestros corazones y pensamientos, por el alzamiento zapatista, emprendimos un proceso de reflexión que nos llevó a San Cristóbal Lachirioag, Villa Hidalgo Yalálag, Santiago Atitlán Mixe y aquí, en San Pablo Guelatao, para debatir nuestras realidades y compartir nuestras aspiraciones.
Por mandato de las comunidades, una delegación de la Serranía Oaxaqueña acudió a la Convención Nacional Democrática (CND) con el objeto de buscar "el caminar conjunto" con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) a fin de lograr lo que tanta falta hace a este país: libertad, justicia y democracia. Poco después, con nuestra venia y conocimiento, varios de nuestros hermanos y hermanas acudieron al llamado zapatista para participar en los Diálogos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígenas, a fin de aportar la experiencia y los conocimientos que nos han heredado nuestros antepasados.
Conscientes de la importancia de estar organizados como pueblos indígenas, dimos nuestra humilde contribución para la creación del Congreso Nacional Indígena (CNI), como un espacio de encuentro de los pueblos indígenas de México. Desde la diversidad que somos y desde nuestras capacidades y limitaciones, contribuimos con las iniciativas zapatistas en todos estos años, siempre animados por el profundo deseo de democracia, libertad y justicia que nos une a ustedes.
Este proceso de organización regional ha estado fundado en nuestra historia común y compartida. Los pueblos indígenas de la serranía oaxaqueña, en los largos y difíciles tiempos de la colonización, hemos aprendido a resistir. Resistimos la larga noche colonial que dictó nuestro exterminio y la aniquilación de la voz y el pensamiento indígenas. Resistimos los tiempos de la llamada "independencia nacional" que desde sus orígenes significó la "emancipación del criollo", pero nunca la emancipación de los pueblos indígenas. Resistimos al advenimiento de una supuesta "revolución mexicana" que pretendió el "asimilacionismo" y el "integracionismo" como destino ineludible de los pueblos indígenas. Pese a todo, gracias a la resistencia, hoy los pueblos indígenas de la Serranía Oaxaqueña y de todo México, estamos de pie y con la cabeza de frente.
Pero no sólo hemos logrado resistir, también hemos emprendido una amplia y profunda labor de reconstitución. La reconstitución no es una vuelta al pasado. Se trata de trabajar para volver a ser pueblos plenos y florecientes, tomando en cuenta nuestras profundas raíces milenarias y la situación actual en que vivimos cotidianamente. En el camino de la reconstitución, aprendimos a mirar y comprender la lógica y la filosofía de la comunalidad, que se expresa de manera cotidiana en nuestra asamblea comunal, en nuestro territorio comunal, en el trabajo comunal y en la fiesta comunal. En la comunalidad está reflejada nuestra esencia y ser colectivos.
Fundados en nuestras raíces, los pueblos indígenas de la Serranía Oaxaqueña, hemos aprendido a construir nuestros sueños y aspiraciones. Conscientes de nuestra historia, en la década de los años 70 emprendimos los procesos de autonomía que hoy nos mantienen de pie. Aquí, en esta tierra, se reivindicó y exigió con fuerza el reconocimiento de nuestras normas propias para nombrar y elegir a nuestro gobierno indígena, independientemente de los partidos políticos. Hoy, gracias a este esfuerzo, 418 municipios indígenas de Oaxaca eligen a sus autoridades en asambleas comunitarias. Aquí, en la Serranía Oaxaqueña, se han combatido los cacicazgos partidistas que han pretendido adueñarse de la vida comunitaria. Aquí se han afrontado los graves y complejos problemas de despojo de nuestras tierras, territorios y recursos naturales, los problemas agrarios y el proceso de individualización y mercantilización de los mismos. Aquí iniciamos una labor de reversión de la política cultural y educativa etnocida del Estado.
Como algunos califican hoy día la iniciativa de la otra campaña, nuestra historia y nuestros sueños fueron y han sido calificados de absurdos y alejados de la realidad. Pocos son los que han creído en esta alternativa propia. Nosotros no nos hemos desanimado. Por el contrario, hemos adquirido mayor fuerza, aun en medio de las adversidades y dificultades que nos rodean. Y hoy con fuerza decimos: nuestras alternativas propias y la alternativa zapatista de la otra campaña son justas y necesarias para este país.
Esta historia y este sueño es lo que nos une con el zapatismo. Ustedes, hombres y mujeres del Ejército Zapatista de Liberación Nacional nos enseñaron a revalorar nuestras raíces y fortalecer nuestro sentido del futuro. Pese a nuestra voluntad y nuestro empeño de buscar el reconocimiento legítimo que merecemos en este país, quienes han detentado el poder y el dinero nunca nos vieron, nunca nos escucharon, nunca
nos dieron un lugar en esta patria. Ustedes, sin embargo, nos dieron sentido de futuro y dieron amplitud y visualidad a las demandas indias. Sin ustedes, nuestra voz y palabra nunca hubieran logrado un lugar en este país. Con ustedes lo logramos. Por eso, ahora, en el marco de la otra campaña no hemos dudado en poner en manos de ustedes y de los "otros" que representan ustedes, nuestras demandas y preocupaciones.
La otra campaña es la oportunidad para nosotros de refrescar nuestra memoria e historia colectiva, y de renovar nuestros sueños y esperanzas. Es la oportunidad de abrazar nuestras luchas con otros pueblos y sectores de la sociedad mexicana. Es la oportunidad de construir un nuevo pacto social que transforme de manera radical la actual estructura jurídica, política, económica, social y cultural de este país. Es la oportunidad que tenemos de construir un nuevo ordenamiento jurídico, político y económico, basado en una nueva Constitución. Esta la oportunidad de que la sociedad, fuente y depositaria de la soberanía, ejerza a plenitud su derecho fundamental de decidir su futuro, tal como lo hemos venido planteando los pueblos indígenas. Es nuestra hora, y con la voz y el pensamiento de todos vamos a reconstituir este país.