Unas 600 casas editoriales exponen en el recinto de más de 5 mil metros cuadrados
La feria del libro de Minería aún asombra a visitantes; hoy culmina
Escritora de literatura infantil pide mayor difusión e incrementar la cifra de espacios para niños
Ampliar la imagen El movimiento en el Palacio de Minería fue incensante durante el penúltimo día de la feria del libro. A la derecha, Elena Poniatowska firma libros de su autoría Foto: Francisco Olvera
Ampliar la imagen El movimiento en el Palacio de Minería fue incensante durante el penúltimo día de la feria del libro. A la derecha, Elena Poniatowska firma libros de su autoría Foto: Francisco Olvera
Son infinitas las historias que se escriben a diario en el Palacio de Minería durante la feria del libro que tiene lugar año con año, desde hace 27, en la majestuosidad de sus espacios.
En el penúltimo día de actividades, el número de visitantes se incrementa notoriamiente en relación con la asistencia durante el transcurso de la semana, y desde que el recinto abre sus puertas, a las 10 de la mañana, puede observarse a decenas, sino es que cientos de personas de todas las edades -aunque prevalecen los jóvenes- a las afueras del hermoso edificio diseñado por Manuel Tolsá, en extensas filas, ávidas para ingresar.
No importa el inclemente calor del mediodía -primaveral ya, con todas las de la ley-, la fila se mantiene tan larga como desde que comenzó. Y es que el entrar y salir de gente es continuo, incesante, sólo con un ligero respiro a la hora de la comida, entre dos y cuatro de la tarde.
Una vez en el interior, hay quienes muestran sorpresa e interés por el par de meteoritos que se encuentran en exhibición permanente en el costado izquierdo de la puerta principal del edificio. Sin importar edades, los observan, palpan y hasta se toman fotografías al lado de ellos.
Ya en el patio principal sobresale el colorido de los espacios de exhibición de las más de 600 casas editoriales que este año participan en el encuentro libresco, cuyas actividades culminan este domingo.
Oferta ilimitada
Novedades por aquí y acullá, lo mismo que clásicos de la literatura, manuales de toda especialidad, libros de texto y especializados, infantiles, autoayuda, manualidades, la oferta es ilimitada, tanto para quien acude por mero vouyerismo intelectual como para el que lo hace en busca de cierto volumen, autor, material en específico u oferta.
Las filas en las cajas de pago de varios de los pabellones son algo largas; muchas personas desean aprovechar los precios especiales y descuentos que las editoriales ofrecen con motivo de la feria, que van desde 10 hasta 30 por ciento.
Un dilema clásico: Javier Sánchez, de 11 años, se encuentra vacilante entre destinar sus 200 pesos en adquirir la sexta entrega de Harry Potter o una playera estampada con un personaje de manga japonesa.
El libro se haya en promoción, rebajado de 219 a 186 pesos, mientras la prenda de vestir tiene un precio de 150 pesos. Finalmente, en un desenlace feliz, el sonriente estudiante de sexto de primaria puede llevarse ambos, gracias a que sus padres le regalaron el más reciente volumen de J. K. Rowling al observar su entusiasta interés por éste.
Lo mismo familias enteras que parejas de adolescentes, madres e hijos que docentes y estudiantes de todos los niveles, y grupos de amigos recorren los más de 5 mil metros cuadrados del encuentro libresco, para toparse con la fascinación enigmática que encierra el mundo editorial desde el diseño mismo de las portadas de los libros; ya no se diga los contenidos, en gran parte de los casos.
Pero no toda la gente acude al Palacio de Minería atraída por los libros. Algunos lo hacen por obligación, como son los casos de Cristina Pineda Domínguez y Fineas Medina Campos. Ella, estudiante de primero de secundaria; él, de quinto de primaria. Ambos cumplen con una tarea escolar: ella, elaborar un reporte de los talleres que se imparten en el contexto libresco; él, uno acerca de las editoriales participantes.
Acompañados por sus respectivas madres, ambos, sin embargo, se encuentran maravillados en lo que es su primera visita a la feria de Minería; tanto, que una vez cumplido su deber escolar han decidido permanecer en el recinto, recorrerlo y hasta piensan comprar algunos libros.
Escritora de literatura infantil, Martha Rubio es asidua visitante del encuentro libresco desde su primera versión. Satisfecha con sus compras, considera que el formato de la feria es suficiente y el lugar, "espléndido".
"El problema -acusa- es la difusión. Creo que la feria no difunde sus actividades a tiempo para que el público se organice y pueda venir. También sería muy bueno que se agregarán más espacios para niños."
Entre los expositores y encargados de los pabellones contrastan las percepciones sobre la afluencia de público de este fin de semana. Hay quienes la califican de "muy pobre para ser la última semana de la feria", como ocurre en Grupo Santillana. En contraste, para el encargado de Océano, Carlos Alberto Gómez, el número es similar al de años pasados, cuando menos a los 15 que él tiene asistiendo de manera ininterrumpida.
Las ventas, sin embargo, "sí responden a las expectativas" afirma Gómez; "cuando menos es rentable", agrega por su parte José Hernández, responsable del stand de la editorial Manual Moderno.