Usted está aquí: miércoles 22 de febrero de 2006 Opinión Desdén oficial por la cultura

Karl Bellinghausen Zinser

Desdén oficial por la cultura

Dime de qué presumes y te diré qué te falta, dice, más o menos, el refrán. Cuando escuchamos declaraciones como: qué bueno que no sabes leer, así no harás corajes; en México sólo se lee pornografía, así que hay que gravar la literatura, o los estudiantes no deben leer Aura porque es inmoral, amén de otras maravillas como alabar al insigne poeta, quizá guanajuatense, José Luis Borgues, no nos queda más que asumir que el gabinetazo está integrado por presumidos.

En realidad no habría problema si estas maravillosas fanfarronadas se quedaran en el anecdotario de las declaraciones y el divertido material para hacer bromas y cartones ingeniosos, pero en el fondo reflejan algo como un desprecio por la cultura. Consecuentemente, la política cultural del gobierno del cambio ha sido la más inconsistente desde el régimen de Guadalupe Victoria. En la atribulada historia de México hubo importantes avances y en ocasiones un estancamiento, pero nunca hubo franco retraimiento, una especie de recesión cultural.

Con irresponsable frivolidad se han gastado los recursos culturales para construir una fachada, que poco ha dejado para México y sí mucho para la autoestima del Ejecutivo Federal. En tanto que para el interior se dan contradicciones absurdas: si México cuenta con centenares de miles de sitios arqueológicos, ¿cómo es posible que se despidan arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia? A menos que se considere como un enorme hallazgo la aparición repentina de un Wal-Mart en Teotihuacán; no se entiende tampoco el porqué se llevó por Europa una exposición de arte azteca que en México no podremos ver, pues muchas de las piezas se encuentran en ilegal ''custodia extranjera", a cambio de ello Tutankamon rentó el Museo Nacional de Antropología para lucir su vetusta alteza faraónica; el Instituto Nacional de Bellas artes (INBA) publicó una elegante memoria gráfica de algunas actividades de 2005 elegidas al azar, pero un monumento musical como el último tomo de la obra de Manuel de Sumaya, el compositor barroco mexicano más importante, permanece en la imprenta porque ''no hay dinero", todo esto sin tomar en cuenta la diferencia de los honorarios de los músicos solistas extranjeros con respecto de los nacionales.

Quizá uno podría pensar que todo esto se hace con criterios que no entenderíamos los ciudadanos ''de a pie", de tal suerte que, cuando el Conservatorio Nacional estuvo a punto de perder una asignación especial de la Cámara de Diputados por un monto de 10 millones de pesos dentro del presupuesto de 2005 porque el INBA, al no tener dinero, intentó canalizar ese dinero a ''gasto corriente", nos inclinaríamos a pensar que las actividades fueron tantas que al final no alcanzaron los recursos. Ni modo. Sin embargo, cuando vimos la alarmante noticia de que la señora Sara Guadalupe Bermúdez subejerció 385 millones de pesos, un equivalente a casi la cuarta parte del presupuesto para cultura, las cosas resultan bizarras e inexplicables.

Para el régimen actual la cultura es sólo un instrumento de lucimiento y parece no comprender su función educativa. Es la joya de la corona, y, como tal, es usada a manera de carta de presentación en el mundo de una caricatura de corte presidencial, un medio de atraer inversiones o quién sabe qué tantas cosas adicionales, mas no sustantivas.

El hecho de que la presidencia del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) regresara casi la carta del presupuesto y aceptara sin pelear una reducción de aproximadamente 15 por ciento, es una verdadera traición al proyecto cultural de la nación y sólo es explicable por el capricho de la construcción de la megabiblioteca Vasconcelos, para la cual sí se amplió el gasto, a pesar de que el Congreso de la Unión le retiró el presupuesto.

Ahora cabe la pregunta: ¿de dónde vendrán los acervos? ¿Acaso se comprarán 10 mil metros de libro verde con letras doradas o se ordeñarán las bibliotecas históricas que heredó el CNCA? Con esto veríamos saqueadas algunas de las bibliotecas más importantes de México.

El reciclado de los recursos para aparentar crecimiento es un recurso demagógico de las repúblicas bananeras, y cuando el gobierno del cambio pretende sólo dejar una biblioteca central de más de mil millones, no nos queda más que pensar: ''Dime de qué presumes y te diré qué te falta". Ojalá y Sari no presuma ante los diputados.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.