Usted está aquí: miércoles 15 de marzo de 2006 Opinión Slobodan Milosevic: la limpieza étnica

José María Pérez Gay/II

Slobodan Milosevic: la limpieza étnica

Ampliar la imagen Tristeza en el frontis de la sede del Partido Socialista en Belgrado, por la muerte del ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic Foto: Reuters

En abril de 1992, los conflictos en Eslovenia y Croacia se extendieron hasta Bosnia Herzegovina, donde también existían grupos importantes de poblaciones serbias. Un referéndum de autodeterminación celebrado a principios de 1992 en Bosnia Herzegovina se tradujo en respaldo mayoritario a una república independiente y, sobre todo, multiétnica, que reproducía con toda claridad el temor de muchos bosnios a lo que empezaba a ser una realidad preocupante: una "Yugoslavia" en la que -a la luz de la independencia de Croacia y en Eslovenia- la dominación ejercida desde Belgrado era un severo problema. El gobierno bosnio había sentado, por lo demás, las bases de un equilibrio, muy precario, entre las principales comunidades y etnias residentes en la república. Había garantizado, así, un grado notabilísimo de descentralización en la toma de decisiones, había repartido el poder y había decidido prescindir, en fin, de las unidades de la defensa territorial de la república. La respuesta de Milosevic y sus milicias serbiobosnias, apoyadas de nuevo en el ejército federal, fue, sin embargo, la misma que en Croacia: la limpieza étnica se abrió camino en regiones muy extensas, mientras la capital, Sarajevo, era objeto de un bombardeo implacable contra su población civil. Un porcentaje elevadísimo de la población, y sobre todo de la bosnia, se vio obligada a abandonar sus casas y buscar refugio en otras áreas de la república, en Croacia o en otros países. Con el paso del tiempo, y en particular durante 1993, las propias milicias croatas llevaron a cabo también operaciones de limpieza étnica en la Herzegovina occidental, con la víctima principal, de nuevo, la población civil de Bosnia.

El resultado de esta dinámica bélica, de este proyecto genocida de Milosevic, se puede resumir en una cifra que se sitúa en torno a 150 mil muertos, unas 80 mil mujeres violadas y más de la mitad de la población bosnia obligada a buscar refugio o el exilio lejos de sus hogares. A mediados de 1995 las milicias serbiobosnias, dirigidas por el criminal Radovan Karadzic desde el llamado "Parlamento de Pale", controlaban, y habían limpiado étnicamente, 70 por ciento de la superficie de la república. Ante tal estado de cosas, la comunidad internacional decretó un embargo de armas de todos los contendientes: el gobierno de Sarajevo fue, con mucho, la principal víctima de ese embargo, ya que se le privó de un elemento decisivo para defenderse, al tiempo que se permitía que las milicias serbiobosnias hiciesen uso de los arsenales del ejercito federal yugoslavo.

El prestigio de la comunidad internacional, sobre todo de Europa, se había visto erosionado una vez más cuando los serbios se negaron a observar una resolución de la ONU que, mayo de 1993, comprometía a garantizar la seguridad de seis enclaves bosnios: Behac, Gorazde, Sarajevo, Srebrenica, Tuzla y Zepa. Basta con mencionar que Srebrenica y Zepa fueron ocupadas por milicias serbiobosnias en julio de 1995, que en el primero de esos enclaves fueron ejecutados 25 mil varones musulmanes. Para entender cómo se llegó, en Bosnia Herzegovina, a la firma del tratado de Dayton, en 1995, es preciso reseñar algunos cambios operados en los escenarios posyugoslavos, la transformación que se llevó a cabo en las políticas de Milosevic a partir de 1994 tuvo un papel muy importante. Empeñado en propiciar un levantamiento del embargo que su país padecía, Milosevic abandonó al menos formalmente el sueño genocida de la "Gran Serbia". Esta transformación se tradujo pronto en una relación muy tensa con los aliados serbiobosnios, las milicias asesinas que en cierto sentido eran víctimas de sus propios éxitos: tras conquistar un territorio muy grande, se habían visto obligadas a defender una extensa línea del frente de combate, en un escenario en que la prolongación de la guerra provocaba un innegable cansancio, en que eran cada vez más difícil las movilizaciones militares y en que se hacían valer las reticencias de Milosevic a la entrega de nuevos suministros. Milosevic accedió en una repentina decisión o conciencia, en suma, de que el tiempo de las conquistas militares había pasado, de tal suerte que era preferible recoger algo antes de perderlo todo.

A principios de 1994, Milosevic se dio cuenta de que la limpieza étnica había llegado a su fin, había exterminado a 250 mil seres humanos reclamando una pureza racial que sólo existía en sus delirios. En 1999, los combates que se reanudaron con intensidad en Kosovo y fracasan porque la limpieza étnica había sido radical y diabólica. De acuerdo con cálculos de Naciones Unidas, para abril de 1999 la cifra total de bosnios, croatas, eslovenos, montenegrinos, macedonios y albanokosovares asesinados podría llegar a 480 mil personas. La ocupación y limpieza étnica de la "zona protegida" de Srebrenica en presencia de un destacamento de cascos azules holandeses, en julio de 1995, significó el hundimiento definitivo de la misión internacional, y presentó algo insólito: el entendimiento entre los mandos de los cascos azules y los del ejército serbio con mayor crudeza. Srebrenica ha pasado a los anales de la historia de los genocidios como en noviembre de 1993 la artillería croata pasó a los mismos anales cuando hundió el puente viejo de Mostar, símbolo de la ciudad desde 1566. Mostar asediada por los croatas llegó a considerarse "el mayor campo de concentración de Bosnia", por sus dramáticas condiciones de vida, descritas por el director del hospital de la ciudad cercada como Sarajevo, destruida como Vukovar y hambrienta como Zepa. Todo esto en presencia de los cascos azules que nunca pudieron hacer nada. Uno de los capítulos más tétricos de esa locura llamada la muerte de Yugoslavia. La historia del ejercito popular yugoslavo comienza con la lucha guerrillera contra los nazis y termina con el genocidio de su propia población.

 
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