Ilán Halimi fue secuestrado por la denominada Banda de los Bárbaros, según policías
Decenas de miles rechazan en París el racismo, tras asesinato de joven judío
Funcionarios, líderes religiosos y de partidos, entre los participantes en la manifestación
Ampliar la imagen Participantes en la marcha contra el racismo en París. Uno sostiene una pancarta con la leyenda: "Nuestro niño asesinado" Foto: Ap
París, 26 de febrero de 2006. El secuestro y asesinato de un joven vendedor de teléfonos en el centro de la capital francesa, fue hoy motivo de una manifestación contra el racismo y el antisemitismo en la que se congregaron aquí decenas de miles de personas.
Ilán Halimi, de 23 años, fue hallado el 13 de febrero al borde de un estanque en los alrededores de París, torturado y agonizante. Había sido secuestrado el 21 de enero anterior y sus captores pidieron primero 400 mil euros, pero terminaron en cinco mil, que finalmente no recogieron. En cambio abandonaron a su víctima casi muerto.
El hecho tomó proporciones mayores cuando la investigación policiaca reveló que uno de los detenidos sospechosos, miembro de la autodenominada Banda de los Bárbaros, confesó que escogieron a Ilán "por ser judío y porque todos los judíos son ricos".
Según la madre de la víctima, de recursos medios, los secuestradores le exigieron por teléfono que "pasara la charola entre los judíos o en la sinagoga" para completar el monto solicitado.
El jefe de la banda es un ciudadano francés de ascendencia marfileña, Youssouf Fofana, detenido el 23 de febrero en Abidjan, capital de Costa de Marfil, de donde las autoridades francesas esperan extraditarlo próximamente.
Aunque Fofana declaró que "no lo torturaron por judío", un video que muestra el horror de sus prácticas al estilo de los soldados occidentales en Irak, suscitó la convicción entre los franceses de que el ensañamiento se debió al judaísmo de la víctima.
Convocados por el Consejo Representativo de las Instituciones Judías en Francia, de SOS Racismo y de la Liga Contra el Racismo y el Antisemitismo, entre 80 mil y 100 mil personas desfilaron hoy durante tres horas de la Plaza de la República a la Plaza de la Nación, para seguir una ruta por donde se encuentra la tienda en la que Ilán vendía teléfonos y donde fue atraído por una mujer, para ser secuestrado.
Al inicio de la marcha asistieron el ministro del Interior, Nicolás Sarkozy, el alcalde de París, Bertrand Delanoe y dirigentes de partidos y comunidades religiosas.
El máximo dirigente del partido Movimiento por Francia, de derecha, Philippe de Villiers fue sacado de la marcha por agentes de seguridad.
Las personalidades abandonaron la manifestación después de la breve ceremonia en la que fue pronunciada una plegaria judía para los muertos (Kedish), seguida del himno nacional francés.
Entre los contingentes no hubo representantes de los trabajadores y los partidos de izquierda.
Los pocos rostros negros destacaron entre los manifestantes blancos y portaron carteles conciliador del llamado Consejo representativo de las Asociaciones Contra las Víctimas Bajo Todas sus Formas o con la frase "Amistad Judeo-Negra".
La marcha llegó a su destino precedida por centenares de niños judíos con sus gorros, seguidos de adolescentes con banderas israelíes o con la "mano amarilla" que sirve de emblema a SOS racismo.
Había adultos con estrellas de David pegadas en el pecho, carteles que rezaban "Judío, pero no rico", "Después de Ilán, ¿quién sigue?", "Francia está enferma". Grupos de jóvenes gritaron dos consignas: "Venganza para Ilán" y "justicia para Ilán".
La ropa invernal, con abundancia de pieles, revelaba la clase económica de los manifestantes, entre los cuales fueron notorios los contingentes de la Unión de Estudiantes Judíos de Francia y la Unión de Liberales Judíos de Francia.
La banderola que rezaba "Francia negra-blanca-árabe contra el racismo y el antisemitismo" no llegó al final de la marcha, que fue precedida, escoltada y seguida por un contingente policiaco sin precedentes.
Algunos analistas políticos han dicho recientemente en la radio: es tiempo de hablar claro sobre la realidad francesa, decir lo que no es políticamente correcto y aceptar la existencia de los comunitarismos judío y afroárabe-musulmán, sin eufemismos.