Seguirá la división entre serbios sobre su legado: experto
Niega Belgrado funeral de héroe nacional al ex gobernante
Belgrado, 12 de marzo. El fallecimiento del ex presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, volvió a atraer la atención mundial sobre su polémico régimen (1989-2000), despertó dudas sobre el futuro de Serbia, y reabrió un debate en su tierra natal sobre el papel que desempeñó al enfrentar la desintegración de la Federación de Yugoslavia.
"La historia todavía debe escribirse sobre la década de gobierno de Milosevic en Serbia, marcada por la controversia. Pero su muerte prematura significa que se ha perdido una oportunidad para conocer más sobre las guerras de los años 90 y cerrar una etapa, y eso es una lástima", dijo a Ips el historiador serbio Predrag Markovic.
Conservadores y nacionalistas todavía defienden su imagen, mientras que intelectuales, profesionales jóvenes y estudiantes lo ven como el hombre que acabó con la antigua Yugoslavia.
Unas cien personas realizaron en Belgrado una vigilia en honor al hombre que desde Croacia y Bosnia-Herzegovina, repúblicas que se independizaron de Yugoslavia, así como en Occidente, es señalado como el responsable de guerras, pobreza y aislamiento.
El Partido Radical serbio, el mayor de al oposición con un apoyo de 35 por ciento, el Partido Socialista de Milosevic y simpatizantes pidieron que el ex presidente tenga un funeral de héroe nacional, demanda rechazada por el gobierno del presidente serbio Boris Tadic.
Milosevic nació el 20 de agosto de 1941 en Pozarevac, cerca de Belgrado, en el seno de una familia comunista que se sumó a los partisanos encabezados por Josep Briz Tito que lucharon contra la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Estudió Derecho en la Facultad de Belgrado y de 1969 a 1982 fue un alto funcionario del Partido Comunista. En octubre de 1987, siete años después del fallecimiento de Tito ocupó por primera vez la presidencia de Serbia, la mayor de las repúblicas que por aquel entonces formaban la federación yugoslava, integrada también por Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Macedonia.
Milosevic gobernó Serbia entre 1989 y 2000. Fue derrocado por un levantamiento popular luego de haberse negado a aceptar su derrota en las elecciones presidenciales.
Su régimen estuvo marcado por las guerras que desintegraron a la antigua Yugoslavia, entre 1991 y 1995. Su ejército participó activamente en estos enfrentamientos bélicos con el argumento de "proteger a la población serbia fuera de la misma Serbia".
Más de un millón de serbios vivían entonces en Bosnia y Croacia, y Milosevic aseguraba que estos estaban bajo la amenaza de croatas y musulmanes.
Belgrado consideró los intentos independentistas de Bosnia y Croacia como una secesión y un intento de expulsar a los serbios de esos territorios.
Miles de paramilitares serbios participaron en los conflictos, conquistando territorios y cometiendo numerosos crímenes de guerra.
La comunidad internacional adoptó sanciones contra Serbia a partir de 1992 y hasta que Milosevic fue depuesto en 2000.
Durante su gobierno, Serbia se empobreció. Más de 400 mil personas jóvenes y de alto nivel cultural huyeron del país en busca de un mejor futuro en el extranjero. La escasez de profesionales de entre 35 y 50 años es notoria hoy en todo el país, de 7.5 millones de habitantes.
Tras las sanciones, Serbia sufrió 11 semanas de bombardeos en 1999 por parte de las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en respuesta a la represión ordenada por Milosevic contra los 2 millones de albaneses en la meridional provincia serbia de Kosovo.
Gran parte de la población serbia niega que su ejército haya cometido crímenes de guerra, incluyendo la comprobada matanza de cerca de 8 mil musulmanes en el oriental enclave musulmano-bosnio de Srebrenica en 1995.
"Es una pena que el juicio no haya finalizado", dijo a Ips el periodista Dejan Anastasijevic, especializado en las guerras de los Balcanes y quien fue también testigo ante el Tribunal.
"No habrá un fallo que diga si Milosevic fue culpable o no. Esto sólo significa una cosa: los serbios que lo apoyaron seguirán creyendo que fue un héroe, y los que lo consideran un tirano seguirán pensando así. La división continuará", añadió.