Sortearon la pésima acústica del estadio Azteca
U2 sacudió a 80 mil fanáticos con un concierto de 140 minutos
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Bono entonó, al igual que hizo en Monterrey, un fragmento de Cielito Lindo
Foto: Marco Peláez
Siguiendo el guión, con un espectáculo luminoso-musical intenso y una lista de canciones que resultaron un extenso soundtrack, U2 ofreció una espectacular actuación en su regreso a los escenarios de la ciudad de México.
La cereza del banquete musical llegó casi al final de la actuación de The Edge, Larry y Adam, cuando proyectaron las imágenes juntas de Zapata y Salma Hayek, lo cual enardeció al público para después provocar la rechifla al ver aparecer las imágenes de Fox y Bush. Incluso en Sunday bloody sunday, Bono dijo "no more Chiapas": seguramente se refería a la matanza de Acteal.
La banda abridora decepcionó a la multitud
The Secret Machine abrió el show, pero no cumplió ni por mucho con la expectativa de lo que debe ser una buena banda abridora. Después, al apagarse las luces, los otrora jóvenes católicos protestantes irlandeses se acordaron de sus raíces y entonaron canciones de sus primeros discos: Boy, War, Unforgettable fire, The Joshua tree. De hecho, Forty fue el colofón de las dos horas 20 minutos con que U2 sació el apetito de sus 80 mil fanáticos reunidos en el estadio Azteca.
La guitarra de The Edge sonó increíblemente espectacular, Larry imponente en la batería, Adam Clayton con su golpeante bajo y la voz de Bono llenando todos los rincones del coloso, sortearon la antiacústica del estadio Azteca.
La experiencia musical con U2 la inició City of blinding lights de su más reciente disco: How to dismantle an atomic bomb. Los primeros acordes de la guitarra de The Edge hicieron olvidar el cansancio, la espera y el desconsuelo de casi 10 años de alejamiento de los fanáticos mexicanos.
Después continuó Vertigo, del mismo disco, con lo cual también llegó el primer gran momento del concierto, que por cierto no tuvo punto medio, sólo punto alto. Nunca descendió de ese nivel.
Para compensar su ausencia, Bono se rifó con Elevation, nombre de la anterior gira que no tocó México. Con este tema se pateó todo el escenario que desplegaba dos tentáculos por los cuales en varias ocasiones Adam Clayton, Bono y The Edge atacaron al público en diferentes momentos. Llegaron las "muchas gracias", en español de Bono.
El concierto continuó con Until the end of the world, en la que lo mejor fue la guitarra de The Edge y su imagen en blanco y negro sobre la pantalla de 20 metros. Siempre The Edge.
Bono mencionó otra vez al público que México es un país del futuro y que U2 también lo es, además de que "no podemos cambiar al mundo solos, pero si nos comportamos como uno solo, lo podemos hacer".
Adam Clayton también disfrutó del concierto en el coloso de Santa Ursula
El público no dejaba de moverse en todas las secciones del estadio Azteca. Gritaba, cantaba, alzaba los puños. Pero sin lugar a dudas los aferrados fanáticos que pernoctaron para alcanzar los lugares frente al escenario fueron los que pusieron el ambiente. Incansables, fueron recompensados con la sonrisa de Adam Clayton al que nunca se le había visto sonreír. Siguió un rosario de canciones clásicas, con lo cual se demostró que la comunión entre U2 y sus fanáticos es algo casi sagrado: en temas como I still haven´t found what i'm looking for, Sunday bloody sunday y Beautiful day.
Incluso Bono cantó un pedazo del Cielito Lindo, el cual encontró coro inmediato en la locura desenfrenada de sus 80 mil fanáticos.
En el puñado de canciones clásicas resaltó Under the blue sky, en la que se cubrió los ojos con una banda blanca de la paz.
El concierto estaba en su nivel óptimo, ya nada podía hacerlo menguar y el final fue brillante con dos encores, en los que se discutieron con Fly, Zoo station, With or without you, All because of you y Forty.
Todos salieron insatisfechos del Azteca, porque con U2 nunca será suficiente.