El pintor de batallas, nueva novela del autor español, publicada por Alfaguara
Pérez-Reverte propone cómo hacer que el horror sea un fantasma y no una pesadilla
Ampliar la imagen Arturo Pérez-Reverte, durante su visita a Xochimilco, en 2000 Foto: Archivo La Jornada
Madrid, 10 de marzo. El escritor español Arturo Pérez-Reverte purgó las pesadillas y fantasmas heredadas de las numerosas guerras que vivió desde su condición de periodista gracias a su nueva novela, El pintor de batallas (Alfaguara), obra sobre ''el horror" y la "lucidez".
La pintura de Goya, el Dr. Atl y Bruegel, así como algunos clásicos de la literatura, como Horacio y Homero, se entremezclan con la mirada crítica del autor sobre la tendencia de la sociedad occidental a ignorar el dolor y el sufrimiento ajenos.
Pérez-Reverte manifestó haber escrito su novela ''más difícil", tanto por su proceso de elaboración como por los recuerdos y las imágenes que revivió.
La historia de El pintor de batallas está en las antípodas de sus habituales novelas de aventuras o de acción, como El capitán Alatriste o La reina del sur. En esta ocasión, Pérez-Reverte centra la trama de la obra en un intenso diálogo entre un fotógrafo de guerra retirado y dedicado de lleno a la pintura con un ex combatiente de los Balcanes.
''Esta es una novela que requiere de toda una vida para escribirla. No es que sea autobiográfica, aunque sí es necesario tener una biografía determinada para escribir obras de este tipo", explicó Pérez-Reverte en un encuentro con medios latinoamericanos.
México, presente en la trama
Como en casi todas las novelas de este escritor, en la trama está presente México. En esta ocasión mediante un cuadro del Dr. Atl.
''Creo que es una auténtica canallada cultural que ese cuadro del Dr. Atl, La erupción del Paricutín, lo hayan dejado de exponer en el Museo Nacional de Arte de México. Ese cuadro ha sido fundamental para esta novela. Un día que entré al museo y lo pude ver por primera vez, me quedé paralizado. Creo que ese día fue cuando nació de verdad esta novela, por la amoralidad geológica, el universo, las fuerzas telúricas sin sentimientos que plantea ese cuadro. Al verlo encontré simbolizado todo el horror que llevaba almacenado."
El también autor de El maestro de esgrima se remontó a los atentados del 11-S para explicar el origen de su novela, al señalar que ''ese yo miraba alrededor y oía que era espantoso, inconcebible. Me pregunté: pero bueno, ¿de qué se sorprenden? Acaso se pensaban que lo que les hemos contado no iba con ellos, pero aquí estamos todos en el mismo sitio, éste es nuestro universo.
''Reforcé entonces mi convencimiento de que la gente vive en el autoengaño ante el horror y el dolor, y que no estamos preparados cuando éstos irrumpen y te golpean.
''La novela habla sobre cómo convivir con el horror cósmico, cómo asumirlo como parte de la realidad cotidiana del universo, del cosmos, del mundo. De cómo hacer que el horror sea un fantasma y no una pesadilla. Pues el horror está ahí, no se ha ido, está en cada accidente automovilístico, en cada cáncer, en cada mujer violada, en cada niño apaleado. No queremos verlo, pensamos que es una excrecencia de nuestra sociedad, pero es mentira, forma parte de nosotros."
Pérez-Reverte utilizó muchos de sus recuerdos como corresponsal de guerra para escribir esta historia, al tiempo que reconoció que la propia televisión ha llevado a muchos a entender las tragedias o las guerras como mero espectáculo.