El diálogo nacional y la otra campaña
En el Sindicato Mexicano de Electricistas se realizó el tercer Diálogo Nacional hacia un Proyecto de Nación Alternativo al Neoliberalismo. Miles de obreros y otros trabajadores se reunieron en el mismo local desde el cual, en los años 50, surgieron poderosos movimientos sociales, y lo hicieron a casi 100 años de las huelgas de Cananea y de Río Blanco. La historia allí se dio cita e impregnó el hoy de un espacio obrero importante, que analizó el país, tomó medidas de lucha, comenzó a elaborar un proyecto de nación independiente y a construir las bases para una asamblea constituyente. No es casual si los medios ignoraron este encuentro o pretendieron desvirtuarlo y disminuirlo, reduciéndolo mezquinamente a su visión de la lucha electoral actual, en contra o a favor de la candidatura de López Obrador. Se esbozó allí la constitución de una nueva central nacional que integre también a campesinos, desempleados y subempleados; se sentaron las bases para realizar una amplia red de alianzas que lleve la lucha social a todos los terrenos, desde las urnas a la selva, y que construya elementos de poder; se planteó que la plataforma de Querétaro (ninguneada por los medios, por razones obvias de clase) debe ser la base para imponerle a López Obrador, si éste ganase las elecciones, una política opuesta a la que propone o para organizar la resistencia civil; se exigió luchar por la integración latinoamericana y se insistió mucho en el ejemplo boliviano.
La importancia política de este encuentro, que tiene como espina dorsal al SME y cuenta con el apoyo de más de 260 organizaciones sociales, no puede ser discutida y no será el ninguneo de los interesados en ignorarlo lo que impida que las caravanas obreras vayan por los estados, hablando directamente de trabajador a trabajador sobre cómo cambiar en la lucha común a México, para ponerlo en la hora de América Latina.
Pero no todo fue éxito: hay también carencias. El diálogo nacional debe ser de todos y para todos o no será. Pero en el auditorio del SME no había campesinos, ni individualmente ni como organizaciones, ni había sino poquísimas organizaciones indígenas, ni estaban los grupos estudiantiles y sociales juveniles que rodean la otra campaña ni, con excepción de los grupos Serapaz y Paz con Democracia, tampoco había ningún intelectual "de izquierda", ni siquiera por curiosidad o afán de información. Además, un sector importante de los charros de oposición (Hernández Juárez, de los telefónicos; Rodríguez, del STUNAM, Vega Galina, del Seguro Social) no asistieron, pues temen el desarrollo de este movimiento (estaban, en cambio, las oposiciones democráticas en esos sindicatos, aunque con representaciones escasas).
Lo peor de todo es que, como sucedió con El campo no aguanta más, el EZLN también ninguneó la reunión y ni siquiera mandó una declaración de saludo, como no lo hizo con el triunfo indígena más importante en decenios, el de Bolivia. La otra campaña, que siempre ha ignorado la Declaración de Querétaro a pesar de que ésta coincide con varios puntos de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, no sólo compite por la izquierda con la campaña de López Obrador sino que trata de impedir que a su izquierda se levante el diálogo nacional. Y éste, por su parte, a pesar de sus reiteradas invitaciones al zapatismo a participar, no ha hecho todo lo posible por incitar al EZLN a actuar juntos, sin liderazgos prestablecidos, mediante un llamado público y explícito a la otra campaña a trabajar en común por un proyecto alternativo de nación y por la constituyente que ambos dicen querer.
En el diálogo nacional y en la otra campaña hay todavía competencia, sectarismos cruzados. Pero la liberación nacional y social es una obra de todos y para todos. Sin la unidad anticapitalista, por encima de las diferencias circunstanciales, electorales o no, no puede haber un frente social capaz de enfrentar al imperialismo y de cambiar al país. La otra campaña declara que ni piensa en un plan de lucha y se dice representante del abstencionismo el cual, si no es activo, es desmovilizador, desarmante. Derriba puertas abiertas al recalcarles la evidencia de su miseria a los oprimidos y al denunciar a los responsables políticos de ese crimen de lesa humanidad. Pero lo importante de la experiencia del EZLN en Chiapas -la autorganización, la autonomía, los elementos de autogestión- no aparece en la otra campaña. El diálogo nacional, por el contrario, desarrolla mucho más la reflexión y los elementos programáticos para la alternativa, pero podría quedar limitado, en lo inmediato, en el intento de construir una fuerza social para, por un lado, negociar en mejores condiciones y desde la izquierda con un eventual gobierno de López Obrador y, posteriormente, para no depender de éste. Queda, por lo tanto, por hacer un esfuerzo de clarificación política y, al mismo tiempo, de eliminación consciente de lo que impide una acción común, comenzando por el reconocimiento de lo que cada uno aporta.
El silencio de Marcos ante el triunfo en Bolivia, o sobre la amenaza a Venezuela y a Irán, o sobre la aplicación en el país de la ley Helms-Burton, o el ataque al diálogo nacional, dañan la construcción de una conciencia anticapitalista que la otra campaña declara querer encarar y deja todo en el mero plano de la lucha contra la candidatura de López Obrador, que a pesar de toda su moderación y conservadurismo, preocupa al gobierno de Estados Unidos. ¿No es tiempo de hacer una política que no sea electoral?