ASTILLERO
La otra champaña
Riqueza en medio de miseria
El negocio de la política: Slim, Simi
En Sabinas, ''¿falla provocada?''
EXTRAÑA FLOR DE privilegio la del afortunado Carlos Slim: mientras en México crecen peligrosamente la miseria, el desempleo, la inseguridad pública, la desatención social y el deterioro institucional, él se yergue victorioso con una presea de bronce en la olimpiada anual de recolección de dividendos (flor excepcional, mientras el país apenas si alcanza para cempasúchil). Riqueza que se multiplicó en infinitum, es decir, prodigiosamente, a razón de 17 millones de dólares de ganancia durante cada uno de los días de todo el año pasado (6,200 millones de dólares como lucro total en ese 2005), hasta colocar al dueño de Teléfonos de México (y muchas empresas más) como el tercer hombre más rico del mundo, según la revista Forbes; es decir, una posición arriba de la que tenía en 2004, cuando con su cuarto lugar aún no tenía derecho a subir al podio de los medallistas. ¡Hurra! ¡Una, dos, tres (acompáñense los cantos patrios con palmadas rítmicas, separando las sílabas y acentuando la o redondita, bien comida): ¡Mexicó, ta, ta, ta; Mexicó...!).
UN DIA ANTES de que los mexicanos nos cimbráramos con el espectacular triunfo del paisano Slim, el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz (ajeno a cualquier sospecha de izquierdismo o radicalismo; en todo caso, más bien siempre ligado al salinismo), había dado a conocer que "la empresa dominante en telefonía fija en México" (hasta el gobernador Ortiz teme pronunciar claramente "Telmex", y eso que el Banco de México no tiene como principalísimos anunciantes a los negocios del Grupo Carso) es la sexta más cara del mundo en el ámbito doméstico y la más onerosa en cuanto a negocios, además de que los servicios de telefonía internacional, tanto para empresas como para casas, son los más caros del mundo, al igual que en el servicio de Internet de banda ancha para negocios (nota de Roberto González Amador en La Jornada).
A PESAR DE todo ello (o, precisamente, a causa de ello), el ingeniero Slim anda de gira política por todo el país. No es la otra campaña sino la otra champaña: todo para algunos, nada para casi todos. Bien atendido en términos de medios de comunicación, el predicador va juntando en determinadas ciudades a gobernadores, empresarios y otros personajes relevantes para que firmen las versiones regionales del Plan Amigo que en un castillo fue anunciado y que por ello también es conocido como los Acuerdos de ChapulTelmex. No se trata solamente de dar continuidad a esas enumeraciones genéricas originales, sino de ir cerrando filas y pronunciando en cada lugar mensajes políticos conforme las circunstancias lo requieran. Eso sí: todo es... ¡Por (el territorio) México!
EN EL FONDO, aunque con más elegancia y en otros niveles, el tercer hombre más rico del mundo está haciendo algo parecido a las andanzas de otro empresario -de menor cuantía, en muchos terrenos-, el tal doctor Simi que responde al nombre de Víctor González Torres. Usar el dinero para consolidar una fuerza política parece un gran negocio en estos momentos. El tragicómico Simi lo hace aprovechándose de la necesidad de la gente más pobre, a la que acarrea y usa en mítines que luego difunde como si fuesen heroicas movilizaciones por voluntad propia, y se mantiene en el escándalo público mediante una insistente campaña de desplegados que casi nadie atiende y mediante tretas baratas como esa de asumirse como candidato ciudadano independiente, o algo así.
SLIM, EN CAMBIO, se mueve en las ligas mayores, con propuestas que pueden ser suscritas en lo general por muchos mexicanos pero que, en el fondo, lo que pretenden es la conservación, mediante mejorías, de un sistema económico y político que produce concentraciones de riqueza como la del tercer lugar, y pobreza como la de decenas de millones de mexicanos. Desde luego, hay que usar el verbo favorito de los tiempos recientes, "blindar": el ingeniero Slim también busca blindar sus negocios e intereses ante la eventualidad de cambios políticos como los que supuestamente podrían darse si las próximas elecciones fueran ganadas por alguien con quien ya tuvo cercanía y una forma de entendimiento, Andrés Manuel López Obrador y el remozamiento del centro histórico de la Ciudad de México, y de quien se ha ido alejando en la misma medida en que él, Slim, renueva y reitera viejas alianzas. ¡Mexicó, ra, ra, ra; Mexicó, ra, ra ra!
ASTILLAS: SUSPICACES COMO SON, algunos lectores de esta columna compartieron con su tecleador tempranas especulaciones sobre la posibilidad de que el accidente de Pasta de Conchos hubiese sido intencional. Unos conjeturaban que la desgracia ayudaba extraordinariamente a relegar el caso de los hijos sahaguncitos, y otros hablaban de una estrategia en marcha para que los empresarios mineros y sus amigos gobernantes se quitaran de encima liderazgos sindicales charros que chantajeaban exageradamente y que complicaban antiguos y futuros negocios patronales. Prudente, juicioso, reprimido como siempre es, el columnero nunca reprodujo tales versiones y percepciones, aunque no deja de tenerlas presentes al leer en el Diario Monitor su nota principal de ayer: "Provocada, la explosión en la mina 8: sindicato". ¡Ah, chingá!, habría dicho con popularísimo sentido de la rima el susodicho escribano astillado si se dejase llevar por arrebatos verbales, pero, en cambio, emitió un atildado ¡oh! al leer lo que al reportero J. Juan Ramírez Aparicio le dijo Juan Luis Zúñiga Velázquez, primer vocal del Consejo General de Vigilancia y Justicia del sindicato minero, y vocero de éste. "Para mí que lo que pasó en Pasta de Conchos fue una falla provocada, y no se imaginaban la magnitud de lo que iba a suceder. Son sicarios que no se tocan el corazón". Zúñiga Velázquez considera que esa "falla provocada" habría tenido como objetivo "silenciar" cuestionamientos sobre la privatización de Telm...no, perdón, de Cananea y la siderúrgica Las Truchas... ¡Feliz fin de semana!
* Fax: 5605-2099 * [email protected] *