Para los políticos: sin ciencia y tecnología no hay desarrollo
En estos días en los que la sociedad en su conjunto está inmersa en el proceso de las elecciones presidenciales, es realmente notoria la ausencia casi total del tema de ciencia y tecnología, que es el único tema que permitiría definir inteligentemente el rumbo que debe tomar el país hacia el desarrollo.
Sin duda los desafíos a los cuales se enfrenta la nación son enormes, pero el principal tiene que ver con la productividad y competitividad. La falta de ellas en este país son, a mi juicio, los lugares a partir de los cuales se originan casi todos los problemas, siendo el mayor la falta de empleo para los mexicanos. Y me refiero al empleo digno, con sueldo digno, para tener los satisfactores mínimos para tener una vida digna.
Si se lograran generar fuentes de empleo a todos niveles, la inseguridad, la emigración, el ambulantaje, la justicia social y la equidad podrían empezar a tener visos de solución. Para esto se requiere de una estrategia, y una estrategia llamada de Estado. El arma central de esa estrategia como política pública descansa en el desarrollo científico y tecnológico de la nación. No es que la ciencia y la tecnología vayan a resolver todos y cada uno de los problemas de la nación, pero claramente son las principales palancas para impulsar su desarrollo.
Este siglo, más que nunca, es el siglo que va a descansar en la principal riqueza que tienen o pueden tener las naciones y ésta es la capacidad de generar nuevos conocimientos. Cuando estos conocimientos nuevos son aprovechados por las naciones, se genera bienestar económico y social.
México todavía está a tiempo de poder impulsar una expansión de su sistema científico y tecnológico y elaborar las políticas y las estructuras necesarias para convertir el país en una nación competitiva y capaz de enfrentar esos retos a los cuales se enfrenta.
Habrá que impulsar con ciencia la modernización del campo, asegurar que la alimentación del pueblo mexicano quede en manos de la nación. Simultáneamente habrá que intentar renegociar el Tratado de Libre Comercio para reducir nuestra dependencia del exterior en algo tan básico como los alimentos. Habrá que pensar en el urgente desarrollo de las fuentes alternas de energía, habrá que intentar impulsar el desarrollo de la industria farmacéutica nacional. Se deberá impulsar menor dependencia en el rubro de medicamentos. Habrá que localizar algunos temas científicos para que tengan la mayor relevancia social posible y, más que nada, que impulsen el bienestar económico.
Habría que impulsar la modernización tecnológica de las pequeñas y medianas empresas, pues sólo así se generarán productos con valor agregado, que compitan en el mercado y, en la medida que lo hagan, generarán empleos bien remunerados. Bajar la tasa de desempleo es central. No queremos changarros, queremos empresas exitosas que promuevan la competitividad del país. Hay, pues, que impulsar la transferencia de tecnología de las universidades y centros públicos de investigación al sector productivo.
Recientemente participé en una reunión donde expertos de diversos países expusieron sus estrategias nacionales para el desarrollo. China está pensando en qué hacer de aquí a los próximos 100 años. España, Francia, Holanda e India apuntan hacia 2020, y nosotros inmersos en pleitos políticos de nivel de vecindario. Salvo López Obrador, no escucho ningún planteamiento sobre qué vamos a hacer en los próximos años para hacer que este país tenga futuro.
La política tiene que ver con cómo implementar las estrategias para promover el bien común y el avance de la sociedad. Estando ausente del panorama la ciencia y la tecnología, el país no podrá vencer sus propios retos y seguiremos estando inmersos en los lodazales de los gober preciosos.