Usted está aquí: miércoles 22 de febrero de 2006 Opinión El indigenismo es un humanismo

Patrick Johansson

El indigenismo es un humanismo

El indigenismo tal como se manifiesta hoy día tiene múltiples facetas. Desde la exacerbación pasajera de sentimientos nacionalistas hasta la explotación de imágenes emblemáticas para fines políticos, pasando por la promoción idealista de ciertos valores, una literatura ''indiana" o indigenista de autores mestizos, la reclamación pertinaz de objetos con valor cultural, o una preocupación sincera por los pueblos originarios, el indigenismo se expresa de diversas maneras según la gente, el momento y las circunstancias. En cuanto al humanismo, antropocentrismo cultural que busca conocer al hombre para valorizarlo, se ha alejado notablemente del aforismo de Protágoras para adquirir matices ''a la medida" de los fines que se persiguen.

La obra indigenista de Miguel León-Portilla corresponde sin duda a lo más auténtico, en el contexto de estas definiciones. Manifiesta un humanismo profundo que revaloriza las culturas prehispánicas y enaltece a los pueblos autóctonos de México.

El merecido homenaje que se le rinde en la ocasión de su octagésimo aniversario, coincide con los 50 años de la publicación de su Filosofía náhuatl (1956) y, como lo dejaban presentir las resonancias sartrianas del título de este artículo, con la celebración correspondiente a 60 años de la publicación de El existencialismo es un humanismo, de Jean-Paul Satre (1946).

Esta convergencia de efemérides es un buen pretexto para reflexionar sobre el indigenismo, su valor humanístico, y el existencialismo.

En el ensayo antes mencionado, Sartre excluía lo supra-humano religioso que encadena a certidumbres ilusorias, y denunciaba lo infra-humano degradante de la explotación del hombre por el hombre, en todas sus manifestaciones. El existencialismo sartriano confería al hombre la responsabilidad, hasta entonces prometéica, de asumirse libremente como tal, de ''inventar su vida", de crear sus valores y manifestarlos mediante sus actos. Sugería asimismo que es tal como se concibe pero también ''tal como se escoge".

Un conocimiento de sí mismo, de lo que es o puede ser el hombre resulta indispensable para que la decisión sea juiciosa. La primera iniciativa del existencialismo será la de permitir que el hombre esté ''en posesión de lo que es" para que asuma la responsabilidad total de su existencia.

Ahora bien, ''lo que es" el hombre, es decir, fuera de los determinismos biológicos de su condición, lo que escogió ser, es un atributo esencial de su razón de ser, por lo que su opción cultural de vida tiene un carácter ontológico.

La obra indigenista de Miguel León-Portilla, desde sus primeros momentos, tuvo un carácter humanista de corte existencialista, aunque él personalmente no fuera adepto de esta corriente filosófica. Como historiador y filólogo dio a conocer unas culturas indígenas prehispánicas que habían escogido una manera de ser en la tierra, un dasein en la terminología de Heidegger, una vida cuyos paradigmas culturales revelaba una grandeza de espíritu y una opción existencial válida. Ponía a los indígenas contemporáneos ''en posesión" de un pasado del que habían sido despojados, del cual podían ser orgullosos y que constituía, en muchos aspectos, los fundamentos de lo que podría ser su existencia hoy día.

''El hombre es nada. Será tal como se habrá hecho a sí mismo". Este postulado sartriano corresponde al pensamiento de León-Portilla, quien lucha para devolver a los indígenas los atributos culturales de su razón de ser.

En un mundo ''des-humanizado" por la enajenación tecnológica, económica y una globalización rampante que homogeneiza y borra los rasgos culturales específicos, esta lucha se vuelve una verdadera cruzada. Su obra indigenista sugiere una definición más humana de ''civilización", que difiere de la definición comúnmente aceptada de un progreso tecnológico sobre el eje del tiempo. La civilización, en la perspectiva de Miguel León-Portilla, sería un conjunto armonioso de sociedades y de distintas culturas.

Por otra parte, como los existencialistas, Miguel León-Portilla es un intelectual ''engagé", comprometido. En foros nacionales e internacionales eleva su voz para que la opción existencial indígena sea sustentable, para que la dignidad deje de ser un concepto vago, ideológicamente manipulable, y se concrete en derechos constitucionales.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.