Nuevo pacto rural en China
Pekín lanzó un ambicioso ''Nuevo Pacto'' para los campesinos chinos, destinado a elevar los estancados ingresos rurales a través de una combinación de subsidios agrícolas, reducción de impuestos e inversión en infraestructura en áreas interiores alejadas de la costa. El plan, denominado ''Nuevo Campo Socialista'', es el punto central del compromiso del presidente Hun Jintao y del premier Wen Jiabao de reducir las desigualdades en la distribución de ingresos y la división entre la ciudad y el campo.
El gobierno espera asimismo utilizar el plan para frenar la apropiación generalizada y, con frecuencia ilegal, de tierras rurales para la construcción de desarrollos, tendencia que, supone, pone en riesgo la capacidad del país para ser autosuficiente en productos alimenticios.
La semana pasada Chen Xiwen, funcionario de alto nivel que supervisa la política agropecuaria, aseguró que China tendría las normas ''más estrictas'' del mundo para prevenir la conversión de tierras rurales al uso industrial, pero que su puesta en marcha tomaría ''largo tiempo. El asunto es si la tierra para construcción y desarrollo debe ser monopolizada por el Estado'', afirmó.
China tiene un próspero mercado inmobiliario urbano, pero no permite que los propietarios rurales compren y vendan parcelas de cultivo, aunque muchos lo ven como un paso esencial para hacer más productivas las tierras agrícolas. Chen expresó que este asunto, uno de los más delicados y debatidos en los círculos políticos, está ''todavía en proceso de análisis''.
Un obstáculo mayor a la reforma agraria es el temor del gobierno de que muchos campesinos vendan de inmediato sus parcelas y pasen a formar parte de la gran masa de labriegos sin tierra. Unos 940 millones de chinos, de una población de mil 300 millones, viven en granjas o poblados rurales, pero casi 200 millones han dejado sus casas para buscar empleos mejor pagados en pueblos o ciudades. A pesar de que la migración masiva hacia las ciudades continuará durante las décadas siguientes, Chen sostuvo que China tendrá que administrar 600 millones de residentes rurales cuando la población alcance mil 500 millones, en 2030.
El próximo año financiero, el gobierno está comprometido a erogar cerca de 100 mil millones de renminbis en transferencias de fondos del gobierno central a los gobiernos de nivel provincial, para compensarlos por la abolición de los odiados impuestos agrícolas. Pero Chen no ofreció otras cifras del costo de la inversión en infraestructura y subsidios directos a los campesinos, los cuales, según expresó, serán dados a conocer cuando se revele el último plan quinquenal, en el Congreso Nacional Popular del mes próximo.
El costo potencial, para el presupuesto, de subsidiar comunidades agrícolas improductivas es uno de los aspectos más controversiales del plan. ''Existe el peligro de que la dependencia de la ayuda al campo impida la reducción rápida de la pobreza'', sostiene Stephen Green, de Standard Chartered, en Shanghai.
El gobierno también espera que un sector rural más rico ayude a reducir la enorme deuda acumulada por los gobiernos provinciales durante la década pasada, cuando se elevaron a 360 mil millones de renminbis, y es probable que sean más grandes actualmente. Chen afirmó que muchos gobiernos rurales han ''malinterpretado su papel en la economía'', al obtener préstamos de los bancos locales para invertir en proyectos inmobiliarios o al fungir como avales de otros. Algunos gobiernos simplemente han obtenido préstamos de los bancos locales para gastarlos en viajes al exterior, aseveró el funcionario chino.
Chen reconoció que el nuevo plan no es una solución instantánea. ''Llevará mucho tiempo que el nuevo campo socialista se haga realidad en China'', dijo.
FUENTE: EIU
Traducción de textos: Jorge Anaya