Usted está aquí: lunes 13 de marzo de 2006 Deportes Recuerdos de la temporada 2005-2006

Recuerdos de la temporada 2005-2006

LUMBRERA CHICO

Ahora que la temporada "un poco menos chica" 2005-2006 ha quedado atrás, la memoria no encuentra emociones imborrables en sus registros. Cuando alguien me propuso que escribiera los recuerdos más hondos que me hubiese dejado el serial, cerré los ojos para que las evocaciones brotaran libremente desde el fondo de las neuronas especializadas en esa actividad, pero éstas no emitieron la menor señal eléctrica.

Sólo con un gran esfuerzo, después de acudir al auxilio de mis apuntes, pude hacer -y aquí comparto- una muy precaria lista de los momentos menos olvidables, a saber, el accidente de Julia Calviere, la rejoneadora francesa, que le costó la vida a uno de sus caballos caballo: Tango; la broma que hizo el extraordinario fotógrafo Armando Rosales El Saltillense, unos días más tarde, al final de un coctel ofrecido por la amazona; la anécdota de Cantinflas que allí mismo evocó el maestro Leonardo Páez, y la rápida respuesta de un magnánimo proveedor de acietes a la broma de un cronista.

Ocurre que la señorita Calviere había revelado que huyó del hospital donde la atendían sin comunicar a sus doctores que todo lo veía doble a consecuencia del golpazo que sufrió al ser desmontada y caer al ruedo de la Monumental Plaza Muerta (antes México) para ser apaleada por un toro furioso. Había dicho asimismo que el nombre del corcel que murió esa tarde era Tango, pero que había otro en su cuadra llamado Bardhal, en honor del arriba citado distribuidor de aceites que la había ayudado a prepararse para su debut en el coso de Mixcoac.

Pasada la sesión de preguntas y respuestas, mientras los mamacallos de la fuente se atragantaban de garnachas con una voracidad africana, El Saltillense infirió que algunas de esas charolas contenían, y lo dijo con acento argentino, "tacos de Tango", lo que desató una carcajada, a la que Julia no fue ajena. Quiso saber de qué se trataba y el maestro Páez, con rapidez de saeta, le dijo que hacía poco menos de 50 años, durante un ágape en el bar de Chicote, en Madrid, Silverio Pérez confesó que veía doble debido a la maroma que le pegó un toro en la plaza de Las Ventas.

En ese instante circulaba ante el texcocano un mesero con una bandeja de plata en la que llevaba una solitaria galleta untada de paté y decorada con una aceituna, a la que Mario Moreno, Cantinflas, ni tardo ni perezoso, le metió mano y se la llevó a la boca, después de decirle a Silverio: "Compadre, como tú ves doble, cómete la otra". La genial salida del extinto cómico saltó a otros ámbitos del sitio donde brindaban y masticaban los convidados de la pobre Julia y atrajo la atención del enlatador de aceites y lubricantes para automóviles.

De pronto, Lumbrera Chico se atrevió a decirle: "¿Es verdad que cuando el toro estaba destripando al pobre Tango, el caballo Bardhal comenzó a pasar aceite?" Sin permitir que la broma lo tocara, el industrial repuso con presteza: "Sí, señor, pero le pusimos Bardhal 2 y se arregló de inmediato". Como se ve, la temporadita no nos legó un solo recuerdo agradable que le quedemos a deber a Herrerías. Ni medio...

 
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