Usted está aquí: lunes 13 de febrero de 2006 Opinión Guanajuato: tierra de los desechos tóxicos

Iván Restrepo

Guanajuato: tierra de los desechos tóxicos

Hace seis años, cuando el señor Fox andaba en busca del voto de los mexicanos, se mencionó el buen desempeño que había tenido como gobernador de Guanajuato, su estado natal. En pocos años, se publicitó, logró transformar lo mismo la agricultura que la industria y los servicios. También se nos presumieron sus éxitos en materia ambiental, asunto muy crítico porque la industria asentada en Guanajuato goza de bien ganada fama de contaminante. No solamente nos referimos a la del cuero y calzado, sino a la petrolera y petroquímica, asentadas en el corredor Salamanca-Irapuato-San Francisco del Rincón. Los desechos de numerosas factorías tradicionalmente han ido a parar a tierras baldías o a los lechos de los ríos y arroyos de la entidad, mientras que otras contaminan el aire con sus humos y partículas. Sin embargo, los logros pregonados parecen haber sido parte de la campaña publicitaria del candidato del PAN. O pudo ser que, por invitar a puestos federales a parte de la burocracia de su estado para que le ayudara a transformar a México, en las instancias ambientales de Guanajuato quedaron puros aprendices y el retroceso en este campo fue fulminante.

Porque ahora Guanajuato es la tierra de los de-sechos tóxicos y peligrosos. Para empezar, seis empresas tienen almacenadas en sus predios más de medio millón de toneladas de desechos que ponen en riesgo la salud pública y el ambiente en general por la sencilla razón de que no hay el control requerido sobre las mismas y las instancias oficiales toleran lo que sucede.

El coctel de desechos es impresionante, pues hay lo mismo sulfatos de amonio, mercurio, cromo, lodos ácidos, que residuos de plaguicidas de reconocida peligrosidad, como los organoclorados y fosforados. Ese medio millón de toneladas de residuos debían estar en sitios que reúnan las máximas condiciones de seguridad; sin embargo, hoy son el mejor ejemplo de la desidia oficial. Por si fuera poco, en Guanajuato se generan anualmente más de 200 mil toneladas de desperdicios químicos.

Los datos anteriores no provienen de algún partido opositor al que actualmente gobierna, o de los grupos ciudadanos preocupados por cuidar la salud de la población y el buen estado del aire, el suelo y el agua, aunque cabe señalar que la población en muchas ocasiones han denunciado los problemas ambientales que existen en la entidad. Las cifras son de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales de Guanajuato y los dio a conocer la Comisión del Medio Ambiente del Congreso local. Quien la preside, la diputada Verónica Chávez de la Peña, dijo a Martín Diego Rodríguez, corresponsal de La Jornada, que no se sabe el tratamiento y destino del más de millón de toneladas de tóxicos generados los últimos cinco años en esa parte del país. Pero sí se tienen detectadas las principales empresas que depositan, a cielo abierto, sustancias peligrosas: Química Central de México, en San Francisco del Rincón, con 300 mil toneladas de residuos que contienen cromo; Univex, con 12 mil toneladas de sales de sulfato de amonio; Teekchem, con 70 mil de residuos de plaguicidas organoclorados y fosforados, mercurio y otros metales pesados. Sin que falten en el listado: la Comisión Federal de Electricidad (con lodos residuales), las instalaciones de Petróleos Mexicanos y Quidesa, una empresa que arroja 70 mil toneladas de lodos ácidos. Esta última es propiedad de Ignacio Luna, candidato panista a la alcaldía de Salamanca.

En el campo de los desechos tóxicos y peligrosos y en la generación de contaminantes atmosféricos ganan mención especial la refinería de Petróleos Mexicanos y la termoeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad. Ambos complejos contaminan en grado sumo el aire de la región de Salamanca, con índices extremos de, por ejemplo, bióxido de azufre, mucho más elevados que los de cualquier otra ciudad del país.

Guanajuato es el reino de los imecas, pero también del vacío de autoridad para poner orden en la industria y así evitar daños a la salud a decenas de miles de personas.

En el sexenio del cambio, el del señor Fox, su tierra natal está peor que antes en el campo ambiental.

 
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