Los obreros que construyeron el segundo piso del Periférico, en los papeles secundarios
En el hoyo, película con un puente como personaje principal, dice Rulfo
Mejor documental internacional de Sundance, no denuncia, muestra la vida cotidiana de los alarifes
Los ruidos de martillos, varillas y gritos se mutan en su banda sonora al estilo break beat
Ampliar la imagen Juan Carlos Rulfo (a la izquierda) durante el rodaje de la cinta
En el hoyo, del cineasta mexicano Juan Carlos Rulfo, que hace dos semanas fue premiado como mejor documental internacional en el Festival Internacional de Cine de Sundance (en Estados Unidos), y que no se estrenará hasta el próximo Festival Internacional de Cine en Guadalajara, no hace una denuncia, no pretende ser un mensaje político, "es una película que tiene como personaje principal un puente y a otros secundarios, que son los obreros que lo construyeron, quienes sólo muestran su esencia como seres humanos", comenta en entrevista con La Jornada el realizador.
Cuenta una leyenda mexicana, que cada vez que un puente es construido, el diablo se lleva al menos una alma de alguno de los obreros que lo edificaron, "y en esta ocasión, dicen que ya han visto a algunos compañeros que murieron en el proceso deambular por la zona", comenta dentro del documental una de las trabajadoras, que junto con otros alarifes, relatan su vida, su forma de ver al gobierno, su manera de pensar sobre esta obra del segundo piso del Periférico, magna obra pública de los recientes años.
Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Aparicio, hijo de uno de los personajes más relevantes de la cultura de México, el escritor Juan Rulfo, lleva lo barroco no sólo en su prolongado nombre, sino en su visión de indagador por medio de una cámara y micrófono para "preservar la memoria colectiva de un pueblo".
Rulfo narra en esta ocasión por medio de los trabajadores y en forma de crónica los pasos de esta construcción que cambió radicalmente el paisaje de un sector de la ciudad más grande del mundo.
"Todo comenzó con el cambio de panorama de la esquina donde siempre había vivido. Mi casa cambió y también su paisaje. Un día, pasando cerca, vi, en uno de esos hoyos donde colocaron los pilares del puente, a un trabajador que bailaba un auténtico danzón con un rotomartillo; cinematográficamente era increíble. Me metí a ese hoyo y a partir de ahí pedí permiso al Gobierno del Distrito Federal -que lo apoyó en el proyecto junto con un fondo del Instituto Mexicano de Cinematografía y del Instituto Sundance, que preside Robert Redford- para hacer una memoria de la construcción, porque en México no hay una cultura de preservación de las cosas", relata.
Juan Carlos Rulfo, quien estudió comunicación en la UNAM y dirección de cine en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), comenta: "Siempre me ha gustado observar la vida cotidiana, pero cuesta trabajo plasmarla", aduce. La prueba de esto es otro documental exitoso que rodó: Del olvido al no me acuerdo, con el que debutó en largometraje documental y que obtuvo varios premios.
Los trabajadores fueron aceptando al director
En esta ocasión, Juan Carlos se fue metiendo a la obra, los trabajadores de la construcción lo fueron admitiendo, se ganó su confianza y al final encontró a Cha'belo, al Grande, al Guapo, a Vicencio, a Pedro, Tomás, al Chómpiras y al Chaparro, "quienes ahorita son mis mejores amigos. Cuando estaba en medio de la obra, adentro de las vallas, me sentía seguro, pero cuando salía volvía a mí la inseguridad".
En el trabajo de 80 minutos, filmado con cámaras DvCam/ Pal, Súper 16mm y 35mm, quedan plasmados los sueños, la realidad, la vida, la muerte, la pobreza y la esperanza de esa gente que ve a México de diferente forma que la clase política, la clase pudiente del país. La narración sonora del filme, hecha con el puro ruido de los martillos, las varillas, el colado, los gritos, los susurros, deviene extraordinaria mezcla de piezas electrónicas al más puro estilo break beat.
No obstante, "es una proyecto muy humilde, muy trabajoso. Todo fue muy incidental, como fue la construcción del segundo piso y toda la política que se desató en torno de éste. El proyecto no pretende mostrar las condiciones de los obreros ni la miseria ni el folclor. La apuesta era estar con ellos, estar en un lugar así, usando la construcción como escenografía, y que, de pronto, en el tiempo se fuera dando", dice Rulfo.
El cinerrealizador no quiere hacer denuncia alguna ni decir cómo trabajan, "eso aparece circunstancialmente, porque sí; se ven las condiciones laborales, se observan muchas cosas, pero no son importantes. Ha tenido una estrella especial el proyecto, porque cada vez que se necesitaba algo, llegaba. No ha sido fácil, pero todo se dio de forma mágica".
Juan Carlos conoce la reacción fuera de México, que ha sido extraordinaria, pero la nacional es la que le interesa.
-¿Puede tener un trasfondo político?
-Claro, de hecho hay varias escenas particulares en la que los personajes hablan de los presidentes, de economía, de la vida cotidiana muy a su modo. De hecho, esos comentarios se vuelven frases casi filosóficas muy padres. Hay muchas interpretaciones, que te hacen entender muchas cosas. Es lo distante que uno está de un México. Estamos hablando de la vida cotidiana, que es donde está el sostén de las cosas, como de la familia, una de las cosas principales que se hablan. Esta base de trabajadores es mucho más consciente y educada, hablando de lazos familiares. Te doy un ejemplo: cuando se unen para impedir un desalojo, esas cosas no ocurren en zonas donde supuestamente vive gente educada. De eso es lo que trata la cinta.
"Hablan del albur, cómo soportan la chamba, y eso tiene que ver con el mexicano. No es un estudio antropológico, es algo mucho más sencillo.
"La gente del poder, los intelectuales, no conocen México; aprendes más de esta gente."
Grillas inútiles
Para Juan Carlos Rulfo, quien se inició como asistente de cámara, el cine es memoria histórica, y es importante plasmar estas cosas. Como ciudadano, opina que "la ciudad ha crecido mucho. Creo que hay que hacer obra, aunque no necesariamente sean segundos pisos. Esta obra se puede mejorar, pero hay grillas inútiles alrededor de ésta y tiene que ver que la gente no está acostumbrada a los cambios fuertes y a nadie le gusta que le muevan la cotidianeidad. No obstante, ahora la gente, aunque se haga un embotellamiento en el Periférico, ya no grita. Es una de las zonas más tranquilas de la ciudad".
Respecto de la leyenda de la muerte de los trabajadores en la obra, afirma que "en la ciudad muere más gente por falta de civilidad que por atracos o secuestros. En esta obra hubo muertes, pero no fueron por accidente de trabajo, más bien fueron por atropellamientos de la gente que sintió coraje por no poder pasar, o por decir: pinche López Obrador, fue un asunto de educación".
En el hoyo es una coproducción de La Media Luna, Foprocine e Instituto Sundance, con el apoyo del Gobierno del Distrito Federal. La edición es de Valentina Leduc; la música, de Leo Heiblum; el sonido, de Natalia Brushtein y Mauricio Santos, y la mezcla de Jaime Bakscht.