Más de 30 mil personas rebasaron el cupo del zócalo e inundaron las arterias cercanas
El repudio a Mario Marín cimbró las calles de la capital poblana
''¡Mi héroe, papá, te vamos a sacar!'', ''Mi gober precioso, tú eres corrupto y asqueroso'', consignas
Ampliar la imagen Participantes en la marcha llevaron ''bellísimas botellas de coñac'' para el mandatario estatal Foto: José Castañares
Puebla, Pue., 26 de febrero. Los primeros miles que arribaron al zócalo, y lo colmaron, iniciaron un minuto de silencio en memoria de los mineros fallecidos en Coahuila, pero no hubo más de 10 segundos sin sonido, porque comenzó a escucharse, primero como murmullo y luego retumbando, la voz del enorme contingente que seguía avanzando hacia la plaza, sin saber lo que ahí pasaba: ''¡Fuera Marín, fuera Marín!'', clamaban, estremeciendo a quienes los escuchaban. Las reproducciones de las caricaturas de La Jornada eran los íconos favoritos, incluso construyeron una piñata con uno de los marines dibujados por Helguera, con una botella en cada mano y medias caladas.
La de hoy ha sido tal vez la marcha más importante de la que se tenga memoria en los últimos 23 años. Fue en julio de 1973, cuando militantes y estudiantes de izquierda realizaron un multitudinario cortejo fúnebre para acompañar el cadáver del maestro universitario Joel Arriaga Navarro, quien cayó asesinado por sicarios de la derecha poblana.
Codo con codo, gente de izquierda, derecha y centro
Pero esta vez la manifestación tuvo un carácter totalmente plural, pues codo con codo o en diversos contingentes marcharon simpatizantes y militantes de izquierdas y derechas, sindicatos y patrones, campesinos e intelectuales, organizaciones no gubernamentales y comerciantes, burócratas, profesionistas, sacerdotes, homosexuales, lesbianas y una enorme diversidad de ciudadanos entre los que sobresalieron las familias: centenas de hombres y mujeres con hijos de todas las edades. Todos repudiando al unísono la conducta exhibida por Mario Marín Torres, no sólo en las grabaciones conocidas de sus diálogos con Kamel Nacif Borge, sino también las acciones y declaraciones que hizo en un intento por defenderse.
La gente que participó no cupo en el zócalo poblano; algunos ni siquiera pudieron llegar ahí debido a la aglomeración y se desbordaron por las calles contiguas a la plaza. ¿Cuántos poblanos desfilaron por la avenida Reforma desde el Paseo Bravo hasta la plaza de armas? Los más conservadores calculan que no hubo menos de 30 mil personass unidas para exigir la salida de Marín; los más aventurados afirmaron que el aforo fue mayor a 50 mil, cifra que superaría por más de 4 mil personas la capacidad del estadio Cuauhtémoc, que es de 46 mil lugares. Julio Glockner, uno de los principales organizadores, estimó en 40 mil la cifra de participantes.
Lo que sí se puede decir es que quienes respondieron al llamado de los organizadores dieron muestra de valor, no temieron hacer pública su indignación, pese a la ola de rumores surgidos días antes desde las altas esferas del poder y el Partido Revolucionario Institucional, acerca de que golpeadores o ''simpatizantes ofendidos'' de Marín irrumpirían en las columnas y generarían desmanes y violencia.
La versión oficial de Valentín Meneses, vocero del gobierno del estado -manifestada a este diario-, fue que lo más importante de la manifestación fue que transcurrió en total calma, sin provocaciones de ningún tipo, con absoluta civilidad, ''lo que refleja el clima de respeto a la libertad de expresión que se vive en la entidad y de la gobernabilidad existente''. Su estimación es que marcharon unas 10 mil personas, mientras que para la policía municipal la cifra estaría entre 15 mil y 17 mil.
Originalmente los convocantes pidieron a la gente que marchara guardando silencio. Por algunos momentos la recomendación se acató, pero los ciudadanos no se contuvieron y terminaron gritando consignas de todos colores y calibres contra el titular del Poder Ejecutivo local.
Eso sí: pese a la magnitud de la masa no hubo desorden, pero la compostura guardada no fue resultado de la orquestación de líderes, organizaciones o partidos, sino una actitud genuina de respeto entre los compañeros espontáneos de protesta, muchos de los cuales son antagonistas de toda la vida en la esfera política, económica y social. Porque si algo quedó demostrado hoy fue que los yerros de Mario Marín Torres pudieron lo que no han podido partidos políticos, candidatos, religiones ni aficiones: unir a las más diversas fuerzas y pensamientos para un solo fin: echarlo de Casa Puebla.
Los políticos
A las 11 de la mañana, las inmediaciones del Paseo Bravo presagiaban que la manifestación sería un fracaso. Era la hora y el lugar de la cita y, sin embargo, no había más de mil 500 o 2 mil personas. Diez minutos después, el contingente se decidió a movilizarse. Avanzó lentamente una columna con una enorme lona del Frente Cívico Poblano, sostenida por varios hombres. Detrás de ellos se extendieron dos cordones de nailon blanco, en las que se fueron colocando las mujeres y los niños que se iban sumando a la columna.
