Usted está aquí: jueves 16 de febrero de 2006 Economía Vivimos un estancamiento estabilizador; el país, deshecho

Entrevista a DAVID IBARRA MUÑOZ, EX SECRETARIO DE HACIENDA

Vivimos un estancamiento estabilizador; el país, deshecho

Detecta en los servidores públicos un desfase generacional

Ampliar la imagen David Ibarra Muñoz, secretario de Hacienda en el sexenio de José López Portillo Foto: Cristina Rodríguez

El ex funcionario asegura que ningún candidato a la presidencia de la República presenta propuestas concretas que atiendan el reclamo de la población de crear más empleos, y considera necesario un nuevo pacto social

VICTOR CARDOSO Y JUAN ANTONIO ZUÑIGA

David Ibarra Muñoz, ex secretario de Hacienda, diagnostica: tenemos un país deshecho, desvertebrado, con instituciones que se están desmoronando; vivimos en un "estancamiento estabilizador" y un proceso muy claro de descomposición social.

En el discurso político de los candidatos a la presidencia de la República no se ven, agrega, propuestas concretas ni compromisos que atiendan el reclamo de la población de crear más empleos.

"El país necesita crecer en lo económico y no sólo con estabilidad; crear un nuevo pacto social que nos permita ponernos de acuerdo con la participación de sindicatos no corporativos; no con cúpulas de empresarios que sólo busquen los contratos; necesitamos una especie de Consejo Económico y Social donde gobierno, trabajadores y empresarios aprendan a ponerse de acuerdo no sólo en los asuntos menores, sino en los asuntos fundamentales de la política económica y social del país, donde interactúen y se pongan de acuerdo" y, afirma, asuman compromisos en beneficio de la población.

En un compendio de trabajos de análisis sobre las reformas estructurales realizadas en México durante las recientes dos décadas, Ensayos sobre economía mexicana, que hoy será presentado en el Fondo de Cultura Económica, Ibarra Muñoz argumenta que México se debate en una transición económica y política prolongada, que intenta dar al país un lugar en el mundo del intercambio tecnificado y globalizado, al tiempo de integrar su sistema político a los cánones de la democracia liberal.

Pero ahora, contrario a la prioridad antes asignada a la estabilidad del desarrollo y la lucha contra la desigualdad, la política económica se ha cargado ahora del lado de la estabilidad de los factores macroeconómicos y los precios. Al mismo tiempo, afirma, la disciplina fiscal y la eficiencia parecen ganar la batalla a los valores de la igualdad y la solidaridad sociales.

-Usted fue profesor de varios secretarios de Hacienda de gobiernos anteriores y altos funcionarios que participaron en la conducción de la política económica nacional, ¿qué pasó?, ¿dónde se perdieron?, se le pregunta a quien actualmente también es asesor de la dirección en Políticas Macroeconómicas de la sede subregional de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) en México.

-Perdimos una generación, hubo un desfase generacional. Antes, era común que los funcionarios se formaran en la práctica. Luego, algunos que podían salir a prepararse en el extranjero, regresaban a puestos intermedios donde maduraban y traducían lo aprendido para aplicarlo en el país. Pero hubo una generación que llegó directamente a los puestos más altos y desde donde aplicaron teorías que no se ajustaban a la realidad nacional, aunque los problemas fueran similares.

Desde su óptica como actor protagónico del manejo económico mexicano, analista y académico, Ibarra Muñoz explica en la entrevista que hoy, como primera prioridad, México necesita urgentemente crear empleos y no sólo preocuparse por la estabilidad de precios. "Este país sin empleos va a ser siempre un país de cuarta categoría; quedaremos en lo que se ha llamado un poco peyorativamente como el estancamiento estabilizador", sentencia y critica que los únicos empleos creados son en la economía informal.

Sugiere como segundo punto, no menos importante y con el mismo nivel de urgencia, para evitar que el país se resquebraje, reconstruir las instituciones nacionales y los mecanismos que permitan alcanzar acuerdos.

Explica: "antes el presidente, con sus poderes metaconstitucionales nos ponía de acuerdo, porque tenía fuerza suficiente para hacerlo, al proteger a los trabajadores y al proteger a los empresarios y de ahí tener la aceptación de sus directrices en todo el cuerpo político. (Pero) El presidencialismo hegemónico es cosa de la historia, se acabó. Ahora tenemos que empezar a aprender a ponernos de acuerdo, reconstruir las instituciones políticas, las instituciones de mediación política.

"¿Cuáles? Un movimiento sindical no corporativista al viejo estilo; una organización empresarial que en lugar de andar buscando los contratos, defienda los verdaderos intereses de los empresarios y su crecimiento no sólo por la vía de los políticos empresariales, sino de participación efectiva de los empresarios.

