Usted está aquí: jueves 16 de febrero de 2006 Gastronomía ANTROBIOTICA

ANTROBIOTICA

Alonso Ruvalcaba

"Nueva" poesía comestible

Shakespeare

Sydney Smith

Carroll

Sor Juana

QUE POR SUPUESTO no es nueva ni, literalmente, comestible, pero son poetas que se divierten, que hacen recetas en pentámetros yámbicos u octosílabos, que juegan a que sus redondillas o sus jarchas se coman. A algunos de ellos, incluso, se les puede adjudicar el severo defecto de existir.

EL MAS EXISTENTE DE TODOS, claro, es Shakespeare. Pero aquí no interesan (hoy nomás) las grandes cenas de buey de Henry V (primera parte, III, 7) ni la lista del súper de Winters Tale (bueno, sí: Let mee see,/ what am I to buy for our Sheepe-shearing-Feast? Three/ pound of Sugar, fiue pound of Currence, Rice [...]/ I must haue Saffron to colour the Warden Pies, Mace:/ Dates, none: that's out of my note: Nutmegges, seuen;/ a Race or two of Ginger, but that I may begge: Foure/ pound of Prewyns, and as many of Reysons o'th Sun), sino su receta de más ardua preparación.

ESTA EN LA PRIMERA ESCENA del acto cuarto de Macbeth: lleva entrañas venenosas, sapo con un mes bajo piedra fría, dedo de rana, "vellón" de murciélago, ojo de lagartija, lengua de perro, hígado de judío, nariz de turco, meñique de bebé, de tártaro labio, y todo se lanza rítmicamente (tán-tatán-tatán-tatán) a un hirviente caldero brujeril... Interminablemente más fácil de preparar -aunque también muy sonora- es la ensalada de Sydney Smith (1771-1845), que arranca con yemas de huevo duro y papas pasadas por un colador fino (To make this condiment your poet begs/ The pounded yellow of two hard-boil'd eggs;/ Two boiled potatoes, passed through kitchen seive,/ Smoothness and softness to the salad give); agrega cebolla, sal, vinagre, yerbas, mostaza (of mordant mustard add a single spoon,/ Distrust the condiment that bites so soon), y al final, sobre el platillo, una mágica cucharadita de salsa de anchoas: "And lastly o'er the flavour'd compound toss/ A magic soupon of anchovy sauce!"...

DELICIOSO. YA ENTRADOS en salsas, imposible no recordar ese detalle amabilísimo de Phantasmagoria, de Carroll, en que un fantasma, hiperpálido, recibe de su anfitrión la invitación a un bocadillo: "Well, since you are so kind -dice el fantasma, atolondrado-, I'll try a little bit of duck.../ One slice! -una rebanada de pato nomás- and another drop of gravy", y de salsa unas gotitas. Lo vi, piensa el anfitrión, a ojo pelado: "for certainly I never saw/ A thing so white and wavy!"

EN ESPAÑOL HAY TAMBIEN versos instructivos, como los de Somoano, que se tomó todas las molestias del mundo para demostrar algunos detalles de gastronomía mexicana. Por ejemplo, estos sencillísimos y encantadores: "Las tiendas de comestibles/ tienen muy distintos nombres:/ se conocen por bodegas/ o por tiendas de abarrotes".

O ESTOS, QUE ENSEÑAN que blanquillo es "un eufemismo que usan solamente los indios y la gente baja, en vez de huevo": "Allí tampoco se puede/ llamar a los huevos, huevos;/ hay que llamarlos blanquillos". Otros más que ilustran los movimientos que hace un "indio" cuando de lengua se come un taco: "Toma una blanda tortilla,/ de maíz, muy bien tostada,/ y para formar un plato/ a la siniestra la adapta./ Echa en ella los frijoles,/ el chile y menestras varias,/ y de cuchara le sirve/ otra tortilla doblada": ¡qué rico, carajo! Casi se antoja tanto como estos versos anónimos descubiertos hace poco por el doctor Di Roma (se refieren a los acociles, pero con otra grafía): "Hay unos animalejos/ que los llaman acocilos:/ cuando los cuecen muy quedo/ se ponen recolorados./ Se pueden comer cocidos/ y si usted gusta, tostados".

TAMBIEN DI ROMA (acuciles, jumiles y chucumiles: Poetry in Mexican culinary manuscripts, 1999) halló esto: "Y échense las tortillas/ á hacer en un plato grande,/ de hechura de una rodela/ y que se llama comale;/ y mójense con su salsa/ y dóblense por aparte", donde aparece el utensilio igual que el cibo: unas dobladitas...

LOS ANTES, DICE Joaquín García Icazbalceta, son un postre que se hace de bizcocho, mezclado con dulce de huevo, coco, almendra, etcétera, aunque aclara (1899), poco se usa ya. Sin embargo, alcanza a demostrarlos con esta bonita estrofa: "El turrón, los merengues,/ los dátiles cubiertos,/ los postres y los antes/ de mantequilla y huevo". Sor Juana tiene por ahí, en uno de sus sonetos con rimas imposibles (-oz, -uz!), una cecina, un "tasujo", un poco de "regaluz" y estos felices versos chingaquedito que se refieren al padre Timeo y le quieren decir que se hace de la boca chiquita: "Parece se sustenta de alcuzcuz,/ aunque come muy bien ganso y arroz".

POR CIERTO, ESE ALCUZCUZ es lo que hoy, por deformación mamoncita, llamamos cous cous. Hay varios sonetos simpatiquérrimos de Alfonso Reyes. El mejor es aquel cuyo primer cuarteto dice: "Después del 'copetín', caldo caliente/ y arroz y barbacoa y guacamole/ y frutas y café y -ole con ole-/ licores y coñaques y aguardiente..."

LASTIMA QUE YA SE acabó el espacio. Por ahora (y mientras encuentro un poema al chile pasilla del siglo XIX, del que sólo conozco estos versos: "Gozan con la excelencia/ de un plato de sabrosas chalupitas"), quede aquí este soneto memorable. Lo topé en la sonetería El Estrambote; su autor es Jesús del Toro y el poema se llama El religioso ostión ("en el que un devoto comensal explica las bondades y delicias de un restaurante texano y sus ostiones del Golfo de México") y es, que yo sepa, el primer soneto de estricta crítica restaurantera.

VA ASI: "Una docena aquí vale por trece/ ostiones limpios, frescos, nacarados,/ en bandeja de hielo presentados/ a su degustación. El sabor crece// con algo de limón y el chile escuece/ la lengua que imagina, desatados,/ los gozos al marisco vinculados./ Quien adore el ostión, por aquí rece.// Todo por siete dólares el plato./ Todo en un sitio cómodo y despierto/ ideal para durar o estar un rato.// Quien adore el molusco tenga cierto/ que lo bueno, lo rico y lo barato/ tiene en Water Street un templo abierto."

PERDON PERO, CAMINO de Tijuana y Ensenada, la ciudad de México a mi espalda, el estómago lleno de sonetos viejos y nuevos, de ostiones, mejillones y alcuzcuz, de tasujo y regaluz, sólo puedo decirle a su autor: ¡cuánta pinche envidia!

http://antrobiotics.blogspot.com / [email protected]

 
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