Para ese momento, dos jóvenes de los departamentos de prensa del PAN y el PRD, que estaban acreditando con calcomanías a los reporteros y fotoperiodistas desde las 10 de la mañana, dijeron que los 100 pegotes ya se habían agotado entre los informadores locales y los enviados de medios editados en la capital y el extranjero. El único incidente de la jornada estaba a punto de ocurrir.
En la encrucijada de la 9 sur y la avenida Reforma apareció Benita Villa Huerta, ex secretaria general del comité directivo estatal del PRI, aspirante a una candidatura de ese partido a la diputación federal y enemiga declarada de Mario Montero Serrano, presidente del tricolor en la entidad y amigo cercanísimo de Mario Marín Torres.
Cuando la identificaron, los periodistas poblanos abordaron a la política defenestrada por Marín. Se formó un remolino humano en torno a Villa Huerta, quien era asediada con preguntas, cámaras y micrófonos. Interrogada sobre su presencia adujo que ella estaba ahí "por la legalidad".
El alboroto interrumpió el tránsito de los manifestantes, algunos de los cuales consideraron la aparición de la priísta como provocación; otros exigieron mesura a la prensa y unos más hasta confundieron a la también ex secretaria de Gobernación estatal con Lydia Cacho, autora del libro Los demonios del edén.
Para cuando la caminata se reanudó ya había muchas más personas aglutinadas en la columna y seguían arribando de los cuatro puntos cardinales. La mayoría venían en dirección del zócalo al Paseo Bravo; algunos se bajaban de los camiones que en ese momento todavía circulaban en la zona.
Muchos participantes llevaban impresas, ampliadas y hasta alteradas con sus propias consignas las caricaturas aparecidas en La Jornada. Los panistas se distinguieron colocándose en las camisas blancas -la tonalidad predominante a solicitud de los organizadores- calcomanías rojiblancas con la leyenda "¿Tú le crees a Marín? Yo tampoco", y otras en blanco y negro que rezaban: "Marín debe renunciar".
Los de Acción Nacional ejecutaron todo intento posible por capitalizar la expresión de repudio ciudadano a su favor y, en esa lógica, además de los pegotes mencionados, también repartieron miles de rectángulos de cartoncillo color rojo, simulando la "tarjeta futbolera de expulsión" que su candidato a la Presidencia de la República, Felipe Calderón Hinojosa, le sacó recientemente a Marín, durante un mitin que celebró en la entidad los primeros días de la crisis.
Cuando la manifestación estaba arribando a la 9 Sur se escuchó el rugir de un helicóptero y luego apareció en los aires el artefacto de la policía, bajo el mando del gobierno estatal. Espontáneamente vinieron las rechiflas y mentadas de madre contra la tripulación.
La gente se seguía sumando a la marcha. También se introdujeron en las columnas hombres y mujeres con cámaras, que fueron detectados por el contingente como miembros del área de inteligencia del gobierno estatal. Algo hubo de cierto, pues cuando la gente comenzó a señalarlos y reclamarles, varios emprendieron la huida.
Los asistentes
"¡Mi héroe, papá; te vamos a sacar!", "Aplaudan/ aplaudan/ no dejen de aplaudir/ que el gober precioso se tiene que salir/", "Mi gober precioso, tú eres mentiroso, mi gober precioso tú eres asqueroso/ mi gober precioso, corrupto y asqueroso/ mi gober precioso el pueblo está furioso", fueron algunos de los muchos ingeniosos clamores basados en las pláticas del gobernador con Kamel Nacif.
Otras de las consignas oídas fueron: "¡Marín, entiende, los niños no se venden!", "Marín, entiende, no eres nuestro héroe!", "¡Sí estás solo! ¡Sí estás solo!"
En mantas, cartulinas y lonas se leían frases como éstas: "Mi gober precioso, Kamel te dio dos botellas para que le ayudaras, nosotros te damos cuatro para que te vayas", y "Marín, no trajimos tortas, pero sí muchos huevos", en clara mofa al acarreo del que echó mano el aparato oficial para expresar apoyo al titular del Ejecutivo el viernes 17.
Pero la inventiva popular rebasó el mero ámbito verbal para llegar a las expresiones gráficas. Se exhibieron monigotes del mandatario que fueron el regocijo de miles. Los más celebrados: una adaptación de la caricatura de Helguera, publicada en La Jornada, donde Marín aparece con medias de ala de mosca, pantaletas y top, sosteniendo un par de botellas de coñac, o la imagen del Gollum del Señor de los Anillos con la leyenda: "Mi gober precioso".
En las columnas también destacaron tres perritos habilitados como los personajes principales del diálogo entre Marín y Nacif; cada uno llevaba una leyenda colgada en el collar que decían: "¡Mi gober precioso!", "Mi héroe, chingao!" y "Botellita de coñac".