El paciente no fue informado de que era seropositivo
Unos 6 meses y diversos males debió soportar para ser diagnosticado
Más de seis meses han pasado desde que Erasmo llegó a solicitar ayuda a la clínica 23 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Entonces sólo era enrojecimiento y ardor en su ojo. Hoy está internado en el Hospital General de Zona número 2, ya sin vista en el ojo derecho y con riesgo inminente de perder también el izquierdo, debido a que por cuestiones administrativas no ha recibido el tratamiento que necesita.
Ni la doctora Genoveva Flores a cargo del consultorio 5 del turno vespertino -a quien Erasmo visitó en 10 ocasiones-, ni los médicos que lo atendieron en urgencias del nosocomio las cuatro veces anteriores que ingresó, le dijeron que tenía VIH/sida, aun cuando le extrajeron sangre en al menos dos ocasiones para realizar la prueba de detección del virus.
Erasmo padece de cicloganglovirus, enfermedad común cuando a causa del VIH se reducen las defensas del organismo. Con los primeros síntomas de este padecimiento llegó el 8 de agosto de 2005 al consultorio de la doctora Genoveva Flores, quien sin moverse de su escritorio le realizó al paciente una prueba de la vista para luego enviarlo a una óptica por unos anteojos.
A los ocho días, Erasmo regresó a la clínica porque el enrojecimiento y ardor de su ojo derecho persistían. Salió de ahí con la indicación de ponerse unas gotas y tomar paracetamol para la fiebre que también padecía.
Regresó otra vez a la siguiente semana porque aunado a las molestias del ojo presentaba evacuaciones con sangre. Flores diagnosticó conjuntivitis y principio de hemorroides. Sin embargo, la salud de Erasmo no mejoró. Por el contrario, se deterioró más y entonces, el 29 de agosto, la doctora le ordenó estudios de laboratorio. A petición del joven, incluyó la prueba de detección de VIH.
En una cita posterior, la médico informó que "todo había salido bien", y sólo presentaba una "leve salmonelosis y bajas defensas". Prescribió paracetamol, penicilina y un complemento alimenticio.
En octubre, Erasmo seguía igual. Entonces la doctora Flores lo envió al oftalmólogo en el Hospital General de Zona número 2. Ahí, la especialista le informó que ya había perdido 80 por ciento de la visión del ojo derecho. Ordenó una serie de estudios de laboratorio y una nueva prueba de VIH.
El 13 de octubre, la oftalmóloga entregó los resultados de los estudios clínicos relativos al ojo, sin decir nada sobre el de VIH.
Para el 16 de noviembre, Erasmo ya había ingresado en dos ocasiones al área de urgencias del hospital. Ese día fue nuevamente a la clínica 23 con la doctora Flores, quien le recetó paracetamol (para la fiebre), hierro y ampicilina. Para esa fecha, el afectado ya había perdido casi 95 por ciento de la visión.
Cuando acudió otra vez a la consulta familiar, en diciembre, Erasmo ya no veía con su ojo derecho. La doctora se limitó a recetarle un fármaco que le ayudaría a que no se redujera el tamaño del ojo dañado.
En los primeros días de enero, el joven acudió a un servicio médico particular, donde le dijeron que hubo desprendimiento de retina en el ojo derecho y el izquierdo presentaba conjuntivitis bacteriana. Por ese entonces, empezó con problemas de audición del lado derecho.
Ultimátum y diagnóstico correcto
En ese mes ingresó nuevamente a urgencias y estuvo también a los pocos días en la clínica familiar sin obtener ningún apoyo efectivo. Hasta el 2 de febrero, cuando otra vez acudió a la consulta externa y su padre dijo a la doctora Flores que la responsabilizaría de lo que sucedía con la salud de su hijo, ésta lo envió a urgencias y le recomendó que no saliera de ahí hasta que le dijeran qué tenía. Según dijo, ella nunca recibió los resultados de la prueba de VIH.
Ese mismo día, Erasmo ingresó al Hospital General de Zona número 2, donde finalmente los médicos detectaron inflamación en el riñón izquierdo, perforación del pulmón derecho e inflamación del intestino grueso. En ese momento, el padrastro de Erasmo fue al laboratorio a solicitar el resultado de la prueba de VIH que se suponía la habían realizado por segunda ocasión a finales de enero.
La respuesta fue una disculpa porque el análisis no se había realizado. Cuatro días después, (6 de febrero) la doctora Elizabeth Casabal Uriegas es designada como responsable de la atención médica de Erasmo y es ella quien el día 9 informó que de tres pruebas de detección de VIH, dos salieron positivas. Ordenó entonces que se practicara el estudio de confirmación Western Blott, cuyo resultado todavía está pendiente.
La especialista también solicitó a la dirección del hospital la adquisición del medicamento Valcyte, tabletas de 450 miligramos; o Cimevene, ampolleta de 500 miligramos para contrarrestar el virus que había ocasionado la pérdida del ojo derecho y amenazaba ya al izquierdo.
Después de 12 días, el IMSS no ha podido atender la petición. Sin embargo, debido a la advertencia de que era urgente que Erasmo tuviera la medicina, su papá ya ha recurrido en dos ocasiones al Instituto de Salud del estado de Chiapas, donde le proporcionaron el fármaco con la condición de que lo reintegre una vez que esté disponible en el IMSS.
"Seguimos esperando", señaló el padre de Erasmo, quien también ha solicitado la intervención de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.