"Necesitamos una especie de Consejo Económico y Social donde gobierno, trabajadores y empresarios, aprendan a ponerse de acuerdo no sólo en los asuntos menores, sino en los asuntos fundamentales de la política económica y social del país."

-¿Sería un borrón y cuenta nueva? ¿Quién determinaría la calidad moral de los integrantes de ese Consejo Económico y Social?

-Esto no es transformar al mundo. Se necesita reconstruir el pacto social básico y no es tarea sencilla, pero hay que hacerla; algunos países ya lo han hecho. La forma de hacerlo es participando. La calidad moral de los participantes nadie la garantiza, no podemos adivinar el destino, pero hay que avanzar; serían los representantes que eligieran los trabajadores, los empresarios. Hacer un consejo económico y social sería un primer paso. Abrir la discusión y ventilarla.

"Recuerdo que una vez fui a quejarme con mi padre de que en el trabajo las cosas no caminaban y me dijo: 'mira hijo, en este mundo se tiene que arar con los bueyes que se tienen, no con otros, porque no hay'. Tenemos que hacerlo nosotros."

Cambios Inmaduros

Cuando David Ibarra Muñoz se desempeñó como secretario de Hacienda hace casi 30 años, impulsó cambios en la economía del país como la sustitución del Impuesto Sobre Ingresos Mercantiles por el Impuesto al Valor Agregado, que no fue bien visto en su época. Sin embargo, en aquellos tiempos la economía mexicana avanzó casi 6.2 por ciento en promedio anual, aunque sólo en 1979 se alcanzó la marca histórica de 9.2 por ciento en la tasa de expansión del producto interno bruto.

Ahora, dice, se requiere una reforma fiscal. De aquella época a la actual, lamenta, "hicimos demasiados cambios institucionales que no estaban maduros y no construimos las instituciones de mercado, de tenencia de la propiedad, de la comercialización, de tasas de interés".

En la actualidad, el problema de una reforma fiscal se puede dividir en dos partes, 50 por ciento es un problema de crecimiento y la otra mitad de baja recaudación. Pero sobre todo, explica:

"Se necesita una reforma fiscal que tenga clientela, no hay reforma sin clientela que la apoye. Eso de hacer una reforma fiscal en una situación de cuasi estancamiento prolongado, es prácticamente imposible si no se tiene clientela. Por ejemplo, si digo que en este país vamos a un sistema en que con impuestos vamos a financiar al Seguro Social, yo tengo clientela: los trabajadores, porque voy a disminuir el costo de los salarios para los empresarios y para los asalariados va a haber más empleos.

"Si yo le quito lo que pagan los empresarios al Seguro Social, tengo otra clientela. Si yo ofrezco que en 10 años con la reforma fiscal habrá acceso a la salud universal, tengo que tener clientela, pero si la quiero hacer en frío... pues es difícil. Es difícil, porque en toda reforma fiscal alguien paga y lo mejor es ponernos todos de acuerdo."

Rescatar el campo

Para Ibarra Muñoz otro problema que se debe resolver urgentemente es el campo.

-La situación en el campo da la impresión de que no sólo fue abandonado, sino agredido. ¿Qué prioridad daría usted a este sector en un programa de gobierno?

-Yo creo que el problema del campo se tiene que ver desde dos perspectivas. La primera tiene que ver con la reconstrucción de sus instituciones. La segunda debe enfocarse sobre todo a los campesinos, como un sector que requiere ayuda y gasto social. ¿Por qué? Porque están indefensos frente a la mercantilización interna y externa que ha tomado cuerpo en el país y porque representa, nos guste o no, todavía el 20 por ciento de la población y un porcentaje poco mayor de la fuerza de trabajo.

"Para mí, el campo es una de las grandes prioridades no sólo desde el punto de vista económico, sino desde el punto de vista social. Vea la situación en que está colocada la mujer campesina: tiene que trabajar porque el marido ya se fue al otro lado; tiene que atender a los niños; tiene que atender chambitas de lavado de ropa en los poblados cercanos, etcétera, etcétera. Tiene una carga terrible, cuidar a los viejos, cuidar a los niños, mandarlos a la escuela, trabajar en dos o tres chambas, es verdaderamente inhumano lo que estamos haciendo con la mujer campesina."

-Ahora que hablamos de políticas, ¿no le parece que eso de alcanzar el equilibrio presupuestal ya parece más un acto de fe que una condición económica para el crecimiento?

-El hecho concreto es que la política macroeconómica está enderezada a un objetivo que se ve más o menos obsesivamente: abatir la inflación, no procurar el crecimiento, y este país necesita una combinación de ambos.

Pero lo que es peor para Ibarra Muñoz es la paradójica situación entre la gran afluencia de divisas y el bajo crecimiento económico. Sintetiza:

"México crece poco pero recibe una enorme cantidad de dólares, unos cien mil millones de dólares adicionales para crecer a 3 por ciento. Algo nos pasa, ¿no?"

 
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