¿Sobrevivirá la familia?
La familia tradicional es uno de los mecanismos de control de la sexualidad y la reproducción humanas. Quienes establecen o imponen una celebración, o Día de la Familia, lo hacen porque esta forma de regulación está haciendo agua: no está funcionando. El concepto de organización familiar que se defiende es la relación entre una mujer y un hombre, a partir de la cual nacen los hijos, creando así la "célula básica de la sociedad". Apenas se oculta -y no muy bien- que en el fondo el control está orientado a preservar una forma de organización social.
¿Quiénes defienden el modelo tradicional familiar? En primer lugar la Iglesia católica y los grupos conservadores agrupados a su alrededor. En este caso el conservadurismo no es un adjetivo, pues está claro que estos grupos o individuos pugnan por la preservación de un modelo específico de organización familiar, no sólo para sí, sino como una obligación para todos los demás. Es muy importante tener claro que en este caso no se trata de convencer, sino de imponer. Quiere decir que su idea de familia les es vital, no admite concesiones.
Pareja significa dos, el padre y la madre. ¿Por qué la familia no puede partir de tres o más, o de una sola persona? No, de acuerdo con quienes imponen la celebración, deben ser una mujer y un hombre. Eso excluye otras modalidades familiares, como la decisión de más de dos para unirse por deseo o por amor. También quedan fuera las parejas homosexuales, integradas por dos mujeres o dos hombres. O la individualidad reproductiva, como cuando una mujer o un hombre solos deciden tener hijos. Estas no son familias en el concepto tradicional, pero, como dijo Galileo, sin embargo se mueven.
Se trata de conceptos milenarios acerca de la sexualidad y la reproducción (estructurados mediante la idea de familia), que se tratan de mantener a toda costa, y que se enfrentan a una naturaleza humana que hay que controlar mediante la sujeción del deseo, el cuerpo y la procreación. Hay que reconocer que han logrado su objetivo durante siglos. Quiere decir que es una parte de lo humano susceptible de ser controlada por la fuerza, aunque siempre haya querido liberarse dejando muestras fehacientes de rebeldía. La humanidad sometida a la castración desde el poder.
Pero hay algo que ha cambiado. La sexualidad se expresa ahora abiertamente, sin inhibiciones, en todas las modalidades que habían estado prohibidas. La ciencia y la tecnología han creado, sin proponérselo, las bases para esta transformación. La separación entre sexualidad y reproducción, a partir de los anticonceptivos hormonales, ha creado bases nuevas para la unión sexual entre personas; por eso siempre han sido combatidos por la Iglesia y los sectores conservadores. Esto ha cambiado las relaciones jerárquicas y de dominación en la familia tradicional. Las mujeres son ahora dueñas de su cuerpo, lo cual asesta un golpe mortal sobre las bases en las que se ha sostenido la organización social.
Las tecnologías reproductivas, también sin proponérselo, están sentando las bases para el surgimiento de nuevas formas de asociación reproductiva. Han cambiado el concepto de pareja. Se modifica el número de participantes de dos a tres o más que aportan materiales biológicos. Como he señalado en este mismo espacio, se modifican los conceptos de maternidad. Personas del mismo sexo pueden tener hijos con un desarrollo perfectamente normal. Puede haber más de una madre genética y se han creado las bases para la individualidad reproductiva, todo desde el punto de vista biológico.
El control de la sexualidad y la reproducción se está rompiendo sobre bases objetivas. Entonces surge la pregunta de si la idea de una familia en términos tradicionales puede sostenerse a estas alturas. Yo creo que no. Es más, se están poniendo los fundamentos para el surgimiento de nuevas modalidades de familia y, por tanto, de formas novedosas de organización social.
Pero, regresando a la vehemencia con la que se defiende la familia tradicional, no estoy seguro de que la explicación sea tan simple como sostener que se defiende con ello una forma de organización social en la que el control sexual y reproductivo sirva para explotar a las personas, como sugeriría un neomarxismo o algo parecido. Se trata de una idea milenaria que ha trascendido diferentes formaciones sociales e ideologías. Quizá se ha basado en una idea de supervivencia que hoy carece de sentido. Se requiere, en todo caso, de un esfuerzo intelectual mayor para entenderla.